Sal, salero, saldunga

AutorAndrés Henestrosa
Páginas169-171
Corrían los días en que era Presidente de México Eulalio Gutiérrez, nom-
brado en la Convención Militar de Aguascalientes, en abril de 1914. Minero,
sin universidades, Gutiérrez era un hombre directo: no complicaba sus re-
flexiones con lecturas, sino que procedía espontáneamente. Sucedió que una
mañana salió con algunos de sus colaboradores, escritores todos ellos, rumbo a
Xochimilco adonde iba a celebrarse un banquete político. Apenas el automóvil
en que viajaban había salido de la ciudad de México, cuando José Vasconcelos,
Martín Luis Guzmán, Mariano Silva y Aceves y Ricardo Gómez Robelo tra-
jeron a cuento la famosa sentencia que aparece como epígrafe de la Visión de
Anáhuac de Alfonso Reyes: “Viajero, has llegado a la región más transparente
del aire”: Y mientras unos querían establecer sus parentescos y otros brega-
ban por la invención de una nueva, Eulalio Gutiérrez permanecía mudo, los
ojos fijos en la lejanía, en el azul del cielo, en las heridas que la metralla de la
contienda revolucionaria iba dejando en las paredes y en los campos. En una
pausa de la discusión, Eulalio Gutiérrez, que llamaba licenciados a los intelec-
tuales, intervino y cortó como de un tajo aquel diálogo que se dijera socrático
por la sabiduría de sus interlocutores.
–Pero, a que ustedes no se han fijado en una cosa, señores licenciados,
dijo.
Y ante el asombro de todos, agregó:
–El paisaje mexicano huele a sangre.
Con lo cual trazó con pinceladas luminosas, un retrato del paisaje mexi-
cano que tiene la misma luz y la misma gracia que aquel que trazara en un
hallazgo genial Alfonso Reyes y que corre entre los mexicanos no literatos,
entre nuestros viejos generales, con la efigie de aquel hombre de tierra, acero
y pedernal que fue Eulalio Gutiérrez.
13 de septiembre de 1953
Sal, salero, saldunga
Por el año de 1937, y con motivo de la película llamada La Sandun ga se
suscitó entre los aficionados al folklore musical y al ejercicio de la literatu-
ra, una discusión acerca de los orígene s de la melodía con ese nombre. La
ignorancia por un lado, y la patriotería por el otro, orillaron a los aficionados
AÑO 1953
ALACE NA DE MINUCI AS 169

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