Soliloquios asnales (1846)

AutorGuillermo Prieto
Páginas65-67
ien pensado, no estamos los mexicanos tan mal que diga-
mos, porque si por un lado viene Taylor1a Monterrey
con ocho mil hombres, por el otro vendrá el vaudeville, y con
eso y tener cubiertos nuestros gastos, hasta la Nochebuena,
como dizque aseguró el señor Iturbe, algo se puede hacer;
tanto más, habiendo un licenciado en Guadalajara que les ha
enredado el pleito a seis generales, y con la revolución del
sur cuasi extinguida, desde antes de comenzar.
En fin, no faltará el general que vuelva a la vida domés-
tica: yo a algunos conozco, ¡como que era del arma!, ¡y sin
pedirlo!, ¡sobre que yo solo me puse capitán Soneto! Nunca
resplandece más el casco de Marte que cuando se le enlaza
la oliva de Minerva, por eso es que en la Sociedad Lancaste-
riana, de que también soy socio, hemos hechos prodigios de
valor.
SOLILOQUIOS ASNALES
(1846)
B
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1Alude al general Zachary Taylor, quien durante la Intervención estadouni-
dense en 1846 recibió órdenes de no moverse de Monterrey pues sus tropas
se sumarían a las fuerzas del general Scott que desembarcarían en Veracruz.
Posteriormente, en febrero de 1847, se enfrentó con las tropas de Santa Anna
en la batalla de La Angostura o de Buena Vista, en Coahuila.
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