El triángulo dorado: medios-dinero-partidos: reflexiones sobre la construcción de la nueva agenda mediático-electoral en México

AutorHugo Sánchez Gudiño
Páginas19-61
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El triángulo dorado: medios-dinero-partidos:
ref‌lexiones sobre la construcción de la nueva
agenda mediático-electoral en México
Hugo Sánchez Gudiño
Con dinero baila el perro…
sin dinero uno baila como perro.
(Poderoso Caballero es Don Dinero,
dicho popular)
CORRUPCIÓN POLÍTICA Y CLEPTOCRACIA:
UN MODELO TEÓRICO A DEBATE
La política profesional en México opera bajo una lógica propia, donde todo
aparece atravesado por la corrupción, que a su vez provoca intrigas, cons-
piraciones, pactos, paranoias y todo tipo de malabarismos. ”Existe una rela-
ción muy estrecha entre el autoritarismo y la corrupción, entre la falta de
democracia y la deshonestidad gubernamental. En efecto, el régimen presi-
dencialista posrevolucionario conf‌iguró sus mecanismos de poder y autori-
dad de tal manera que la corrupción pasó a ser quizá la más valiosa y per-
versa herramienta de la gobernabilidad.”1 Por lo anterior, la experiencia
política mexicana arroja un dato duro que forma parte de la identidad de la
vieja clase política nacional: la relación de proporción inversa entre repre-
sión y corrupción. Verdaderamente en política no hay reglas del juego, el
juego acaba con las reglas. Max Weber lo anotaba con toda certeza cuando
decía: “Quien se mete en política… ha sellado un pacto con el diablo, de tal
modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno sólo produzca el bien
y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario”.
1Adolfo Aguilar Zinser, “El compromiso de combatir la corrupción”, en Los compromisos
de la nación, 1996, p. 85.
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Es el escenario de lo que Huntington calif‌icaba como el resquebraja-
miento de las instituciones tradicionales por una modernización rápida, es
decir la corrupción, que “como tal engloba los sobornos, los abusos de
autoridad, el tráf‌ico de inf‌luencias, la deshonestidad, el enriquecimiento
ilícito, la traición y muchas otras linduras, ha sido un componente perma-
nente de la vida política en todas partes”.2
En el momento en el cual el mito democrático parecía predominar de
manera absoluta, los sistemas políticos occidentales, como anota Della
Porta y Mény, se encontraban bajo el aguijón de innumerables problemas:
crisis de los partidos, crisis de la participación, crisis económica y crisis de
los valores. “Desde esta óptica, los fenómenos de corrupción desarrollados
en el curso de los años noventa, y aún más la crecida sensibilidad de la
opinión pública hacia tal problema, representaban una de las expresiones
más penetrantes de dicha crisis.”3
La tesis del carácter negativo de la corrupción en relación con el fun-
cionamiento de los sistemas políticos democráticos no goza de un consen-
so generalizado. Sin embargo, el sistema funcionalista pretendió en la dé-
cada de los s esenta y setenta olvida r las connotaciones morales y los
juicios de valor sobre la corrupción para limitarse a la contribución que
esta última podía aportar a los sistemas burocráticos destinados al inmo -
vilismo. Esta escuela funcionalista estadounidense destacaba las ventajas
de una determinada dosis de corrupción en los países socialistas o en los
subdesarrollados: la corrupción representaba el “aceite” necesario para
accionar mecanismos trabados o envejecidos. En el mismo sentido se ex-
presaba la teoría sociológica de las organizaciones en el caso francés,
donde la “sociedad del inmovilismo” funcionaba gracias al uso generaliza-
do de arreglos entre los encargados de los trabajos.4
Para intentar comprender el interés que ha suscitado el problema de la
corrupción en la práctica política es necesario tomar en consideración dis-
tintos factores, de acuerdo con lo que sugiere Ackerman: “Hay que distin-
2César Cansino, “Honradez en la política?”, Metapolítica, núm. 45, México, enero -febrero
de 2006, p. 15.
3Donatella Della Porta e Yves Méndy, “Democracia y corrupción”, Metapolítica, núm. 45,
México, enero-febrero de 2006, p. 36.
4Ben Dor G., “Corruption, Institutionalization and Political Development”, en Comparative
Political Studies, núm. 1, Estados Unidos, 1974, pp. 63-84.
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guir entre cleptocracias, en las que la corrupción se halla organizada en la
cúpula del gobierno y otros actores políticos.5
Así elabora la siguiente tipología aplicable para el estudio de la corrup-
ción política (dinero-partidos):
a) Cleptocracia: Se ref‌iere a un gobernante o funcionario de alto nivel cuyo
objeto principal es el enriquecimiento personal y que detenta el poder de
realizar este objetivo mientras está en el cargo público.6
b) Monopolio Bilateral: un gobierno se enfrenta a un solo adversario prin-
cipal frente a la mesa de juego. En esta situación, al igual que en un mono-
polio bilateral, las posibilidades de obtener ingresos son compartidas entre
el sobornador y el gobierno. Su fuerza relativa determinará la forma en que
se comparten las ganancias.7
c) Maf‌ias: Diego Gambetta def‌ine una maf‌ia como un grupo de crimen or-
ganizado que proporciona servicios de protección que sustituyen a los que
proporciona el Estado en las sociedades ordinarias. En algunos casos bila-
terales, el Estado y la maf‌ia comparten los negocios de protección y quizá
incluso tienen servicios que se solapan.8
d) Soborno competitivo: una espiral de corrupción hacia arriba, donde la
rentabilidad del soborno debe aumentar en algunos escalones a medida
que aumenta la incidencia de la corrupción. Como aumenta la proporción
de funcionarios corruptos con el nivel de sobornos, un aumento en el nivel de
éstos con frecuencia aumenta la proporción de personas privadas que los
pagan.9
En conclusión, hay tres dimensiones fundamentales para determinar la
incidencia de la corrupción política, que lo mismo afecta la disponibilidad de
los políticos para aceptar sobornos y el f‌inanciamiento ilegal de sus campa-
5Corrupción se puede def‌inir de la siguiente manera: intercambio clandestino entre dos
mercados, el político y/o administrativo y el mercado económico y social. Es un intercambio
oculto que viola normas públicas, jurídicas y éticas, s acrif‌icando el interés general por el
privado. Donatella Della Porta e Yves Méndy, “Democracia y corrupción”, op. cit., p. 38. Jac-
queline Coolidge y Susan Rose-Ackerman, “High-Level Rent Seeking and Corruption in Afri-
can Regiment s: Theory and Cases”, Policy Research Working Paper 1780, Washington, D.C.,
Banco Mundial, 1997.
6Andreski Stanislav, “Kleptocracy or Corruption as a System of Goverment”, en The Afri-
can Predicament: A Study in The Pathology of modernization, Nueva York, Atherton, 1968.
7Mushtaq Khan, “A Typology of Corrupt Transactions in Developing Countries”, IDS Bul-
letin, 1996.
8Diego Gambetta, The Sicilian Maf‌ia Cambridge, Harvard University Press, 1993.
9Jean Tirole, “A Theory of Collective Reputations”, Review of Economic Studies, 1996.

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