Acción Nacional. El apetito y las responsabilidades del triunfo de Soledad Loaeza

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AutorAdrián Acosta Silva
CargoDoctor en Investigación en Ciencias Sociales con especialización en Ciencia Política por la Flacso México. Profesor-investigador Titular C, Departamento de Políticas Públicas, CUCEA-Universidad de Guadalajara.
Páginas155-158
155
Perfiles Latinoamericanos
37
Enero–junio 2011
Perfiles Latinoamericanos
37
Enero–junio 2011
Soledad Loaeza,
Acción Nacional.
El apetito y las responsabilidades del triunfo
,
México, El Colegio de México, 2010, 308 pp.
De vieja oposición a nuevo oficialismo
Como se sabe, la historia del régimen político mexicano del siglo  estuvo mar-
cada en gran parte no sólo por la construcción de un potente núcleo organizativo es-
tructurado alrededor de un presidente y un partido político (el Partido Revolucionario
Institucional, el ), sino también por la configuración de una oposición política re-
conocida y legítima, estable, encarnada principalmente por al Partido Acción Nacional
(). Si todo proceso de construcción política es en cierto modo un acto de “invención
de un poder práctico, el régimen posrevolucionario mexicano no solo construyó un con-
junto de símbolos y significados en torno a un núcleo ordenador central fraguado en la
mitología nacionalista de la Revolución mexicana, sino también un núcleo opositor que
daba sentido práctico y simbólico a la legitimación del propio régimen. Desde la déca-
da de 1930, el sistema logró construir una imagen de sí mismo y de sus oposiciones de
“izquierda” (los comunistas) y de derecha (los reaccionarios”), para luego prácticamente
excluir, marginar e incluso perseguir a los extremos de izquierda y derecha del régimen
posrevolucionario durante un largo tiempo. La izquierda comunista mantuvo su carác-
ter marginal en el sistema hasta 1977, y la derecha confesional, que estuvo proscrita cla-
ramente desde el movimiento cristero y sus expresiones políticas organizadas (como la
Unión Nacional Sinarquista), encontraría a finales de los años setenta una nueva forma
de expresión partidista con la creación del Partido Demócrata Mexicano (1979-1997).1
1 En un trabajo anterior (1995), Loaeza planteaba este tema de construcción del “enemigo” político como parte del
proceso más amplio de configuración de las reglas de legitimación política del régimen posrevolucionario. Colocar

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