Viajeras en México

AutorAndrés Henestrosa
Páginas33-34
AÑO 1951
ALACE NA DE MINUC IAS 33
Viajeras en México
El trato con las letras mexicanas enseña que la historia y la mitología de Méxi-
co han sido creadas, en una gran proporción, por viajeros, escritores y artistas
que nos han visitado a partir de la Conquista y a lo largo de cuatro siglos. Des-
de luego no todo lo escrito por los extranjeros nos traduce. Frecuentemente,
sus escritos son precipitados, se quedan en la epidermis, en la periferia, no
logran vislumbrar el pozo en cuyo fondo se retrata nuestra imagen. Pero, a ve-
ces, cuando el viajero no es superficial, cuando no anda recorriendo el mundo
por falta de imaginación, de fantasía para quedarse en su tierra, sino que busca
en otras tierras, en otros paisajes, diferentes maneras de sentir y de pensar,
como decía el poeta, alcanzan a captar, a a sir como al vuelo, matices de
nuestra vida y de nuestra alma que nosotros, de puro familiares, no habíamos
advertido, embotada la percepción. De ahí que, a ratos, sean ciertas aquellas
palabras que Wells pone en boca de miss Water, según las cuales de afuera
ha de venir quien nos descubra. O quien ayude a descubrirnos. Las primeras
crónicas sobre la Nueva España crearon nuestro mito, dieron una imagen ideal
de nuestra tierra, aunque también una imagen velada, sombría. El Ensayo po-
lítico de A lexander von Humboldt mostró al mundo de su siglo una visión
moderna de México, apenas apuntada durante la Conquista y la Colonia. ¿Por
qué? Porque Humboldt era un hombre con ideas científicas, con mente libera-
da de cien prejuicios que estorban a las creaciones del espíritu. Por eso se ha
dicho que con su libro se inicia nuestra historia contemporánea. Con él y con
Francisco Javier Clavijero. Ello es cierto. Después otros escritores, otros viaje-
ros, otros artista s han retocado esa imagen pa ra mejor acercarlo a un retrato
verdadero. Al mediar el siglo pasado, Fanny Erskine, mejor conocida por la
Marquesa Calderón de la Barca, escribió sobre México uno de los libros consi-
derados clá sicos en el renglón de los libros de viaje, de lín ea genial, por sus
hallazg os, por la finura que significa a sir al vuelo, en un parpadeo, matices
los más delicados de nuestra más íntima manera de ser. Cincuenta años más
tarde, en los días en que Fanny Erskine Inglis cerraba los ojos, otra dama,
ésta norteamericana, publicaba en Boston, otro de los libros, si bien conocido
de muy pocos, uno de los más sentidos, simpáticos y tiernos que se hayan
escrito sobre nuestro país. Su autora, Fanny Chambers Gooch, viv ió en esta
ciudad durante siete años, y tuvo la provechosa curiosidad de ir anotando todo
aquello que lograra traspasar la mera visión física de las cosas para ir a caer en

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR