Otra vez el apotegma

AutorAlexandra Reyes Haiducovich
Páginas159-160
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EL APOTEGMA que inmortaliza a Benito Juárez, que lo con-
vierte en héroe universal, no apareció repentinamente en su
mente y en su pluma: la llevó y la trajo, la elaboró largamen-
te: en larva, en capullo está en alguno de sus textos. Estuvo a
punto de concretarla cuando escribió: “Nada con la fuerza:
todo con el derecho y la razón: se conseguirá la práctica de
este principio con sólo respetar el derecho ajeno.”
La pasión partidista, y más que la pasión de partido, el
odio complicado con la ignorancia, ha llevado, lleva aún,
a algunos a negarle a Juárez la paternidad de la sentencia
recia y brillante, igual que un lingote de oro. Que si está
en los griegos, que si en los latinos; que la forjó Benja-
mín Constant, tontería que todavía se escucha, como ayer
en boca de uno que cobra en las nóminas oficiales y se
proclama revolucionario. Francisco Bulnes, el erudito, el
sabio sin par Bulnes, el ídolo de los que están de rodillas
ante la inteligencia sin fijarse en el destino que se le da,
que lo tiene, buscó empeñosamente, aunque vanamente,
*Andrés Henestrosa, Divagario, México, El Día en libros, 1989, pp. 95-96.

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