Patrimonio urbano y turismo cultural en la Ciudad de México: Las Chinampas de Xochimilco y el Centro Histórico

AutorVíctor Manuel Delgadillo Polanco
CargoEs Doctor en Urbanismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (2005)
Páginas69-94

Es Doctor en Urbanismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (2005) y Maestro en Planeación Urbana por la Universidad de Stuttgart (1993). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores SIN Nivel 1. Medalla Alfonso Caso en reconocimiento por los estudios de Doctorado en Urbanismo, otorgada por la UNAM (2007). Profesor de tiempo completo del Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), plantel San Lorenzo Tezonco.

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Introducción

El turismo cultural urbano es un negocio que está creciendo en el mundo entero. Esta actividad no es tangencial a los sitios con valor patrimonial, sino un movimiento asociado a ellos y en particular a los Page 70 monumentos y sitios reconocidos como patrimonio de la humanidad. En efecto, las ciudades históricas, las ruinas de ciudades antiguas y otros sitios arqueológicos tradicionalmente han sido de los destinos turísticos más antiguos del mundo entero. Además, en el marco de la globalización de la economía, estos sitios se han constituido en "nuevos productos" turísticos promovidos por gobiernos y empresarios: en Europa las ciudades históricas concentran una cuarta parte del flujo anual de turistas. El turismo y la salvaguarda y aprovechamiento del patrimonio cultural son actividades no sólo contradictorias, sino a menudo conflictivas. El turismo es una actividad que irrumpe en ciudades con una estructura urbana y un tejido social que no fueron construidos para ello. Sin embargo, en muchos casos esta empresa se realiza a toda costa porque representa un gran potencial económico en términos de generación de riqueza y empleos. En México, el turismo constituye, después del petróleo y las remesas que envían los inmigrantes, la principal actividad económica nacional.

Este artículo analiza la relación entre el patrimonio urbano y el turismo cultural en la ciudad de México, a partir de dos sitios emblemáticos. Aquí se ponen en tela de juicio los discursos que justifican el turismo cultural, sus ventajas y desventajas, y se discute a quién pertenece el patrimonio edificado y quién se aprovecha de una herencia cultural que por definición es colectiva. De manera general se aborda el enorme y diverso legado cultural de la ciudad de México y su geografía turística, y en específico, se analizan los problemas y tendencias en dos de los sitios de la ciudad más visitados por turistas nacionales y extranjeros, que han sido reconocidos por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) como Patrimonio Cultural de la Humanidad: el centro histórico y la zona de chinampasde Xochimilco. Este artículo está basado en una investigación en curso y en otras experiencias de investigación y planeación urbana sobre esos territorios, realizadas para el Gobierno del Distrito Federal (GDF) y la UNESCO (Fideicomiso del Centro Histórico (FCH), 2000 y Delgadillo, 2006). Page 71

¿De quién es el patrimonio edificado y quién se beneficia con el turismo?

Desde hace más de cuatro décadas hay una visión, cada vez más generalizada, que ve en el aprovechamiento del creciente patrimonio cultural una posibilidad para generar recursos para su mantenimiento y recuperación, y producir ganancias económicas. Este enfoque concibe al patrimonio cultural como un capital que, debidamente preservado y aprovechado (generalmente para actividades turísticas), puede generar beneficios económicos. En este sentido, se demanda que el patrimonio urbano arquitectónico albergue funciones compatibles con sus características morfológicas y actividades rentables capaces de generar recursos económicos, en proporción a su dimensión y valor cultural. Desde una perspectiva social, una extensión de este enfoque reivindica que el patrimonio cultural es un capital social, que debe jugar a favor del desarrollo sostenible y contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de la población.

En las Normas de Quito, un documento producido en 1967 en una reunión auspiciada por la Organización de Estados Americanos (OEA), el turismo aparecía como la salvación del patrimonio cultural y una vía para el progreso. Aquí, se reconocían, 1. La gran riqueza histórica edificada en América Latina, producida desde tiempos prehispánicos y la Colonia, y se enfatizaba su estado de abandono y grave deterioro; y 2. Los enormes rezagos socioeconómicos que las políticas de sustitución de importaciones y los avances del desarrollo no habían conseguido reducir. La explotación turística del legado histórico edificado se imaginaba como una vía para el desarrollo, y por ello se promovía el remozamiento de los monumentos y sitios patrimoniales (ruinas arqueológicas, conjuntos conventuales, centros y barrios históricos, etcétera), y la introducción de infraestructura adecuada para el turismo. Bajo este enfoque, diversos gobiernos nacionales y organismos internacionales (la OEA, la UNESCO, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Banco Interamericano de Desarrollo, (BID)) planearon la recuperación de "circuitos turísticos" que unían los principales edificios monumentales en los centros históricos de Quito y Bahía (Azevedo, 2001). Page 72

En los albores del siglo XXI el patrimonio edificado se continúa concibiendo como un capital que puede generar beneficios económicos y sociales, pero ahora se demanda la intervención del sector privado. En el tránsito del Estado benefactor al neoliberal, la defensa y salvaguarda del patrimonio histórico dejó de ser una tarea exclusiva del Estado y de algunos grupos filantrópicos, para convertirse en una tarea que involucra al sector privado (BID, 2001). Bajo este nuevo paradigma se han realizado varios programas de gestión y recuperación de centros históricos, que se destinan fundamentalmente a los servicios culturales y turísticos; y en distintas ciudades han aparecido instituciones público privadas encargadas de ese proceso como la Empresa de Desarrollo del Centro Histórico de Quito y el Fideicomiso Centro Histórico de la Ciudad de México (FCH, estatizado en 2002). Estas instituciones no sólo promueven la recuperación y el aprovechamiento del patrimonio edificado, sino que asumen tareas de gestión urbana que antes eran atribuciones exclusivas del Estado.

La tarea de arreglar la casa para las visitas (por gusto o necesidad), plantea la pregunta sobre la distribución de los costos y beneficios de la actividad turística entre los distintos actores: sociales, públicos y privados; así como en el beneficio y riesgo para los sitios patrimoniales. Una tarea pendiente es evaluar si las expectativas de esas políticas y programas se han cumplido, si la riqueza derivada del aprovechamiento turístico del patrimonio cultural se ha derramado en el entorno físico, si se han mejorado las condiciones de vida de la población y si las ganancias de esa actividad son capturadas por el sector privado o las autoridades municipales. Distintas evidencias indican que varios programas de aprovechamiento turístico del patrimonio cultural y natural profundizan la inequidad y la desigualdad social; y que en algunos casos incluso se despoja de sus recursos naturales y culturales a las comunidades locales, quienes son vistas como obstáculo para el desarrollo del turismo (Castellanos y Machuca, 2008). Daltabuit (2000), por ejemplo, señala en su estudio sobre el ecoturismo en el "mundo maya" que los beneficios en las comunidades locales son pocos (empleos temporales, bajos salarios y suministro de algunos servicios), pero en cambio los costos de vida aumentan, las ganancias del gobierno y empresas no son reinvertidas en la comunidad y las desigualdades Page 73 sociales se incrementan. Curiosamente el BID señala como programas "exitosos" y "sostenibles" de desarrollo turístico y recuperación del patrimonio cultural a: 1. El programa Mundo Maya en México, donde el patrimonio cultural sustenta el turismo y éste difunde al primero; y 2. La recuperación de los centros históricos de Antigua, Guatemala y Cartagena de Indias, donde familias de altos ingresos (a menudo extranjeros) recuperan viviendas coloniales para usarlas como residencias temporales, restaurantes y hoteles para un creciente turismo urbano (BID, 2001). Aquí podemos añadir a San Miguel Allende, México, donde extranjeros han comprado decenas de viviendas para uso temporal o fijo y han desplazado a la población local. La prensa estadounidense habla de la gentrificación1 y creciente "expatriación" de mexicanos, a través de la presencia de más de 10 mil habitantes norteamericanos en esa ciudad histórica (Los Ángeles Times, 2007).

El turismo en un entorno no construido para ello

El turismo cultural urbano es una actividad que está creciendo en el mundo entero, pero que representa un pequeño porcentaje2 con respecto al turismo de playa, deportivo, de negocios y "religioso".3 De acuerdo con la Organización Mundial de Turismo (OMT) en 2005 hubo 808 millones...

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