Si tú quieres, moriré

AutorSergio Alonso Rodríguez/José Manuel Villalpando
Páginas74-75

Page 74

Gerardo Laveaga, Planeta, México, 2018

La literatura ucrónica mueve a deplorar o celebrar las condiciones de la vida cotidiana, que acaso hubieran sido diferentes, ante la ausencia o la variación de algún acontecimiento histórico.

Una ucronía publicada recientemente en México es la novela Si tú quieres, moriré, del escritor y abogado —en ese orden— Gerardo Laveaga.

El punto de divergencia es la muerte a destiempo (1834, en lugar de 1876) de Antonio López de Santa Anna, lo cual facilita el acceso definitivo —ya no por ausencia del titular— al poder del entonces vicepresidente Valentín Gómez Farías, a cuyos afanes liberales se oponían sectores conservadores. A la postre, la habilidad política hace de México una potencia económica, mientras que en el norte la Unión se escinde por motivos esclavistas y, por ello, pierde influencia entre las naciones.

Novela disruptiva, de prosa pulida, epistolar por momentos, alucinante por exigencias de la trama y trufada de alusiones a asuntos actuales —amenaza de muros fronterizos, nacionalismo acendrado, discriminación rampante, los “privilegios” de algunos a costa de muchos—, Si tú quieres, moriré hace destacar, de nueva cuenta, un elemento inherente a la narrativa laveaguiana: una mujer no sólo bellísima y de inteligencia superior, sino dotada de una audacia tal que al parecer no hay hombre que se le resista.

Mezcla, mutatis mutandis, de la Marquesa de Merteuil, Lady Chatterley e incluso Mata Hari, María Inés Vázquez de Zermeño —luego “de” Walker— figura como adalid oficiosa de la carrera política tanto del doctor Gómez como del zacatecano García Salinas; sin ella, el progresismo a ultranza visible en países como Francia, el anticlericalismo radical y de contornos marxistas y, desde luego, la crítica acerba a la situación —jurídica y social— de la mujer a la sazón, jamás se habrían tomado en serio en un país anclado en los restos conservadores del colonialismo español.

El ascendiente de María Inés en sus dos adoradores origina una suerte de triángulo amoroso sui generis, línea argumentativa que permite al lector no aturdirse con las referencias históricas —la mayoría reales— que se hacen de manera continua.

Protagonista notable es Lucas Alamán, canciller agudo y hombre de instrucción pasmosa, quien, desde luego, aparece en las antípodas de Gómez Farías, primero, para después, en este universo imaginario, revisar sus acciones, cuestionar algunas de sus posturas conservadoras y, finalmente...

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