Tercer principio. La democracia es una forma de vida basada en el constante mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos. Es responsabilidad del pueblo velar por este principio vital

AutorEnrique Uribe Arzate
Páginas31-33
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Segunda parte. Decálogo constitucional
Al plasmar en la Carta Magna esta aspiración, el pueblo de México patentizó su
vocación de franco rechazo a la guerra y la violencia; nuestro país ha sido lamentable-
mente escenario de muchos momentos de guerra y pérdidas. Los registros de nuestra
historia llevaron a nuestros constituyentes a desear la paz haciendo eco de una deman-
da colectiva que pedía poner alto a tantos enfrentamientos. Fue así como quedó escrito
en el texto de la Constitución este propósito que se debe atender y cumplir.
Es evidente que la paz y la seguridad aquí señaladas deben tener lugar en un
marco de expectativas de certidumbre jurídica y viabilidad para el desarrollo de los
habitantes. De poco le sirve al pueblo darle seguridad en las calles, si en su domicilio
falta lo indispensable para vivir con decoro y dignidad. De este modo, la aspiración
de vivir en paz y con seguridad se complementa con las posibilidades de que esa vida
en paz sea acompañada con posibilidades reales de crecimiento y bienestar para los
habitantes. Paz, seguridad y bienestar son las voces que condensan este principio es-
crito en la ley de leyes de México.
TERCER PRINCIPIO
La democracia es una forma de vida basada en el constante mejoramiento de
las condiciones de vida de los mexicanos. Es responsabilidad del pueblo velar
por este principio vital
Redactado en el artículo 3º de nuestra Carta Magna, el ideal democrático adquiere
peso y forma claramente denidos. Es muy importante señalar esto, porque los gran-
des autores y teóricos de la democracia se pierden en debates de altísimo nivel que
los llevan a perder de vista lo esencial de la democracia.
Nuestros constituyentes de 1917 tuvieron la lucidez y el sentido común extraordi-
narios para establecer este principio señero que, más allá de elecciones, partidos po-
líticos y votos, nos lleva al encuentro de lo esencial para la vida de los seres humanos.
La democracia debe pulsar sus avances o su medianía e inconsistencias en la vida
misma del pueblo; no hay fórmula compleja ni ecuaciones, ni aritmética que pue-
dan contradecir algo tan elemental y perceptible en lo que vemos. La democracia es
una forma de vida que debe permitir al pueblo alejarse de la ignorancia, la rapiña,
el hurto, los vicios y las miserias que nos corroen como sociedad (entrampada en las
inercias de la corrupción, las complicidades, la voracidad y la impunidad).
Como sociedad democrática, los mexicanos debemos mejorar las condiciones de
nuestra vida; si la capilaridad social no es posible, entonces la democracia puede ser
todo, menos la democracia que nos dice la Constitución. El pueblo así lo denió; esta
es su aspiración y como tal, debemos llevar al terreno de la vida cotidiana, la demo-
cracia que nos permita una vida en mejores condiciones de todo tipo: laborales, cul-
turales, en servicios, salud, esparcimiento, cultura, deporte, etcétera.

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