Sólo Dios hace un árbol

AutorAndrés Henestrosa
Páginas556-557
556
ANDRÉS HEN ESTROS A
–Corta la s rosas, córtalas ho y mismo,
de su perfume vi virás después.
Cito de memoria, pero puedo responder que no se aleja mucho del ori-
ginal, y sobre todo que es fidelísima en su espíritu. ¿No está presente en la
cuarteta transcrita, aquel pesar que ya cubría el corazón de los poetas indios,
al contemplar la fugacidad de la vida, la dicha y el placer? ¿Es acaso ajena a la
pesadumbre de Netzahualcóyotl y de los poetas anónimos de nuestra remota
antigüedad? No. Un mismo tormento, una misma desventura lleva al poeta de
todos los tiempo s, a buscarles respue sta a las preguntas que no ha dejado
de hacerse el hombre desde que apareció sobre la tierra.
13 de abril de 1958
Sólo Dios hace un árbol
Acostumbran los norteamericanos cantar en sus veladas, tertulias y fiestas
familiares, una canción cuyo tema, melodía y letra son muy sencillas: se dice
en ella que el hombre es capaz de realizar prodigios, como son burlar al viento,
salvar con el túnel las montañas, descubrir mundos y cruzar los mares. Lleva-
do de su inteligencia, le ha agregado a la naturaleza cien cosas de que carecía y
más de una vez le ha enmendado la plana. La canción ha de ser norteamerica-
na, o por lo menos de ascendencia sajona. Porque un pueblo fuerte, poderosos,
alegre y ufano de su estirpe, venera y se nutre de sus tradiciones; al revés de lo
que ocurre a un pueblo débil y de emoción colonial que frecuentemente ocul-
ta sus tesoros en vez de echarlos por delante; y que en sus fiestas y tertulias y
veladas se complacen en escuchar canciones y músicas extrañas, mientras más
lejanas y ajenas, mejores para el caso. Hasta que el alcohol hace de las suyas
y regresan a su mente y no puede evitar cantarlas, las melodías populares y
los corridos, género este último en que sin duda nuestro pueblo encuentra el
medio más propio para manifestarse.
Pero volvamo s a nuestra canción. Recuerdo que en la Casa Inter nacio-
nal de la Universidad de Califo rnia, en Berkeley, era ésa una de las pr ime-
ras, cuando no la pr imera, que cantaban los estudi antes en la s noches de
fiesta, y sólo después re currían a la s melodías mexicanas que ta nta boga

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