Recursos genéticos y propiedad intelectual

AutorDiódoro Granados Sánchez - Georgina F. López Ríos - Miguel Ángel Hernández García
Cargo del AutorBiólogo egresado de la Facultad de Ciencias de la unam - Catedráticos de la Universidad Autónoma de Chapingo - Catedráticos de la Universidad Autónoma de Chapingo
Páginas97-124
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INTRODUCCIÓN
La “diversidad biológica” engloba a todos los organismos que habitan la
Tierra. Si bien el término abreviado “biodiversidad” apenas se conocía an-
tes de 1988 hoy en día es una palabra popular, utilizada por dirigentes
políticos, ciudadanos y medios de comunicación en todo el mundo.
La biodiversidad se ref‌iere a toda la gama de organismos que se pue-
den encontrar en la naturaleza, lo cual es enorme. Para entender este
mundo inf‌inito los científ‌icos enfocan el análisis en varios niveles como:
diversidad genética, diversidad de especies y diversidad de ecosistemas.
La diversidad genética comprende la variación de genes dentro de una
especie. Abarca distintas poblaciones de la misma especie (como las miles de
variedades tradicionales de arroz en la India) o variaciones genéticas
dentro de una misma población (que son muy elevadas entre los rinoce-
rontes indios, por ejemplo, pero muy bajas entre los leopardos). Hasta
hace pocos años, se medía principalmente la diversidad genética de las
especies y poblaciones domesticadas que se encontraban en los zoológicos
y jardines botánicos, ahora las técnicas se aplican cada vez más a las es-
pecies silvestres.
La diversidad de especies abarca la variedad de especies de una región.
Existen diferentes formas de medir la diversidad de especies, y los cientí-
f‌icos aún no han resuelto cuál es el método óptimo. A menudo se usa el
Recursos genéticos y propiedad intelectual
Diódoro Granados Sánchez*
Georgina F. López Ríos**
Miguel Ángel Hernández García**
*Biólogo egresado de la Facultad de Ciencias de la UNAM, tiene una Maestría en Ciencias
Biológicas y una en Sociología Rural del departamento de Sociología de la Universidad Autó-
noma de Chapingo. Es Doctor en Ecología por la Pacif‌ic Western University.
**Catedráticos de la Universidad Autónoma de Chapingo.
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D. Granados S., G. F. López R. y M. Á. Hernández G.
número de especies de una región, es decir, su “riqueza” en especies, como
factor determinante de su diversidad; sin embargo, una medida más precisa,
la “diversidad taxonómica”, tiene en cuenta cuán estrechamente relacio-
nadas están las especies.
Por ejemplo, una isla con dos especies de aves y una de lagartija tiene
mayor diversidad taxonómica que una isla con tres especies de aves pero
ninguna de lagartija. Por esto, si bien existen más variedades de escarabajos
en la Tierra que todas las demás especies juntas, no representan la mayor
parte de la diversidad de especies porque están estrechamente relacio-
nadas. Igualmente, existen muchas más especies terrestres que marinas,
pero las primeras están más estrechamente relacionadas entre sí que
las segundas, por lo que es mayor la diversidad en los ecosistemas marinos
de lo que sugeriría una suma estricta de las especies (Barrett, 1984; Zi-
zumbo, 1985).
La diversidad de especies en ecosistemas resulta más complicada de
medir porque es difícil determinar los “límites” de los ecosistemas y de las
comunidades, es decir, las asociaciones de especies. No obstante, mientras no
se utilice un conjunto congruente de criterios para def‌inir las comuni-
dades y los ecosistemas, sólo puede estimarse su número y distribución.
Hasta el momento, esto se ha aplicado principalmente a nivel nacional y
mundial, pero las def‌iniciones aún resultan muy imprecisas o incompletas.
No obstante, para alcanzar metas específ‌icas en materia de políticas sobre
el manejo de la biodiversidad, es importante analizar otras expresiones de
la biodiversidad en los ecosistemas, tales como la abundancia relativa
de especies, la estructura por edad de las poblaciones, el modelo de comu-
nidades de una región, los cambios en la composición y estructura de la
comunidad a través de los años, e incluso los procesos ecológicos como
la conducta depredatoria, el parasitismo, etcétera.
La diversidad cultural humana podría considerarse también parte de la
biodiversidad. Al igual que la diversidad genética o de la especies, ciertos
atributos de las culturas humanas (por ejemplo, el nomadismo o el cultivo
itinerante) representan “soluciones” al problema de la supervivencia en am-
bientes específ‌icos. Y, como sucede en otros aspectos de la biodiversidad, la
diversidad cultural ayuda a los pueblos a adaptarse a condiciones cambian-
tes. La diversidad cultural se manif‌iesta en la variedad de idiomas, creencias
religiosas, prácticas de manejo del suelo, arte, música, estructura social,

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