'La Sandunga' sin arcanos

AutorAndrés Henestrosa
Páginas150-151
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ANDRÉS HEN ESTROS A
entonces y se mezcló con nuestras alegrías y tristezas, con nuestras orfanda-
des, con lo que ahora es pasado y recuerdo.
31 de mayo de 1953
“La Sandunga” sin arcanos
Acaba de celebrarse en la ciudad de Tehuantepec el primer centenario de “La
Sandunga”. Los animadores de esta festividad eligieron los dos últimos días de
mayo y el primero de junio como las fechas que ahora hace cien años se tocó
por vez primera aquella melodía, y tal vez también se cantó. Nada de esto,
naturalmente, es cierto. “La Sandunga” –con S, mejor que con Z– es una vieja
melodía que debe haber llegado a México, y a América, hace mucho más de
un siglo, o menos, pues una pieza así titulada se encuentra en diversas épocas
y en muchas partes de este Continente, de suerte que nadie puede señalar
su autor, ni mucho menos su fecha de nacimiento. Gerónimo Baqueiro Fóster
encontró en un periódico de México, del año 1852, un programa en que apa-
rece un jaleo titulado “La Sandunga” y dio esa fecha como la más lejana que
se conoce acerca de la bella, lánguida y sollozante melodía istmeña. Yo mismo
he regalado a Baqueiro un texto musical publicado en La Habana con un título
igual. Y parece que Gabriel Saldívar ha encontrado la melodía original, inserta
en un periódico de mediados del siglo pasado.
En el año de 1936, yo que no conozco una nota de música, pero que he
oído mucha música, me atreví a señalar el origen español de “La Sandunga”,
como título y como melodía, porque en aquellos días muchos de mis amigos
de Juchitán andaban queriendo establecer la estirpe zapoteca de la voz san-
dunga. Y creí que era bueno detener aquel alud de torpezas. Para reforzar mi
argumentación cité de las letras hispanoamericanas todos aquellos lugares en
que la palabra “sandunga” aparecía como sinónimo de salero, gracia, donaire,
y hasta llegué a atrever la teoría de que alguna vez se dijo “saldunga”. Lo que
entonces me dijeron los mal entendidos defensores de la tradición local, cons-
ta en la tradición oral y escrita, y sólo puede ser comparable con lo que ahora
van a decirme.
Las fiestas de Tehuantepec, celebradas precisamente en Tehuantepec,
pretenden que “La Sandunga” haya nacido en esa ciudad, y que de allí se pro-

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