Otra vuelta de tuerca: la filosofía analítica en Iberoamérica.

AutorQuintanilla, Pablo
CargoEnsayo

Resumen: Ésta es una contribución al debate originado por Guillermo Hurtado y proseguido por Manuel García-Carpintero y Horacio Luján Martínez, con relación al sentido y a los objetivos de la filosofía analítica, especialmente en Iberoamérica. En ella se defiende que las tesis de Hurtado también se pueden aplicar al cultivo de filosofías no analíticas, pues en realidad conciernen a la filosofía profesional que se practica dentro y fuera de Iberoamérica. Se sostiene, además, que si bien la profesionalización y la masificación de la filosofía son fenómenos en sí mismos positivos, tienen consecuencias colaterales negativas respecto de la calidad de la filosofía que se produce. También se aduce que el que una propuesta filosófica no tenga una inmediata relevancia existencial o política no la hace menos importante, siempre que en algún sentido amplíe las fronteras del conocimiento.

Palabras clave: filosofía analítica iberoamericana, metafilosofía, filosofía profesional

Abstract: This is a commentary on a debate originated by Guillermo Hurtado and followed up by Manuel García-Carpintero and Horacio Luján Martínez, in regards to the meaning and objectives of analytic philosophy, especially in Latin America. This paper holds that Hurtado's theses are also true about non analytic philosophy, since they are about professional philosophy, as practiced both inside and outside Latin America. Professionalization and popularization of philosophy, while positive phenomena in themselves, have negative collateral consequences on the quality of philosophy produced in the present moment. It is also held that the fact that a given philosophical proposal has no immediate existential or political relevance doesn't make it less important, as long as in some sense it widens the frontiers of knowledge.

Key words: analytic Latin American philosophy, metaphilosophy, professional philosophy

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El agudo y sugerente artículo de Guillermo Hurtado "Qué es y qué puede ser la filosofía analítica" ha generado un encomiable debate (1) que, por diversas razones, considero que merece ser proseguido.

En primer lugar, varias de las ideas planteadas por los participantes en la discusión son asumidas tácitamente por muchos filósofos iberoamericanos sin que sean explícitamente analizadas. Esta es, pues, una oportunidad para tematizar esas intuiciones y confrontarlas con el juicio crítico. En segundo lugar, las tres posiciones que hasta ahora se han ofrecido constituyen una muestra que refleja bastante bien la variedad filosófica "analítica" iberoamericana, lo cual nos recuerda que tendríamos que ser más cautos cuando hablamos de "la filosofía analítica", latinoamericana o no, como si se tratara de un paquete de ideas y metodologías con contornos claros. En tercer lugar, aunque la metafilosofía es un aspecto inseparable de la filosofía, la filosofía analítica tradicionalmente no le ha otorgado suficiente espacio. Esto puede deberse a que, para muchos analíticos, suele quedar muy claro cuál es el objetivo de su disciplina y, entonces, parece más provechoso abordar directamente los problemas sin necesidad de repensar indefinidamente las condiciones de posibilidad de la filosofía misma o las ventajas y desventajas que la analítica tiene respecto de otras tradiciones filosóficas.

De hecho, en los orígenes de la analítica estuvo muy presente el deseo de desligarse de las tendencias ultraespeculativas frente a las que los analíticos reaccionaban, es decir, el neohegelianismo británico y estadounidense. Tanto la entonces naciente filosofía analítica como el pragmatismo de C.S. Peirce, William James y Josiah Royce tenían en su agenda el diseño de una forma de hacer filosofía que abordara los verdaderos problemas que a los filósofos les interesan y no sólo las condiciones de posibilidad de abordar esos problemas. Hacia comienzos del siglo xx, el filósofo peruano Pedro Zulen, discípulo de Royce, publicó un libro sobre el desplazamiento del neohegelianismo hacia las formas nacientes de pragmatismo (2) en el que se puede observar con claridad la tensión entre esas dos tendencias.

Los analíticos tempranos, marcados a fuego por el enfoque logicista de Bertrand Russell y G.E. Moore, por el Círculo de Viena y por los filósofos del análisis del lenguaje ordinario, se hallaban exasperados ante el hecho de que la filosofía diera interminables vueltas sobre sus propias condiciones de posibilidad, repensando interminablemente los instrumentos con los que abordaban sus objetos, y veían con cierta admiración el progreso científico, pues suponían que cuando una disciplina ha alcanzado cierta madurez ya no tiene que seguir discutiendo su metodología y simplemente la aplica. Los analíticos tempranos querían operar como los científicos, es decir, logrando progresos, pequeños pero definitivos, sobre los cuales otros podrían seguir construyendo. Gracias a una simple vuelta de tuerca, poco ambiciosa pero atinada, sería posible lograr el continuo avance de la filosofía. Dediquémonos pues, hubieran dicho estos analíticos, a poner un ladrillo sobre otro, antes que a imaginar edificios que no pasarán de los planos, como ya se ha hecho demasiadas veces en la filosofía.

Tampoco ésta era una idea nueva. En el párrafo conclusivo de la Crítica de la razón pura, (3) Kant expresa su esperanza de haber puesto los cimientos para que otros pudieran seguir por el mismo camino. De igual manera, en el penúltimo párrafo del prólogo al Tractatus logicophilosophicus, (4) Ludwig Wittgenstein usa la metáfora del clavo (esta vez no la de la tuerca) para indicar que el valor del libro será mayor cuanto mejor se hayan expresado los pensamientos en él contenidos, es decir, cuanto más se haya remachado el clavo. Se diría que esto muestra lo profundamente moderna que nació la filosofía analítica, anclada aún en el modelo cartesiano de una mathesis universalis. Yo me inclino más bien por señalar que lo que esto prueba es lo profundamente filosófica que siempre fue la filosofía analítica, porque este proyecto es, por lo menos así lo veo, connatural a la filosofía. Por otra parte, si tuvo un mérito la analítica desde sus orígenes, aunque constato con cierta preocupación que es algo que podría estarse perdiendo, es el recordarnos que los proyectos filosóficos y científicos siempre han estado comunicados entre sí y que no deberían dejar de estarlo. Toda esta digresión tiene como objetivo, en todo caso, explicar el tradicional desdén de los analíticos por la metafilosofía, a pesar de que recientemente se han publicado varios libros de metafilosofía analítica. (5) Confieso, no obstante, que dudo que en muchas de esas publicaciones se hayan abordado preguntas cruciales sobre lo que es y lo que debiera ser (si debe ser algo en particular) la filosofía, especialmente la analítica. A veces hay más pensamiento metafilosófico en un ensayo libre como el de Guillermo Hurtado, que en varios artículos profesionales de metafilosofía.

Concentrémonos entonces en el texto de Hurtado. Este autor sostiene que la filosofía analítica comenzó siendo (en todas partes, pero también en Latinoamérica) un movimiento conceptual revolucionario y de liberación, pero que con el paso de los años y de una creciente profesionalización se ha ido convirtiendo en una forma de escolasticismo en el que se debaten con suma sofisticación problemas de detalle que no necesariamente son relevantes para las preguntas fundamentales del ser humano, las cuales tienen que ver con cuestiones existenciales y sociales más universales. Por eso, dice Hurtado, "[mjuchos artículos de filosofía analítica son como una sofisticada herramienta de precisión que sólo sirve para ajustar un pequeño tornillo". (6) Una vez hecho el diagnóstico, Hurtado ofrece como recomendaciones, (i) romper "la relación de...

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