Prólogo / Prologue

AutorCristina Oehmichen Bazán
Páginas3-8
prólogo
3
D.R. © 2010. Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos. México, D.F. ISSN: 0185-6286.
TRACE 57 (Junio 2010): págs. 3-5 www.cemca.org.mx
IMAGINARIOS DE LA VIOLENCIA EN MÉXICO Y
CENTROAMÉRICA
En el debate actual entre tendencias globalizadoras y desglobalizadoras
del capital, la inseguridad y el miedo al otro tienen como trasfondo los
imaginarios sobre la violencia. Estos imaginarios han adquirido un lugar
preponderante en los medios de comunicación masiva a escala planeta-
ria. Los mensajes mediáticos nos remiten a la guerra, pero también a sus
justificaciones ideológicas y políticas. Entre otras cosas, nos muestran la
radicalización de los conflictos interétnicos, interculturales e interreligiosos,
así como la emergencia de fundamentalismos de diverso signo. Los mensajes
sobre la violencia de alcance global, como serían las acciones bélicas que
se legitiman a través de la denominada “lucha contra el terrorismo” o, en
otras latitudes, en “la lucha contra el crimen organizado”, se conjugan con
las pequeñas notas que hablan de los secuestros, asaltos a mano armada,
violaciones, y robos a casa habitación. Los medios difunden dos niveles
de violencia: uno a escala global y otro a nivel local, que se influyen y re-
fuerzan mutuamente para crear una representación sobre la vulnerabilidad
de la persona frente a la violencia. Son diferentes las amenazas reales o
virtuales que exacerban el miedo de la población y favorecen esquemas
de percepción y acción con los que se busca justificar el armamentismo,
el militarismo y los estados totalitarios.
La violencia se ha asociado a hechos concretos que atentan contra la
seguridad y vida de las personas y de sus bienes. Sin embargo, esta no es
la única forma de violencia. Existe también la violencia que se genera desde
los centros financieros internacionales y que tan sólo en 2008 provocó que
miles de personas perdieran sus empleos, sus viviendas, su seguridad. Junto
con ello, se fortaleció aún más el cierre de las fronteras para los inmigran-
tes, como una manera de regular el mercado laboral en épocas de crisis.
Para los migrantes del sur se establecen las “mega-fronteras” que separan
al Norte rico y próspero de la población proveniente de los países del Sur.
Dada la ubicuidad con la que se expresa la violencia en las relaciones so-
ciales, es necesario hacer un esfuerzo de extrañamiento: tomar distancia
como precaución metodológica para evitar caer en lugares comunes que
alimentan los sentimientos de inseguridad o percepción de riesgo.
Una primera precaución en ese sentido es definir de qué estamos hablan-
do cuando hablamos de violencia. El problema inicia con los términos y
conceptos que empleamos. Si partimos de considerar que a través de la
violencia se expresan, mantienen y perpetúan relaciones desiguales y asi-
métricas de poder, cabría preguntarnos cómo y de qué manera la violencia
vehicula dichas relaciones de poder.
Para definir lo que es y lo que no es violencia, podemos ubicar una
definición amplia y totalizadora, como lo propone Bourdieu al hablar de la
violencia simbólica, o remitirnos a una definición restringida como la que
plantea Héritier.
La violencia es un fenómeno multidimensional. Atraviesa diversas di-
mensiones de la realidad social al estar vinculada con el ejercicio del poder.
Así pues, existe aquella forma de violencia que podemos considerar como

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