De las relaciones públicas administrativas

AutorCharles-Jean Bonnin
Páginas336-338
CAPÍTULO VI.
DE LAS RELACIONES PÚBLICAS
ADMINISTRATIVAS
Sección Primera
D
ELOS
C
ONTRIBUYENTES
Las relaciones públicas administrativas son aquellas por las cuales los
administradores están en relación necesaria con la sociedad, y por las que
la sociedad los toca en todos los actos personales cuya reunión forma el
interés común.
Las primeras y más importantes de estas relaciones son aquellas por las
cuales los individuos son considerados como contribuyentes y defensores
del Estado. Las contribuciones son tan necesarias, que en balde se harían
convenciones sociales si faltase ese resorte que diese movimiento a la
sociedad e hiciese ejecutar su convenciones. El gobierno, sin esos recursos,
no podría garantir a los ciudadanos la libertad, seguridad, propiedad e
igualdad. Se necesitan muchos brazos para hacer marchar a la adminis-
tración de una manera útil y conveniente al fin que se propusieron los
hombres al reunirse en sociedad. Debe haber no sólo una fuerza pública
que nos libre de los ataques exteriores y de las conmociones populares,
sino también empleados de todo género ya para corregir los delitos y man-
tener el orden en todo sentido, ya para colectar y distribuir esos mismos
impuestos que forman las rentas del Estado. Es preciso, pues, que los ciu-
dadanos hagan el sacrificio de una parte de sus propiedades y de sus dere-
chos para poder conservar los demás.
Pero estableceremos algunas reglas indispensables para que este sacri-
ficio sea equitativo, y jamás se abuse de esa preciosa facultad. Las contri-
buciones nunca deben ser personales, sino que siempre se impondrán en
razón directa de las propiedades o rentas de cada asociado, y de las venta-
jas que reporta de esa misma asociación. No debe exigirse más que lo
estrictamente indispensable para subvenir a las necesidades del Estado.
El impuesto debe recaer sobre cosas imponibles por su naturaleza, y no
sobre las que están en el dominio de los particulares, como el aire, el agua
y el fuego, ni [las que] son productivas como una casa arruinada, y aún la
pequeña industria del pobre que sólo cuente con aquello muy preciso para
cubrir sus necesidades. Cuando hablo de cosas improductivas no incluyo el
simple uso de las que en alguna manera proporcionan un placer innecesa-
rio y a veces de puro lujo, porque entonces se da un producto en cuya ad-
quisición y conservación tiene una parte activa el administrador.
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