La vida dramática de Rubén Darío

AutorAndrés Henestrosa
Páginas208-209
208
ANDRÉS HEN ESTROS A
La vida dramática de Rubén Dar ío
La biografía de Rubén Dar ío es todav ía una empresa inconclusa, a pesar de
la innumerable cantidad de libros que sobre ella se ha escrito. Algunos, como
el de Francisco Contreras pa ra citar uno solo, y no obstante su excelencia,
no vienen a ser otra cosa que capítulos de su biografía. Lo demás hay que
considerarlo como tentativas y acarreo de material para armar el edificio de
su vida. Bien lo dice Edelberto Torres, autor de uno de los últimos capítulos
que sobre la vida del gran nicaragüense se han escrito recientemente. Y lo que se
dice de su vida, se puede decir de sus obras, campo en el que hay que apuntar
el hasta ahora más completo de todos es el llevado a cabo por el investigador
y erudito mexicano A lfonso Méndez Plancarte. A sí lo deducimos del denso,
nutrido de informaciones, penetrante libro de Edelberto Torres, publicado
hace dos años en Guatemala, La vida dramática de Rubé n Darío. Es éste un
libro de creación y de recreo. El autor no olvida que por sus frutos se conoce
el árbol y así se atreve por la selva de la obra rubendariana para establecer el
itinerario de los pasos del poeta por el mundo y fijar de ese modo el ambien-
te en que nacieron sus poemas. Buena táctica, seg ún lo demuestran la s no-
vedades que en el capítulo de la cronología de su producción señala el señor
Torres. Recuerdos personales, informaciones proporcionadas por personas
que lo trataron, tanto como el acervo bibliográfico sobre la materia, le sirvie-
ron a Edelberto Torres para amasar su obra que a decir verdad, desconcierta
a veces, sin duda porque no siempre c onsigna la s fuentes de sus asertos y
uno se queda en la duda de haberlo leído antes, en otra parte. No importa.
El libro es novedoso, escrito c on sangre, con una simpatía que desborda las
páginas.
Cosas que otros callaron, por desconocerlas o por prejuicio de que redu-
cían la gloria del poeta, las cuenta Edelberto Torres, llanamente. Y si el hom-
bre reduce, el poeta crece en cambio. Rubén Darío estaba hecho de barro, era
pantano, pero podía reflejar las estrellas sin empañar su blancura. El libro lo
pinta de cuerpo entero, desde sus niñeces como decía el Inca Garcilaso, hasta
el día en que derrotado por la vida y por la muerte –dos cosas que en Darío se
confunden– se disputan los amigos y los parientes de su cerebro. Edelberto
Torres no se cura de que su libro se mantenga dentro del género de la biografía
y de la crítica literaria; por el contrario, poseído de un frenesí cuenta las cosas
con pluma desenfadada, soltando al curso de su tarea todo lo que le viene a

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