Psicología del Congreso Constituyente de 1917 y su obra

AutorAbel Camacho Guerrero
Páginas205-214

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La selección que transcribimos de algunos discursos producidos en el seno del Congreso Constituyente, puede ser un instrumento útil para que el lector norme su criterio sobre la personalidad de los señores diputados que pronunciaron las señaladas piezas oratorias, pero por considerar que es interesante conocer la opinión de un testigo y observador de los trabajos desarrollados en las sesiones que celebró la histórica Asamblea, en seguida insertamos el estudio psicológico que sobre el propio congreso presentó el Dr. Joseph A. Schemonti al "Instituto Internacional por la Difusión de las Experiencias Sociales".

El Dr. Joseph A. Schemonti escribió el 15 de febrero de 1917, lo que sigue:

Psicología de México revolucionario

Estado General

"Desde los principios de 1916 la situación de la República Mexicana ha tomado una tendencia para la reorganización completa de sus Instituciones, y todas las pretensiones de sus directores convergían al mismo fin aún bajo diferentes aspectos, pero todo era indicio de una conciencia firme y decidida en su obra porque todo obedecía a un plan combinado de antemano, y era necesario cumplirlo costase lo que costase y adviniese lo que quisiere. Los hombres desinteresados y de criterio sano veían con gusto el acercamiento unánime de las fuerzas vivas de la revolución y auguraban días felices y prósperos para el país; todos los pensadores observaban gustosos la conducta que seguía el gobierno constitucional y anunciaban el triunfo final de la idea libre de la razón y de la verdad; nadie, por más escéptico que fuese podía dudar de que las intenciones del Jefe de ese movimiento popular eran sagradas y puras a pesar de los díceres (sic) reaccionarios de todo género; nadie podía sospechar que la nave revolucionaria bogaba entre las manos de un prudente y abnegado capitán, donde quiera existía la esperanza salvadora, a pesar de que ha habido y aún hay un pesimismo fatal sobre el desenlace de tal situación.

Este ha sido en general el estado del país bajo el orden revolucionario puro con el espíritu de organización aún lento como es natural, pero muy combinado y en todas las esferas de la actividad humana. Sin embargo esto no quiere decir que la nación estaba en paz, mientras que el administrador o el legislador cumplía sus reformas revolucionarias y su programa, el pundonoroso militar batía en su zona a

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los bandidos y gavillas de todo género; mientras que la pluma firmaba los decretos la espada y el cañón lucían y tronaba en la atmósfera para imponerlos. Cada gobernante en su esfera era la primera autoridad ejecutiva y a quien nadie podía reclamar; y la razón de esto era el alejamiento de su estado o el aislamiento producido por la voladura de algún puente o el levantamiento de una vía que hacían imposible una comunicación inmediata con el centro directivo de la Revolución. Entonces cada gobernador aprovechaba los elementos sanos del lugar en que dominaba; y los cuales han sido tomados mayormente en clases inexpertas pero sanas de principios y leales a la causa; de este ha resultado un conjunto muy variado en cada región; de allí vino tanta inexperiencia y tanta divagación en las cosas públicas y consecuente a ello el retardamiento de la organización completa; de ahí también vino la pérdida de muchas ocasiones que se han dejado de aprovechar y el cambio subsecuente provenido de ciertos personajes públicos en los diferentes puntos del país; en una palabra existía una anarquía completa en ciertos estados lejanos en lo que se refiere a su administración, tanto civil como militar; ésta reinaba más bien en los espíritus públicos y no en sus hechos, un verdadero caos dominaba en todas partes; y el carácter siempre flexible en los hombres débiles parece haber sido el patrimonio de muchos en la República; el que hoy es firme, bajo la impresión de una noticia alarmante es mañana variable, el que hoy es partidario de tal personaje o caudillo mañana es indiferente e inatento a la cosa pública; solamente un puñado de hombres enérgicos parecen haber sido los depositarios del carácter firme e inflexible, a la cabeza de los cuales está el C. Primer Jefe; y éstos son los que salvaron a la revolución de un fracaso seguro; brevemente una "debacle" completa se erguía ante las masas populares y una desorientación nerviosa imperaba en todas partes; todo hacía prever días negros para la Patria y un continuo desequilibrio en el manejo militar del país y en el restablecimiento de una paz duradera y orgánica.

En el orden económico ha habido una pequeña descoordinación perdonable en un gobierno revolucionario pero cuyas consecuencias no han sido tan fatales como se esperaba.

En el orden militar ha existido una fútil desorganización común en los ejércitos populares aplastadores de las tiranías seculares pero cuya obra es de elogiarse a pesar de seis años de lucha fratricida. Lo anterior es consecuencia de las revoluciones sociales que todo destruían a su paso para reconstruirlo más tarde sobre bases más sólidas.

Estado político

En el año de 1916 la situación política de México revolucionario es muy compleja y difícil en el orden interior y exterior. En lo que respecta a la parte interior nadie puede olvidar el esfuerzo que ha empleado el Jefe de esta Revolución para conciliar los ánimos de sus principales colaboradores muy exaltados al principio y luego obedientes a toda razón y justicia, haciendo de todos un conjunto armonioso y dócil para una pronta organización de la República.

Tal vez si no fuera por la prudencia y la sabiduría del C. Primer Jefe, esta obra de reconstrucción tendría que ser muy tardía, y tal vez en medio camino disuelta

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y destruida. Agregando a todo esto la existencia, aún en el país, de las guerrillas villistas y zapatistas pretendientes unas a la reacción y otras al canibalismo más vulgar. Además, una tercera facción no menos importante y que es la felixista, ambicionando la reposición del régimen porfirista y una venganza bastarda de la razón y del derecho. No diré más sobre éste punto porque sus efectos son aún sonoros en las mentalidades públicas.

En lo que se refiere a la política exterior, la Revolución Constitucionalista ha recibido de ella sacudimientos mortales; desde luego la invasión de la Nación bajo pretextos fútiles por un vecino muy fuerte en números y elementos, y consecuente a ello la revivificación de la idea reaccionaria o el atraso en la reorganización del país.

Por la...

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