Telenovelas: la ficción que se llama realidad

AutorMiguel Ángel Aguilar Díaz; Ana Rosas Mantecón; Verónica Vázquez Mantecón
CargoDepartamento de Psicología, UAM Iztapalapa/Departamento de Antropología, UAM Iztapalapa/Departamento de Política y Cultura, UAM Xochimilco
Páginas173-185

Page 173

Introducción

Afínales del milenio, un problema que se presenta al observador de lo contemporáneo es cómo entender la persistencia de lo recurrente dentro de la transformación. Esto viene a colación por la coexistencia, en múltiples ámbitos, de señales de conjugación de lo nuevo y de lo viejo: arquitecturas posmodernas en centros históricos, nuevas tecnologías de comunicaciones que reproducen mensajes muy vistos (desde publicidad hasta cómo hacer amigos por correspondencia, ahora electrónica).

En esta madeja cotidiana en la que se aglutinan diversos tiempos y dimensiones sociales, el análisis de las estructuras afectivas que se ejercen dentro de la sociedad puede resultarPage 174 revelador. La compresión de los ritos en los que se concretan las emociones públicas (desde actos masivos en su variante deportiva o política hasta conversaciones cotidianas con un referente socialmente visible) proporciona elementos para ahondar en subjetividades y ánimos sociales. Estas emociones son una expresión de formas de interpretar y recrear el mundo que no se agotan al ejercerse en un ámbito social particular: festejar éxitos deportivos habla tanto de un fervor carnavalesco como la importancia de recrear una identidad nacional en tiempos de globalización.

En este trabajo nos adentramos en el análisis de la telenovela, buscando entender algunas de las causas de la predilección por un género de impacto masivo. Diferentes estudios de corte estadístico sobre hábitos televisivos demuestran que el público más apegado a la televisión son, mayoritariamente, las mujeres de bajos ingresos. En segundo lugar estarían los niños. Al analizar las preferencias de ambos estratos encontramos un enorme apego por las telenovelas. Estamos hablando, sin duda, de un fenómeno masivo.1

La telenovela consiste, en primer lugar, en un melodrama —género cuyos orígenes suelen ubicarse en Europa, entre los siglos XVII y XVIII—que utiliza el moderno lenguaje de la televisión para contar de cierto modo algún aspecto de la vida. Como en cualquier operación de dramatización, exagera diversas relaciones y realiza una serie de operaciones que resaltan los objetos de referencia de su colocación normal en la densidad de la vida diaria.2

Si analizamos las cartas programáticas de los canales con mayor rating según IBOPE3, nos damos cuenta de la enorme audiencia de las telenovelas, de lo cual se deriva el peso relativo que tienen en la programación. Marímar, por ejemplo, alcanzó un promedio semanal de 40 puntos de rating, lo que equivaldría a 6,335,068 habitantes de la Zona Metropolitana del valle de México. Antes de Marimar, Dos mujeres, un camino obtenía audiencias similares, lo mismo que Corazón salvaje.

La forma de abordar el tema será a partir del análisis del vínculo entre telenovela y vida familiar, para de ahí generar reflexiones sobre los usos y efectos de este género. La informaciónPage 175 que permite el análisis se recabó a partir de grupos de enfoque con personas pertenecientes a lo que pudiera clasificarse, de manera general, como sectores populares.4

Televisión y vida familiar

Ver televisión es un acto social que no sólo remite a una forma de empleo del tiempo libre, es también una manera de formar parte de la sociedad contemporánea: proporcionando un denso tejido de experiencias que nutren las relaciones sociales cotidianas (pláticas, códigos comunes, configuración de identidades y pertenencias grupales). De ahí que analizar las preferencias de programación de manera aislada (qué le gusta a quién —una estrategia por lo demás recurrente—) es desconocer la intensa asimilación entre la vida cotidiana, con sus horarios, desplazamientos, rutinas y cansancios, y el ver televisión.

De esta forma, la estrategia metodológica elegida para el presente estudio consistió en abordar la televisión como parte integral de la vida cotidiana del grupo estudiado. Es así como "ver la tele" es una actividad que va más allá del mero hecho de prender y apagar la televisión; se inserta en un proceso social más amplio: lo importante no es cuando inicia o termina el proceso ni cuanto tiempo dura, sino cómo transcurre y se articula en la vida cotidiana.

Se puede afirmar que en los sectores populares ver televisión es vivido como sinónimo de estar en casa. Para ellos, la vida en una ciudad como la nuestra es de una intensidad tal —desplazamientos largos en el transporte público, jornadas de trabajo que empiezan antes de las seis de la mañana—que el regreso a casa representa la posibilidad de descanso, impensable sin la televisión, tanto en el sentido de relajación como en el de evasión. Igualmente, la televisión es experimentada como una actividad familiar y también social: no es incompatible con la convivencia; es parte y promotora de ella.

Por lo que hace a la vinculación entre la televisión y los tiempos doméstico-familiaresPage 176 encontramos a madres, ancianos y niños en el hogar entre semana, con la presencia de los hombres jóvenes y padres en la noche. Es bastante generalizado que las jóvenes salgan a trabajar o estudiar, pero permanecen otras mujeres y los mayores para cumplir con los roles femeninos de las que se van —cuidar a los niños, cocinar, lavar, limpiar, etc. Por otra parte, factores tales como el sexo o la edad convocan preferencias particulares, que no se comparten con otros miembros de la familia, lo que permite hablar de audiencias segmentadas bajo el mismo techo.

Durante el día, el orden doméstico está normado desde la presencia de la madre, pero a partir de la estructuración de los tiempos y actividades del padre o los hijos (trabajo o estudio). Al llegar el hombre, él es quien activamente marca pautas y tiempos de actividad: ver televisión, convivencia en la cena, horarios, etc.

Encontramos que la televisión está encendida la mayor parte del día y que desempeña distintas funciones: en la mañana despierta a los miembros de la familia, se mantiene como compañía durante el arreglo de la casa, o bien, cumple funciones de "nana" de bebés que aún no caminan. A las 13 horas es ocupada por los niños que regresan de la escuela y se mantiene encendida hasta las 23 ó 24 horas. Muchos no pueden dormir sin la televisión. En general, las mujeres son el grupo más vinculado al medio, en especial las amas de casa.

Públicos de telenovela

— ¿Cuáles comedias ve tu mamá?

— Las ve todas.

Los públicos no son como los pintan. A pesar de los estigmas sobre quiénes ven telenovelas (que son para pobres, poco educados, mujeres y ociosos), los datos de audiencia proporcionan un perfil más complejo e interesante de lo que proponen los estereotipos: la audiencia de comedias en nuestro país está constituida, en promedio, por un 60% de personas de nivel socioeconómico bajo, un 30% de medio y un 10% de alto; un 40% de hombres y la mitad de los estudiantes, profesionistas y empleados encuestados declara ser aficionado al género.5

Por lo que hace a los informantes de sectores populares urbanos, cabe apuntar que si bien son homogéneos en cuanto a ingreso y nivel educativo, esto no hace que su relación con lasPage 177 telenovelas sea similar. Factores como el género o la edad hacen aparecer preferencias particulares, que no se comparten con otros miembros de la familia. A continuación expondremos brevemente los gustos e inclinaciones de cada uno de los miembros de la familia típica de los sectores populares urbanos de la ciudad de México.

Como ya mencionamos, las madres constituyen el grupo más vinculado a la televisión, en cuanto a horas de exposición diaria y su relevancia en la cotidianidadJEste sector es igualmente importante dado que sus preferencias en materia de programación "contagian" de sus gustos a otros miembros de la familia. Su vinculación con el medio es intensa: de la televisión se extrae información que es juzgada como útil para la vida diaria, desde...

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