Abuso de poder e impunidad

AutorJosé Antonio Crespo
Páginas21-25

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4. Abuso de poder e impunidad

El Estado tiene facultades de decisión política de diferentes grados, pero al estar formado por ser seres humanos con necesidades, deseos y ambiciones personales, éstos tendrán la tentación de utilizar su cargo para promover sus intereses en lugar de promover y defender los colectivos. Ya habíamos dicho que el Estado, en su acepción política, no está formado por todos los miembros de una comunidad, que es el Estado nación, sino por gobernantes, funcionarios públicos, legisladores y jueces. Así, cuando alguien que detenta cierto poder lo utiliza en beneficio propio, atropellando el interés colectivo, incurre en abuso de poder.

Podemos dar el ejemplo de un dictador, que decreta la detención y ejecución de quienes se oponen a que permanezca en el poder o que quieran quitarle los privilegios que disfruta como tal, un salario desorbitado, numerosos empleados a su servicio o una lujosa residencia oficial. También es el caso, cuando este dictador, desde su elevada investidura, sustrae una parte del presupuesto público destinado a obras públicas para mandarse construir casas en diversas ciudades de su país y del mundo.

En otras palabras, el poder del Estado, suficiente para mantener el orden y aplicar la ley sobre la comunidad que gobierna, al mismo tiempo puede ser utilizado abusivamente por quienes manejan ese Estado, afectando el interés de los individuos que no forman parte de éste, que es la gran mayoría, y se conoce como “sociedad civil”. En estos casos, el remedio para evitar un mal, por ejemplo la anarquía, provocó otro: un Estado abusivo conocido genéricamente como despótico.

Entre las dos opciones anteriormente mencionadas, el desorden y caos social, y un Estado capaz de poner orden, hacer valer la ley entre los individuos, pero que también puede abusar de su poder, ¿cuál de las dos opciones es peor?

Abuso de poder

Despotismo

¿Anarquía o despotismo?

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22 El Estado

Del despotismo a la revolución

Dentro de ciertos límites, la sociedad ha preferido la segunda ante la primera, ya que el costo para los ciudadanos de padecer un Estado despótico es normalmente menor a sufrir una situación de anarquía, claro está, siempre y cuando el abuso cometido por el déspota en cuestión no rebase ciertas fronteras que la propia sociedad establece. Y es que ese margen de abuso de poder es el precio que los súbditos, o la mayoría, están dispuestos a pagar a cambio de tener un mínimo de...

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