Tierra o papel

AutorHeberto Castillo
Páginas33-37
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En 1962, el general Lázaro Cárdenas iniciaba los trabajos para de-
sarrollar la cuenca del río Balsas y caminamos con él por brechas y
caminos de tierra por el estado de Guerrero. Saliendo de Iguala
pasamos por Ichcateopan, Arcelia, Tlapehuala, Placeres del Oro y
Altamirano (antes Pungarabato). La miseria y desamparo de los
habitantes de los caseríos por los que pasamos era ostensible.
Como Cárdenas era portador de esperanzas, los campesinos se
apiñaban a su paso para contarle el abandono, los engaños y des-
pojos de que eran víctimas. Un campesino relató una y otra vez su
problema hasta que se cansó, sin que el general pestañeara siquiera.
Le oía y oía tanto como el otro hablaba y hablaba. Que alguien los
oyera —dijo a quien pidió explicación por su paciente proceder—
les da aliento para seguir adelante y luchar. Siquiera que los oyeran.
Cárdenas escuchaba mucho y hablaba poco.
Llegamos a Ciudad Altamirano, en donde hacía un calor infer-
nal. Un lugareño pudiente nos recibió y nos dio en su casa comida
y reposo. Entre tanto, aguardaban campesinos que deseaban plan-
tear sus problemas al general. Fuimos con ellos a una escuela en
Tierra o papel

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