Violencia de género hacia mujeres del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra

AutorBlanca Estela Carrillo Franco; Emma Zapata Martelo; Verónica Vázquez García
Páginas127-147

    Agradecemos a Aída Hernández R. las valiosas observaciones que hizo a una versión preliminar de este artículo.

Blanca Estela Carrillo Franco; Emma Zapata Martelo; Verónica Vázquez García. Profesoras del Colegio de Postgraduados. Estudios del Desarrollo Rural. Correos electrónicos: utopiablanca@yahoo.com.mx, emzapata@colpos.mx y vvazquez@colpos.mx.

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Introducción

En las siguientes páginas se expone tanto lo que las mujeres recuerdan de la agresión sufrida en sus cuerpos, como la que se llevó a cabo en contra del movimiento social del FPDT, para reprimir el levantamiento en Atenco. Se argumenta que la participación de las mujeres las convirtió en blanco de violencia de género por parte del Estado, dentro de un marco de persecución política consistente en violación sexual y tortura sexualizada.1

Cuando el Estado reprime, indiscutiblemente afecta a hombres y mujeres; sin embargo, en este trabajo se señala la importancia de recuperar las perspectivas y vivencias de las mujeres, ya que los escritos académicos y periodísticos –hasta ahora– se han centrado en la experiencia masculina, aunque ellas fueron directa y diferenciadamente violentadas.2 Además, se escribe este artículo testimonial por la urgencia de exponer y denunciar en la mayor cantidad de espacios posibles lo ocurrido durante los días tres y cuatro de mayo de 2006, cuando las mujeres vivieron la violencia en su máxima expresión: física, psicológica y sexual.

Lo anterior cobra relevancia si se considera que, aunque denunciaron las violaciones sexuales de que fueron víctimas, los medios de comunicación y los funcionarios públicos siempre lo pusieron en entredicho, y a más de tres años del suceso no han recibido castigo los autores de tal despliegue de violencia.

Para obtener información, las herramientas utilizadas fueron: 1) historia oral de seis mujeres y cuatro hombres; las seis estuvieron presas y sufrieron violencia física y psicológica, dos son de San Salvador Atenco y cuatro que habían acudido a solidarizarse con el FPDT; de estas últimas, tres sufrieron violación sexual y una abuso sexual. De los cuatro hombres entrevistados, tres estuvieron presos y vivieron violencia física y psicológica, y uno de ellos estuvo escondido, pues pesaba sobre él una orden de aprehensión.3 Con los testimoniosPage 129 de ellas/os se reconstruyen las memorias y experiencias como víctimas de la violencia de Estado y la manera en que éste utilizó la violencia de género para frenar la participación de las mujeres en el FPDT y desmovilizar al grupo; 2) observación participante en los mítines, marchas, asambleas y foros, lo cual permitió entender la forma en que se desenvuelven en el FPDT; 3) entrevistas en profundidad con 19 mujeres integrantes del FPDT –compañeras y/o familiares de los/as que vivieron la represión del Estado directamente–; con ello se logró conocer la manera en que impactó la represión en sus personas y el modo de participar en el movimiento, y 4) una etnografía acerca de todas y cada una de las actividades que realizan las mujeres en los espacios que organiza el FPDT como marchas, mítines, foros y plantones.

El trabajo está dividido en cuatro apartados. En el primero se plantean las premisas teóricas a partir de las cuales se analiza la violencia de género en el caso de Atenco. Se discuten los aparatos e instrumentos represivos del Estado patriarcal como son violación sexual y tortura sexualizada. En el segundo se enuncian los antecedentes del FPDT y se expone la represión del Estado hacia el movimiento de Atenco. En el tercero se habla de cómo la participación de las mujeres en el FPDT las convirtió en blanco de la violencia de género por parte del Estado, y cómo han seguido colaborando en resistencia. En el cuarto se anotan las conclusiones.

Estado represor y movimientos sociales

Antes de entrar de lleno en el que nos ocupa, debemos situar de manera general el contexto de represión estatal que rodea a los movimientos sociales en México. Para entender la respuesta violenta del Estado mexicano ante la protesta social y las reformas judiciales que tienden a criminalizar a los movimientos sociales, es importante reconocer que estamos ante una crisis de hegemonía del Estado. En el ámbito económico, bajo el modelo neoliberal, se han perdido empleos y las garantías laborales son cada vez menores. Las instituciones del Estado como los sindicatos y los partidos políticos –otrora encargadas de satisfacer las demandas políticas de la ciudadanía– han perdido credibilidad.4

Cada vez surgen más voces desde el pueblo que pugnan por formas alternativas y diferentes de ver el mundo. Indígenas zapatistas, que reivindican sus maneras de vivir y de ser. En Oaxaca las y los maestros piden aumentos salariales llevando el mensaje de que no se sigan sacrificando a las clasesPage 130 trabajadoras en favor de las poderosas. En Cacahuatepec, Guerrero, exigen la conservación de la naturaleza por encima de intereses económicos. La lista de movimientos sociales contrahegemónicos en el país es muy grande, pero el FPDT es tal vez uno de los más golpeados por la violencia de Estado.

Varios autores5 han caracterizado al Estado mexicano como corporativista, por su capacidad de cooptar a los distintos sectores de la sociedad y contener la protesta social mediante el control ideológico. Los aparatos ideológicos –entre ellos los religiosos, escolares, familiares, políticos, sindicales, de información y culturales– le han permitido mantener su hegemonía,6 creando ideología a favor del sistema económico y social que impera, para evitar movilizaciones sociales sin el uso de la fuerza. Sin embargo, en los últimos años hemos presenciado una crisis de la hegemonía estatal ante la incapacidad de los aparatos ideológicos del Estado para frenar la protesta social, de forma que los aparatos represivos, mediante la violencia, han sido los indicados para detenerla –ejército, policía, tribunales de justicia, cárceles, etcétera–, con los cuales se consigue mantener el sistema establecido. Los aparatos represivos del Estado funcionan masivamente coercionando como forma predominante. Se constituye un todo organizado cuyos diferentes miembros están centralizados bajo una unidad de mando al servicio de la clase dominante.7

En los últimos años, en México, hemos visto cómo la opción del Estado ha sido reprimir a la disidencia. La constante es la violencia y persecución a los movimientos sociales. Los ejemplos más visibles son la represión masiva a las bases de apoyo zapatistas, El Bosque y Acteal, en Chiapas; Aguas Blancas y El Charco, en Guerrero, y a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). De esos golpes represivos ha habido infinidad de personas detenidas, muertas, desaparecidas, perseguidas, expulsadas, oprimidas y también violaciones sexuales a mujeres.8

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Apuntes sobre la represión

Cuando la represión estatal se dirige hacia algún movimiento social, ésta es sólo parte de un esquema más amplio de “persecución política”, cuyo principal objetivo es exterminarlo, bloqueando abruptamente la participación de personas activas en la lucha social. Para ello el Estado organiza la violencia física directa, donde la crueldad del sistema se hace completamente visible, no hay matices en el uso de la fuerza. Así, huelgas, manifestaciones colectivas y movilizaciones sociales son aplastadas por el Estado.9 El encarcelamiento, desaparición, asesinato, persecución con orden de aprehensión o sin ella, despidos laborales, desprestigio, exilio, hostigamiento, descalificación, tortura, violación sexual, masacres, golpes de represión masiva, detenciones multitudinarias y militarización, son los instrumentos de que se sirve el Estado10 con la finalidad de consumir al sujeto mediante la constante amenaza mortífera de sus cuerpos. Las instituciones y la ley desempeñan un papel determinante, pues en forma constante actualizan la coerción corporal con amenazas de mutilación (prisión, ejército, policía).11 Quien padece la represión debe esconderse, exiliarse o vivir en la clandestinidad. Para lograr la efectividad represora del Estado, el papel de la ley es fundamental.

Cuando el Estado reprime, los derechos fundamentales de la humanidad12 son violentados. Aun cuando todas las personas deben gozar de éstos por el simple hecho de ser humanas/os, en los operativos policiacos la violación a ellos es constante; las personas quedan en total estado de indefensión porque las instituciones encargadas de vigilar y procurar el Estado de derecho (entendido como aquel cuya actuación se apega a las leyes establecidas en su territorio) son las que controlan y realizan la dominación estatal.13

Si se reprime una manifestación, mitin o marcha organizada por algún movimiento social, se recurre al argumento se hace para “restablecer el EstadoPage 132 de derecho”. La pregunta es: ¿cómo pretenden “restablecer el Estado de derecho” si al mismo tiempo se exceden violentamente pasando por encima de los derechos fundamentales de las personas? Queda claro que lo que más importa a las autoridades es contener la disidencia.

Se han hecho reformas a la ley que transforman en delitos lo que antes eran actos comunes del repertorio de lucha de los movimientos sociales. Anteriormente el motín era un delito político que no se consideraba grave, por lo que pagando la fianza, el inculpado podía...

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