A su santidad, el sumo pontífice Gregorio XVI
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EL
SUMO
PONTIFICE
GREGOJUO
XVI,
SUCESOR
DE
SAN j'EQRO
Y CABEZA VISJ-BLE
DE
LÁ IGLESIA CATÓLICA.
De~de
que
llegó
á
mi
qoticja
lo
l;>ien
recibido
que
fué
por vuestra Santidad
el
Man'l,f,a,l
del Dtre(}ho $,clefiás..,.
tico
de
W alter; que en tan
pocos
aí;'ios
como
lleva
d~
vida
ha
adquirido tanta reputacion en toda
lél
Europa,
determiné dedicarle
la
traduccion española. ¿ Y á quién
mejor
ppclia
ofrecerla un español,
nacido
en un
país
cuyp
monarc&
¡;e
ponra
con
el
título
de
católico, y
~yos
hélbit¡mtes
se
jact¡m
d~
serlo, á pes¡ir
de
lo~
conatos
del
lunnbr(3
en~wigQ,
q1w
comenió á sembrar cizaña
en
el
campo
que ostentara puro y
rico
candeal
desde
los
pri-
. meros
siglos
de
la
redencion; que
al
sucesor
de
Pedro,
á quien
se
dijo: Tibi'dabo claves regni c(J3lorum: super
hanc
petram mdificabo ecclesiam
meam:
et
tu
aliquando
conversus confirma fratres
tuos?
Muy
justo
es
tributar
este pequeño obsequio
al
piloto
de
la
nave
de
la
Iglesia,
y ofrecerle
la
traduccion
de
una obra,
cuyo
contenido
trata
de
las
leyes, costumbres y liturgia
de
la
misma
c
on
una claridad y extension
cual
no
se
babia
visto
hasta
ahora;
con
un
tino , cordura é imparcialidad,
cqmo
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P,ru~b~n
las
mu
~
b~s
ediciones que
de
ella
se
han hecho ,
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'i
abto
en
Alemania·
como
en
Francia ; y
con
una
fuerza
y brillantez, que esta
ciencia
que parecía herida de
muerte por
los
tiros que contra
ella
asestaran,
ya
los
protestantes ,
ya
los
cismáticos
griegos,
ya
los
filóso-'
fos,
vuelve
á aparecer
con
mas
brillo , energía y es-
plendor que tuvo jamas.
Tal
brilló
la
Iglesia
de
J. C.
despues
de
tantas persecuciones que
el
averno y
los
em-
peradores romanos concitaron contra ella: porque aquel
Señor Omnipotente que confund
ió
á
los
filósofos
y á
los
dominadores del mundo por
medio
de
doce
rudos pes-
cadores ayudados .
de
su
gracia
divina,
aquel
cuya
doc-
trina hermanó á todos
lo
s hombres para reducirlos á su
redil cuando le
plazca,
va
confundiendo á
los
enemigos
de
su
Iglesia y á
los
calumniadores de s
us
Vicarios, para
que
la verdad
de
su palabra brille
cada
dia
mas
clara,
mas
pura,
mas
radiante.
El
árbol genealógico
del
cato-
licismo
sube desde Gregorio XVI hasta
san
Pedro que
le une
con
el
mismo
Jesucristo. ¿ Puede alguna secta
asegurar esto
mismo
de
su
doctrina?
¿Son
acaso
todas
otra
cosa
que unas ramas cortadas
del
árbol plantado
por
el
Hijo
del
Eterno, y por
lo
mismo
secas
é infecun-
das? Pero á dónde voy? Recibíd, Beatísimo Padre , y
cabeza
de
la
Iglesia engendrada por J.
C.
y encomen-
dada
á vuestro cuidado ,
como
su
Vicario
que
sois
en
la
tierra, esta· traduccion
con
la
benevolencia
con
que
os
la
dedica
EL
EDITOR
MATRITENSE.
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