Reflexiones finales

AutorJosé María Alonso Aguerrebere/Claudia Martínez-Parente Ricaud
Páginas149-155
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viii. refLexiones finaLes
Al hacer un recuento de la vida de Don Leopoldo Hurtado se encuen-
tra lo siguiente. Estuvo casado durante 40 años con doña Dolores
Olín, juntos criaron y educaron diez hijos, viviendo en mutua com-
prensión y apoyo; él prosperó en sus negocios y participó activamente en la
vida de la Nación Mexicana durante el Porriato y la Revolución, identi-
cándose plenamente con Madero.
Don Leopoldo de estatura entre mediana y pequeña, delgado, pero fuer-
te; de tez más bien blanca y ojos oscuros; con bigote o barba; con una mirada
que reeja estar alerta, enérgico y gran visión; su carácter, fuerte, decidido y
tenaz. Aparece siempre impecablemente bien vestido, distinguido, de llamar
la atención. Negociante por naturaleza, emprendedor, realizador, todo un
empresario; sabía trabajar en equipo, con parientes, socios o revolucionarios.
En la fotografía del Archivo Casasola, de los más de sesenta diputados de
la XXVI Legislatura, así como senadores pertenecientes al Bloque Renovador,
seguidores del Presidente Madero, en la que aparece Don Leopoldo Hurtado,
en primera la, al centro; sobresale por su gura delgada y pequeña, con ade-
manes de rmeza y seriedad.
Visualizó más allá de la época y de la situación histórica imperante (el
porrismo, Huerta…); esto gracias a que desarrolló el sentido de historia, al
construir el futuro, en momentos de paz o de enfrentamiento; crítico del pre-
sente, concebía tiempos mejores, sobreponiéndose al fatalismo de los acon-
tecimientos para participar en la historia que le correspondió vivir; tenía
un alto sentido social y democrático, veía por el bien de los demás y de la
sociedad, de ahí su apego al maderismo.
Un aspecto realmente destacado de la personalidad de Don Leopoldo
era su profundo humanismo, en primer lugar, su amor por las artes; escribe
Pablo Prida:
En su trato íntimo pude descubrir en él cualidades ajenas a los vulgares comer-
ciantes, conocía el idioma italiano, y entre sus entretenimientos estaba el de co-
piar, con su clara escritura “La Divina Comedia”; gustaba del teatro y con su fa-
milia era de los primeros en abonarse a las temporadas de ópera. Tocaba el piano

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