Vindicación de Méjico

AutorAndrés Henestrosa
Páginas539-540
El libro, al contrario de la literatura narrada, es en cierto modo antisocial,
en el sentido en que lo escribe un solo hombre, que tiene un dueño que a veces
no quisiera ser molestado por nadie, por temor de que el encanto de la letra
escrita se desvanezca. Tiene dueño, tiene autor, el libro. Pero la leyenda, no: es
un patrimonio común. El libro se lee, la leyenda se narra. El libro explica ciertas
cosas; en cambio la leyenda lo explica todo: no hay cosa que no pueda explicarse
con una leyenda. Dijimos que fue el principio de la literatura; ahora digamos
que fue el origen de la ciencia y de la filosofía. Nació cuando el hombre sintió la
necesidad de explicar los fenómenos que a diario observaba. Y sus explicaciones,
si bien no son verdades científicas, son verdades poéticas, que a la larga vienen a
ser una verdad más exacta y perenne, porque una vez captada no deja de ser.
2 de febrero de 1958
Vindicación de Méjico
Así, de momento, no podría decir quién fue Ramón de Ceballos. Tampoco creo
haberme encontrado antes con su nombre en los textos de historia nacional. Es
posible que algún historiador de la guerra con los Estados Unidos lo mencione y
hasta haya aprovechado sus noticias. Pero como dicen las Escrituras, por su obra
lo conoceremos. Y así es: Ramón de Ceballos publicó en Madrid, en el año de
1856, un libro titulado Vindicación de Méjico, en XXIV capítulos. En la carta con
que lo ofrece a la soberana española, proclama como su solo título, y el mejor, el
de ser buen mexicano. “Yo sólo vindico mi patria, Señora, del concepto falso en
que algunos periódicos de su Corte la pretenden colocar.
De alegato a favor de México puede calificarse la breve obra de Ramón de
Ceballos. En efecto, tiene como mira principal despojar a México y a los mexica-
nos del concepto nada favorable en que los tienen algunos periodistas de Madrid
que, todavía resentidos por la reciente independencia de nuestra patria, tienen la
osadía de postular como su mayor desgracia la de haberse liberado de la domina-
ción española. En el periódico España, uno de esos periodistas escribió: “Méjico,
que había exagerado hasta la demencia sus persecuciones contra los acreedores
españoles; que tiene fundados en sólidos títulos su reputación de estado anárqui-
co e informal; que ha sido siempre insolente con los débiles y humildísimo con
los fuertes; que en su presente estado de completa disolución social y política no
AÑO 1958
ALACE NA DE MINUCI AS 539

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