Tesón y constancia de Jesús Arellano

AutorAndrés Henestrosa
Páginas372-373
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ANDRÉS HEN ESTROS A
fervor y a sus entusiasmos. Sigue al héroe por todos los caminos que recorrió
hasta que Ignacio Elizondo lo traiciona y lo entrega a la furia y a la saña de los
realistas. Un momento muy dramático es aquel en que Hidalgo es fusilado,
con un verdadero lujo de crueldad. El héroe llora, pero quizá no fuera por los
dolores de sus tremendas heridas que le tenían destrozado el vientre, sino
con esas lágrimas que en el último instante asoman a los ojos de los grandes
hombres, para quienes morir más que una manera de acabar con la vida, es
una manera de dejar trunca una tarea. Un bello libro, sin duda, éste de Mel-
chor Sánchez Jiménez. Don Guillermo Ibarra que lo enriquece con un prólogo
entusiasta pero documentado, lo califica de obra clásica, si no para ponerla por
encima de las otras biografías de Hidalgo y de proponerla como obra impar, sí
para expresar su opinión franca de que “por su sinceridad, su ameno estilo y
hasta por sus dimensiones, será obra de grata lectura y fácil consulta para todo
aquel que se interese por la historia de México”.
19 de febrero de 1956
Tesón y constancia de Jesús Arellano
Aunque no comparta alguna de sus ideas, y sobre todo el encono, por no decir
esa suerte de tristeza del bien ajeno que en ocasiones preside sus trabajos,
no por eso dejo de aplaudir el tesón y la constancia de Jesús Arellano. Si no
fuera por esos signos negativos, aquí estaríamos todos aplaudiéndole. Porque
al paso que realiza una obra personal como poeta, viene publicando desde
hace dos o tres lustros, revistas literarias con el noble propósito de servir a las
letras nacionales. Quien alguna vez se haya empeñado en alguna tarea de esta
naturaleza, sabe qué amargura, qué vicisitudes hay que recorrer para lograrla.
Y Jesús Arellano lo ha hecho, una y otra vez, siempre con el mismo entusiasmo,
con aquel tesón que ya aludimos. No hay derrota que lo arredre, ni obstáculo
que lo detenga, ni peripecia que lo aniquile. El número de revistas que ha
publicado, ya alcanza la media docena. Recuérdense, por ejemplo, Fuensanta
y Metáfora. Pero no sólo eso. En los últimos años ha ordenado hasta dos anto-
logías poéticas: la Antología de los 50, primero, y luego, Poetas jóvenes de Mé xico,
que motiva esta Alace na. Arellano congrega en este florilegio a los poetas de
las últimas generaciones literarias, a partir de la revista Taller, en que apare-

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