Las relaciones internacionales del siglo XXI. Un nuevo paradigma metodologico para su estudio.

AutorArroyo Pichardo, Graciela

Aportaciones comparativas

Después de más de 50 años de búsqueda y "debates", altamente condicionados por ideologías en pugna, el artículo en cuestión concreta una propuesta metodológica basada en los estudios denominados "sistemas complejos".

La puesta en práctica para usos civiles de los grandes avances que la electrónica y la cibernética habían desarrollado en el campo militar; los cambios geopolíticos ocurridos en Europa del Este y la ex URSS desde principios de la década de los años noventa; la fase neoliberal del capitalismo --globalización-- aplicada a la producción, el comercio y las finanzas y con ello el auge de nuevos actores, como las empresas transnacionales y las organizaciones civiles, amén de la emergencia de la crisis ecológica anunciada desde fines de los años setenta por los expertos del Club de Roma; el debilitamiento del Estado frente a los procesos de desregulación y privatización y la inoperancia de las teorías surgidas en la etapa de la Guerra Fría, realimentaron la crisis de las Ciencias Sociales, creadas en función del Estado, y con ello hicieron mucho más necesarios enfoques metadisciplinarios y metaestatales para la comprensión de estos nuevos procesos y problemas, no precisamente ajenos al campo de las Relaciones Internacionales.

Surgió así una coyuntura ad hoc para llevar a cabo una reestructuración de la disciplina y ubicarla como fundamento de las Ciencias Sociales, pero la oportunidad fue subestimada a pesar de la contundente realidad. Ahora, frente a la "realidad virtual" y la aparente futilidad de lo real, la disciplina puede renovarse y fundir la teoría con la praxis, pero para ello es necesario un método más adecuado a la nueva naturaleza de la realidad del mundo. Eso es lo que este artículo propone.

Introducción contextual

El mundo vive un cambio de época. Este cambio de época tiene repercusiones en todos los campos de la vida, la sociedad y el conocimiento y obedece a una serie de procesos que entrelazados han transformado las formas de relación, de comunicación, de pensar e incluso las formas de sentir y en general las formas de vivir. Se trata de "una transformación social y humana" (1) que nos está llevando a una nueva "estructura cultural". (2)

Como parte de estos cambios, la praxis de las relaciones internacionales también se ha modificado y su estudio requiere de nuevas formas de aproximación a los procesos y "actores" que ahora las caracterizan y conforman. Así, junto con la globalización inducida por el "liberalismo económico", se ha producido una especie de mundialización de diferentes fenómenos y problemas derivados de la apertura de la economía y de las finanzas, del notable deterioro del ecosistema y de los cambios climáticos, de la aceleración de los cambios tecnológicos y de los avances de la ciencia, de la ampliación de las desigualdades, de la generalización de diferentes formas de violencia, de los frecuentes desastres naturales, del tráfico de narcóticos, del crecimiento y la multiplicación de las ciudades y de zonas urbanas, del surgimiento de nuevos espacios regionales, del crecimiento demográfico, de las migraciones, de la demanda de educación y de trabajo, etc. Todas esas y otras muchas circunstancias están imponiendo nuevas formas de pensar el mundo.

En el campo de las relaciones internacionales, además de algunos de los procesos y problemas antes mencionados, hay que señalar también fenómenos tales como el debilitamiento de los organismos internacionales; la continuación de la producción, perfeccionamiento y venta de armamento de destrucción masiva; la ruptura del equilibrio político de la segunda posguerra; la pugna por el mantenimiento del oligopolio nuclear; la "emergencia" de China como nuevo actor de la economía mundial; la entrada en crisis de la economía estadounidense; el surgimiento de formas de rebeldía a ciertas directivas internacionales por parte de países considerados de segundo, tercer y hasta cuarto "rango". En fin, la manifiesta presencia, actividad y demandas de diferentes pueblos y grupos de diversas culturas de todos los confines del planeta, por el reconocimiento de su identidad y de sus derechos consecuentes.

No obstante, algunas de las teorías vigentes en las circunstancias de la época de la "Guerra Fría" continúan siendo invocadas por especialistas de este campo, ya que no encuentran cómo dar significado a los cambios y nuevas realidades de esta época. Tal es el caso del Realismo, que ha adquirido numerosas variantes. También han resurgido las teorías de la Interdependencia o de la Cooperación y sobre todo del Constructivismo. Esas y otras teorías y esquemas que hasta ahora han dominado este campo de estudios no han podido llenar el enorme vacío epistémico existente, ya que de lo que se trata es de renovar las formas de pensar realidades cambiantes e irrepetibles, que son la sustancia y la razón de ser de una disciplina como Relaciones Internacionales. El reto actual consiste en generar ideas más congruentes con los tiempos y las múltiples realidades actuales, a fin de lograr otras formas de entendimiento y comprensión, acordes con esta "nueva época", que por momentos aparenta ser el fin de los tiempos, por la inconmensurabilidad de los problemas que envuelven al mundo. Aún la democracia, tan celebrada, se ha convertido en un sofisma que no pocos se han dado a la tarea de denunciar, llegando inclusive a calificar algunos casos como democracias armadas (3) u obligadas, como sería el caso de los países del centro y del este de Europa, que han modificado sus estructuras para poder ser incorporados al "mercado libre", que beneficia principalmente a las grandes empresas transnacionales del continente y de otros países de economía capitalista.

Muchos de estos procesos generan situaciones divergentes, opuestas, contradictorias y aun antagónicas. Ello se debe a que el mundo vive una especie de tiempo de tijera, una época en donde lo viejo y lo nuevo coexisten y aparentemente se alejan, al tiempo que otras diferencias surgen, dando lugar a inéditas formas de tensa convivencia sin llegar a conflictos abiertos. Es un mundo de paradojas en donde el movimiento es constante y mucho más intenso por el uso de las nuevas tecnologías en todos los ámbitos de la actividad humana.

Fenómenos así descritos son considerados, en términos generales, como no lineales, y son las ciencias de la complejidad o de sistemas complejos los que se encargan de su estudio. La característica principal de estos fenómenos consiste en que se producen mediante un juego prácticamente intermitente de interacciones inscritas en espacios-tiempos determinados --sistemas--, en donde intervienen diferentes dimensiones de la realidad, por lo que es necesario utilizar para su estudio conocimientos de diferentes disciplinas. Para ello, es ineludible aplicar una nueva forma de racionalidad que se traduce en nuevas formas de organización de conceptos y conocimientos. Surge de ahí una nueva perspectiva.

Esta nueva perspectiva que busca entender las interacciones entre sectores diversos de la actividad social y humana, yendo de lo económico a lo físico, lo tecnológico, lo político, lo social, etc., y que más tarde se denominó estudios de la complejidad y/o de sistemas complejos, se empezó a desarrollar en los campos de las Ciencias Naturales y de los estudios sobre el crecimiento económico y las políticas de desarrollo desde hace más de tres décadas por un grupo de investigadores vinculados en el denominado Club de Roma. Tales estudios provocaron grandes debates sin que en aquel entonces se llegara a ningún acuerdo sobre qué era lo que debería hacerse y ni qué hablar de romper con los modelos disciplinarios prevalecientes desde el siglo XIX.

Las Relaciones Internacionales hoy: conocimiento, realidad, conocimiento

Ante las consideraciones anteriores, bien cabe preguntarnos: ¿qué clase de ciencia son hoy las Relaciones Internacionales? ¿Cuál es su naturaleza y su carácter dentro del estado actual del conocimiento, en general, y del de las Ciencias Sociales, en particular?

Estas y otras muchas reflexiones están presentes en el espíritu de quienes desde hace años cultivamos esta disciplina, considerada como carrera universitaria de gran demanda en un sinnúmero de instituciones alrededor del mundo. Dentro de la academia, el diálogo --tan buscado-- ha sido particularmente difícil, no sólo entre los especialistas en disciplinas afines, sino aun entre los propios colegas. Por momentos, esta preocupación, con todo y su legitimidad, se transforma más en una cuestión política o de política académica --que no politológica--, y los espacios de una discusión realmente "científica" han estado de suyo limitados. No por ello la necesidad de tal diálogo está cancelada, ni las interrogantes anteriores superadas. Las preguntas al respecto pueden todavía multiplicarse. Por ejemplo: ¿constituyen las Relaciones Internacionales un campo de conocimiento sui generis? ¿Son una disciplina o una Ciencia Social? O bien, como muchos lo han pretendido siempre, ¿debe ser considerada sólo como un apéndice de la Ciencia Política? ¿O son una disciplina interdisciplinaria, como lo proponen los autonomistas? Actualmente podríamos pensar en considerarla como una forma de conocimiento transdisciplinar, una forma de postdisciplina; como una ciencia postinternacional --en el sentido tradicional del término, como lo que ocurre entre naciones--, una nueva ciencia compleja (4) o ¿una ciencia de la nueva complejidad mundial?

Para responder a lo anterior, hay que recordar brevemente que las Relaciones Internacionales emergieron como disciplina académica al finalizar la Primera Guerra Mundial, pero no fue sino hasta después del final de la Segunda Guerra Mundial cuando se difundieron y consolidaron. En ese momento constituyeron una respuesta a la crisis en que entraron las Ciencias Sociales (5) por la irrupción en el escenario mundial de una serie de elementos y factores que anteriormente no existían, como la...

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