Introducción

AutorRafael Martínez Puón
Páginas13-20

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Las múltiples transformaciones que se han registrado en el mundo en los últimos años han venido a cambiar la forma y el quehacer de las instituciones. Fenómenos o nuevos paradigmas como la globalización, la revolución tecnológica, el cambio de una sociedad industrial a una sociedad del conocimiento, entre los más importantes, han dado una nueva forma al Estado y a la sociedad del siglo XXI. Los gobiernos y las Administraciones Públicas así como todos los procesos y actividades que las conforman no han quedado al margen de estos cambios, por el contrario, se han vistos inmersos en una serie de reformas y procesos de modernización sin rumbo definido. Evidentemente lo que se espera es que ese rumbo lo defina cada país acorde a su realidad y dinámica propias.

Tales procesos de reformas gubernamentales y administrativas se han presentado de distintas maneras, desde macrorreformas como lo es un proceso de Reforma del Estado que a su vez comprende otro tipo de reformas (económica, política, tecnológica, social, administrativa, etc.), o a través de reformas puntuales que se refieren a la atención de asuntos o actividades en concreto. De tal manera que, temas como la evaluación de políticas públicas; la descentralización política-administrativa; las nuevas relaciones de la Administración con el ciudadano; la rendición de cuentas; la ética en el servicio público; el control y la evaluación de la Administración Pública; las nuevas modalidades para la prestación de servicios públicos; las nuevas tecnologías para la Administración Pública; el fortalecimiento de los gobiernos locales; el tránsito de Administraciones tradicionales a postburocráticas; la profesionalización de la Administraciones Públicas, etc., forman parte actualmente de las agendas de los gobiernos y las Administraciones de la mayoría de los países del mundo; es claro que en algunos de ellos ciertos asuntos son mucho más prioritarios que otros.

El tema de la profesionalización de las Administraciones Públicas, objeto de estudio de esta investigación, no ha estado exento de esta dinámica de cambios y reformas. La competitividad y eficiencia en las organizaciones, el impacto de la globalización económica en el empleo, la prestación de servicios de calidad, la receptividad en la Administración Pública, las nuevas tecnologías, la sociedad del conocimiento, son algunos de los factores, que han sentado las bases para la conformación de cambios y transformaciones en la profesionalización del personal que forma parte de las Administraciones Públicas. Cabe aclarar que el tema, por supues-

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to, no es novedoso, ya que se ha tratado de impulsar esta actividad a través de diferentes épocas, modalidades y medidas. De hecho, pareciera ser que hay un consenso generalizado sobre la necesidad, e incluso urgencia, de instaurar en las Administraciones Públicas un sistema de profesionalización moderno que, a la vez que dé cierta estabilidad en el empleo a los servidores públicos, garantice que el mérito y la competencia sean los criterios que rijan su desarrollo laboral. Todo ello con el fin de lograr gobiernos más eficaces, responsables y honestos (MÉNDEZ, 2000: 2). Finalmente, lo que marca la diferencia entre las propuestas anteriores con la nuevas es el contexto en el que se desarrolla cada una y que responde a diferentes necesidades.

Sobre las modalidades para impulsar la profesionalización de los gobiernos y las Administraciones Públicas, se ha abierto un debate en los últimos años sobre cuál podría ser la mejor opción. De tal forma, que habría que identificar dos tipos de enfoques1 sobre la profesionalización -que se consideran como los más importantes-, aquellos que la visualizan a través de esquemas sumamente flexibles, que dan lugar a la rotación de personal tendiente a la polifuncionalidad; este enfoque se encuentra respaldado por las propuestas de modernización administrativa y en especial por el movimiento de la Gestión Estratégica de Recursos Humanos (Strategic Human Resourcer Managment) (AMSTRONG, 1999; KLIGNER y NALBADIAN, 1998) en el marco de la Nueva Gestión Pública (BRUGUÉ y SUBIRATS, 1996; BOZEMAN, 1998). Pero, por otra parte, está el enfoque dirigido a revalorizar lo que se conoce como servicio civil de carrera2, el cual guarda una relación estrecha con el modelo burocrático denominado weberiano. Este esquema, a diferencia del anterior, privilegia aspectos como la carrera administrativa o la estabilidad en los puestos de trabajo de los funcionarios. Es menester mencionar que, si bien con el tiempo esta figura ha mostrado algunas de sus deficiencias como es, por ejemplo, la rigidez e inamovilidad, ahora mismo el tema de la reforma de los servicios

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civiles de carrera forma parte de las agendas de aquellos países que cuentan con esta figura en sus Administraciones Públicas.

Como parte del debate generado, resulta sumamente interesante destacar la revalorización de una figura como el servicio civil de carrera, a pesar de sus reformas; sobre todo en una época caracterizada por la fuerte presencia de propuestas de tipo neoempresarial, de reinvención del gobierno, que forman parte de la Nueva Gestión Pública en el marco de procesos de modernización de las Administraciones Públicas, cuyas principales características y conceptos derivan de la visión de que el Estado presta servicios prácticamente del mismo modo en que una empresa o despacho vende productos al consumidor: por tanto, no existe ninguna razón que impida que una organización pública se someta a las mismas reglas y condiciones a las que se someten todas las empresas privadas. Esto, de alguna manera, ha venido a conformar una nueva ideología que puede ser...

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