Toma de protesta. Palabras de Gonzalo Mani de Ita en la toma de protesta como presidente del Capítulo Nuevo León de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, A.C.

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La Barra Mayo-Agosto 2018
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orador nos volteaba a ver, pensando que sus
ocurrencias causaban ese efecto en nosotros;
así fluyeron los siguientes minutos, con
comentarios discretos pero amenos, sobre lo
que había pasado. Quien estaba a mi izquierda,
lo recuerdo también vívidamente, el Licenciado
Juan de la Cruz -a quien yo tampoco conocía-
estaba verdaderamente entretenido y bromeaba
conmigo de muy buen talante. Durante el resto
de la plática, ambos barristas, a mi derecha
e izquierda, me obsequiaban con su calidez,
además de apuntes sobre aspectos técnicos
de lo que se estaba exponiendo. Al término
de la plática y del evento, nos paramos todos,
algunos a saludarse, otros a despedirse y yo
permanecí todo el tiempo junto al abogado
del incidente de confusión de anteojos. Se
acercaron varios barristas a saludarlo, con
evidente admiración y gusto y me tocó escuchar
cosas muy interesantes. Ya como despedida,
el distinguido barrista protagonista de esta
anécdota, me preguntó mi nombre, se volvió a
disculpar y me dijo: “Joven abogado, si tiene
pensado ir a la cena de n de año, busque
sentarse lejos de mí, porque no quiero salir de
ahí, por error, del brazo de su novia o esposa,
porque entonces sí nos metemos en un problema
los dos.” Las reacciones fueron inmediatas, ya
a carcajadas de quienes estaban ahí.
Por supuesto que las siguientes semanas fui
objeto de muchas bromas en mi despacho,
pero todas en un sentido muy positivo. El
barrista del que les platico, era nada menos
que Don Jesús Zamora Pierce, Presidente
a esa persona sentada junto a mí, momento
en el que supe quién era y cuál era su cargo,
tras ser presentado. Segundos antes de esto,
yo me había quitado los lentes para descansar
un poco de ellos y los coloqué en la mesa. Fue
entonces cuando este abogado junto a mí, tomó
mis lentes por error, se los colocó y empezó
a hablar pues iba a dar algunos anuncios del
Colegio y comentarios sobre las actividades
del Consejo. De inmediato percibió que algo
no andaba bien, puesto que la hoja de notas
que llevaba, la acercaba, la alejaba; bajaba los
lentes, los volvía a subir, intentaba enfocar,
pero ostensiblemente sin éxito, Yo no pude
decir nada porque sucedió muy rápido y me
daba pena interrumpir; a pesar de todo esto,
este distinguido personaje en ningún momento
vaciló o perdió el ritmo en sus comentarios, y
aunque muy probablemente no siguió el orden
que llevaba en sus apuntes, entiendo que pudo
transmitir e informar lo que tenía planeado.
Cuando concluyó su intervención y le regresó
el micrófono al orador del día, le comenté en
voz baja que esos que tenía en la mano eran mis
lentes. Me los devolvió sonriendo y abrió un
estuche que tenía frente a sí, de donde sacó los
suyos, mismos que, aunque no idénticos, sí eran
muy parecidos a los míos. Se disculpó y yo le
dije que no había problema alguno y comenzó
a reír, disimuladamente. Yo me contagié de su
risa, como también lo hicieron las personas
que estaban cerca y se habían dado cuenta del
curioso incidente. Tratábamos de contener la
risa, pero como sucede en esos casos, mientras
más se intenta, la risa se vuelve contagiosa. El
Capítulo Nuevo León
Muy apreciables Lic. José Mario de la Garza
Marroquín, Presidente de la Barra Mexicana,
Colegio de Abogados, Lic. Rodrigo Zamora
Etcharren, Segundo Vicepresidente, Lic.
Quetzalcóatl Zandoval Mata, Primer Secretario
Propietario.
Distinguidos Miembros del Consejo, Jorge
Ojeda Santana y Eduardo Méndez Vital.
Queridos Ex Presidentes del Capítulo Nuevo
León.
Entrañables amigas y amigos Barristas.
Queridos Directores de Escuelas de Derecho,
Escuela Libre de Derecho de Monterrey,
Universidad Regiomontana y Universidad de
Monterrey, respectivamente: Lic. José Roble
Flores, Lic. Jorge Garza Valle y Dr. Rafael
Ibarra Garza.
Damas y Caballeros
En algún mes del primer semestre del
año 1995, no recuerdo con exactitud cuál, y
teniendo apenas algunos meses de haber sido
aceptado formalmente como barrista, asistí a
una sesión-comida de la Comisión de Derecho
Fiscal en el University Club de la Ciudad
de México, lugar donde hasta la fecha, se
llevan a cabo la mayoría de las sesiones de las
comisiones de estudio y ejercicio profesional.
Llegué en compañía de miembros del despacho
en el que trabajaba entonces, y lo hicimos al
lo de la hora de inicio del evento. Apurados,
buscamos lugar para sentarnos, y de manera
fortuita y natural, me tocó sentar, en uno de las
pocas sillas disponibles, justo en el centro del
salón, al frente en donde estaban las personas
con el uso de la voz. Y aunque era algo
intimidante para mí llegar ahí como un abogado
joven y estar al frente con las posibles miradas
sobre mí, de los asistentes sentados en forma
de herradura, ocupé ese lugar. A mi derecha,
exactamente junto a mí, había un abogado,
que en ese momento yo no sabía quién era,
pero pensé que denitivamente era alguien;
alguien importante, porque captaba las miradas
de la concurrencia, tenía porte, personalidad
y elegancia. Antes del inicio de la exposición
del tema respectivo, que recuerdo muy bien
estaba a cargo del maestro Raúl Rodríguez
Lobato, se cedió el micrófono precisamente
TOMA DE PROTESTA

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