Ética ambiental o ética ecológica. Una tentativa de aclaración

AutorTeresa Kwiatkowska
Páginas33-51
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Ética ambiental o ética ecológica. Una tentativa
de aclaración
No hay uno solo de los problemas acerca de la naturaleza y su degradación
que se haya discutido, tras el cual no se esconda la presencia de otro, cuyos
planteamientos, discusiones y soluciones son inf‌i nitos. Por ello, es lógico
que las preguntas sobre la “obligación moral” hacia el ambiente provoquen diversas
opiniones. Varios f‌i lósofos ambientales, poniendo a un lado la libertad del ser humano
de actuar de acuerdo con sus valores, coinciden en admitir un cierto determinismo
ambiental; esta tendencia se manif‌i esta, en el ámbito ético, cuando se considera a la
naturaleza como fundamento y base del ideal de nuestra conducta hacia el mundo
que nos rodea. Como expondré en los capítulos subsecuentes, el signif‌i cado de las
palabras “naturaleza” y “natural” no goza de una dilucidación precisa, ni siquiera en
la moderna ciencia de la vida. Por consiguiente, no es sencillo establecer un concepto
integral de naturaleza, debido a que son múltiples las def‌i niciones científ‌i cas propias
de cada teoría. De igual forma, conviene recordar que no existen razones para pensar
que la descripción científ‌i ca del mundo natural haya inf‌l uido inmediata y directamente
en los diversos vínculos de los seres humanos con la Naturaleza. La realidad física
y biológica ha sido difícil de comprender y explicar como si fuera una “recolección
libre de varias anécdotas poco armónicas”.1
1 Simon A. Levin, “The Problem of Pattern and Scale”, ESA publication, Ecology, 73(6), 1992, pp.
1943-1967.
La primera versión en inglés ha sido publicada por Ludus Vitalis, Revista de las ciencias de la vida,
vol. XIII, núm. 23.
CONTROVERSIAS DE LA ÉTICA AMBIENTAL
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Tradicionalmente, la f‌i losofía ambiental, al igual que otras disciplinas, recurre a
las ciencias de la vida. Desde luego, parece sensato asumir que las ciencias dedica-
das a las diversas formas en las que el mundo natural funciona tienen relevancia en
la discusión respecto a los valores que la ética ambiental considera esenciales. Pero
también es preciso señalar que algunos f‌i lósofos ambientales procuran interpretar y
usar nociones y temas de las ciencias naturales en contextos como el f‌i losóf‌i co, el
ético, el social o el económico, sin preocuparse demasiado si dichos conceptos son
comprendidos adecuadamente en estos ámbitos. No debe olvidarse que no sólo se
trata de una cuestión de terminología, sino de una verdadera comprensión y reco-
nocimiento de estos términos para evitar descripciones o explicaciones erróneas del
mundo físico y biológico que perjudiquen nuestros actos y las políticas ambientales
oportunas. Sin duda alguna, la ciencia natural nos aproxima a entender el mundo
natural, pero no determina de antemano el signif‌i cado que habrá que dar al término
“entender”, ni presupone que el conocimiento de la naturaleza, f‌i jado en exactas y
def‌i nitivas fórmulas matemáticas, sirva para aplicarse a todo y en todo. Entretanto, las
interpretaciones equívocas crean ilusiones que reducen la prevención de contingentes
ambientales cuyas consecuencias pueden ser fatales.
A pesar de la crítica extendida que cuestiona una relación estrecha entre estos dos
dominios de conocimiento, algunos f‌i lósofos ambientales identif‌i can lo “natural”2 con
“el bien” o “lo bueno”, asumiendo, a pesar de las sugestivas af‌i rmaciones del f‌i lósofo
escocés David Hume (1711-1776),3 la existencia de un deber específ‌i co: la obligación
de promover y conservar el mundo natural. Se pueden nombrar fácilmente muchos
ejemplos de tal postura, la cual se deriva directamente de la procedencia biológica
de los seres humanos. Curiosamente, esta idea ha provocado una valoración positiva
de la naturaleza, dándonos una imagen indudable de su bondad. Este error recurrente
que concede al mundo natural un papel básico en la teoría moral lleva a un argumen-
to ontológico en favor de la conservación de la naturaleza y como ejemplo de ello
podemos aducir la cuestión de “biodiversidad”: mientras que las cifras referentes a
la desaparición de las especies son dudosas y las def‌i niciones del término “especie”
suscitan discrepancias, según los reportes científ‌i cos, la biodiversidad disminuye. En
el contexto de la ética “ecológica” surgen las preguntas: ¿tenemos el compromiso de
actualizar su potencial?, o ¿hay que permitir que transite espontánea o naturalmente
de la potencia al acto sin que intervenga el ser humano? o ¿requiere de una causa
2 Las disputas acerca del signif‌i cado del concepto de lo natural las abordaré en el capítulo 4.
3 David Hume, en su obra Tratado sobre la naturaleza humana (1739-1740), argumenta que el valor nunca
puede ser lógicamente derivado del hecho. La ética naturalista asume que algo es bueno porque es natural.

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