Trata, Explotación Sexual, Prostitución y Derechos Humanos

AutorDra. Patricia Olamendi Torres
CargoDoctora en Derecho. Integrante del grupo de trabajo del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
Páginas15-20

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Ella tenía 14 años cuando quedó embarazada, sus padres la recriminaron y en su entorno familiar y social no encontró apoyo. Un tío llegó a su casa y le propuso que conociera a su amigo, a los pocos días de haber nacido su bebé, llegaron a visitarla su tío y el amigo, éste le propuso matrimonio y la familia lo agradeció, unos días después se trasladaron a Tlaxcala, su hijo fue entregado a la mamá del marido y ella fue llevada a un lugar en donde más de 20 hombres la violaron, trató de huir y sufrió violencia. La mandaron a Tijuana en donde intentó nuevamente escapar, durante su estancia presenció violencia extrema e incluso homicidios; finalmente con apoyo de una organización de mujeres, pudo salir de ese infierno, tenía 15 años y logró denunciar, dio nombres y datos de los lugares, de nada sirvió, su denuncia fue guardada en un cajón. Tiempo después, cuando hice la investigación de trata su caso me fue entregado junto con otras 53 llamadas “actas circunstanciadas” con testimonios similares, nunca supe si estaba viva o muerta, la información que dio seguramente fue a parar a manos de los tratantes beneficiados de esta red de complicidad y corrupción que impera en el país.

En otra investigación se ofrecían a las mujeres trabajar en spas para dar masajes, las víctimas eran también adolescentes con un bebé y con poca instrucción que finalmente eran vendidas a sus clientes y en los operativos policiacos siempre eran detenidas como probables responsables de un delito. De las 2 investigaciones que hice en México de denuncias de víctimas de trata y las que hice en Centroamérica, siempre encontré el mismo modus operandi de los tratantes, seducción, engaño con falsas promesas para unas, compra o secuestro para otras, violencia y más violencia, incluido el asesinato para todas. Características similares en las víctimas, mujeres y niñas en condiciones precarias, o que fueron expulsadas de sus hogares o salieron de ellos por haber sido violentadas o porque piensan que su futuro puede mejorar si aceptan ese supuesto empleo; en otros casos, algunas aprender a sobrevivir en ese mundo.

Los tratantes han construido una red de complicidades en la sociedad y en los aparatos gubernamentales, no solo en las áreas de justicia. Si una mujer es “problemática” la venden a otro grupo de tratantes o la mandan al extranjero. Incluso dentro de la política siempre encuentran defensores, en varias ocasiones he escuchado; “la prostitución siempre ha existido, hay prostitutas para todas las clases, pobres y ricos”, “ese negocio siempre va a existir”, “ellas también se benefician, ganan mucho para lo que hacen”. No deja de sorprenderme la ligereza con la que se expresan del tema, ni con la actitud con la cual siempre encuentran una forma de culpar a las mujeres.

Existe en la sociedad una confusión grave entre trata de personas, pros-titución forzada y prostitución. En el mejor de los casos hay quienes dicen oponerse a tajantemente al primero, pero en cuanto al segundo les parece aceptable incluso como profesión. Lo lamentable de todo es que la situación no cambiará tan rápidamente como quisiéramos, mientras no se avance en la igualdad real entre hombres y mujeres –lo que llamamos igualdad sustantiva– y mientras el papel de las mujeres en la sociedad no sea valorado y dignificado. Como la humanidad siempre ha vivido con ello, no resulta fácil construir una conciencia social que rechace estás formas de violencia contra las mujeres, a pesar de esfuerzos legislativos en el ámbito internacional y leyes nacionales. Además de campañas internacionales y nacionales que dan cuenta de la magnitud y atrocidad que significa la esclavitud que genera la trata y explotación sexual de mujeres y niñas.

Por otra parte, en nuestras sociedades no hemos logrado cambiar la visión sobre el significado de la prostitución y cómo ello mantiene o contribuye a la desigualdad y subordinación de las mujeres. En México el debate es

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reciente y necesario; hemos tenido 2 leyes, una federal y la vigente General contra la trata; además, durante los últimos 13 años se han cambiado varias veces los 33 códigos penales en el país. La prostitución es una forma de violencia contra las mujeres y una violación de la dignidad humana, es una forma extrema de discriminación que impide su desarrollo. Así lo han consignado diversos tratados de Derechos Humanos y más reciente de los convenios que protegen a las mujeres, la cedaw y la Convención de Belém do Pará con los que los países se han comprometido.

Según un informe de 2012, realizado por la Fundación Scelles, este fenómeno tiene una dimensión mundial que implica a entre 40 y 42 millones de personas, el 90% de las cuales depende de un proxeneta, si eso no es explotación sexual, ¿entonces cómo llamarla? En México, según el Censo de Población y Vivienda de 2010, el inegi contó a 57 millones 481 mil 307 mujeres, de ahí, la población total de “trabajadoras sexuales” –como las llama un organismo gubernamental– destaca el informe, “independientemente de su condición laboral de libertad,...

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