Propiedad, biodiversidad y conocimiento tradicional

AutorLuciano Concheiro Bórquez/Francisco López Bárcenas
Páginas39-78
CAPÍTULO I
PROPIEDAD, BIODIVERSIDAD
Y CONOCIMIENTO TRADICIONAL
Juan Luis Concheiro Bórquez*, Violeta Núñez Rodríguez**
y Luciano Concheiro Bórquez***
La historia del capitalismo está marcada por una larga cadena de despojos. En
sus inicios, el capital requirió —como condición de su existencia— apropiarse
de las tierras que pertenecían a diferentes pueblos indígenas y campesinos.
Esta expropiación, violenta, fue el punto de partida para la acumulación de
capital, proceso que implicó la enajenación, es decir, hacer “ajena” la tierra
en relación a sus poseedores o propietarios originales.
Sin embargo, el despojo no sólo tiene que ver con el nacimiento del
capitalismo sino con su propio desarrollo, el cual ido adoptado diferentes
características dependiendo del espacio, del tiempo y del patrón de acumulación
del capital. La expropiación de las tierras tuvo como fundamento acaparar
la principal fuente de riqueza, pero también “liberar” a los campesinos y
transformarlos en trabajadores dependientes del salario. A este primer esla-
bón le siguió el despojo del objeto, producto y resultado de la actividad de
la mayoría de los trabajadores; fue el proceso de enajenación de los sujetos
a los objetos, donde no interesa lo que se produzca sino producir para el
mercado. A la par, el capital, como sistema de escala mundial, fue avanzando
territorialmente, a fin de expandir su dominio, expropiando, saqueando y
sometiendo a su lógica las diferentes formas de producir —incluyendo sus
expresiones territoriales— hasta propagar la “ley general de acumulación
capitalista”: a mayor riqueza, mayor miseria.
* Licenciado en Sociología, UAM-Xochimilco, México. Director de la Gaceta Parlamen-
taria de la Cámara de Diputados.
** Maestra en Desarrollo Rural, investigadora del CEDRSSA.
*** Maestro en Ciencias Sociales, FL ACSO sede México. Jefe del Área Agrar ia, Desarrollo
Rural y Campesinado del Departamento de Producción Económica de la UAM-Xo-
chimilco.
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1 Véase Ulrich Duchrow y Franz Hinkelammert (2004).
2 Véase Emmanuel Wallerstein (2003).
El patrón actual de acumulación por el que atraviesa el capital, que se
expresa en las llamadas políticas neoliberales, ha intensificado y llevado al
extremo el proceso de apropiación social. Por ejemplo, hoy se impulsa la
privatización del conjunto de los recursos naturales, entre los que destaca
el agua y la biodiversidad, el conocimiento tradicional y, en su conjunto,
la invasión de territorios básicos para la reproducción social y de la vida
misma. Dadas sus particulares características y voracidad, puede hablarse
de una renovada acumulación originaria, de reapropiación y colonización
del mundo entero.
De acuerdo con David Harvey, vivimos un proceso de “acumulación
por desposesión” (Harvey, 2004), o según Franz Hinkelammert,1 nos en-
contramos frente a un “hipercapitalismo”. A partir de estas concepciones es
factible enunciar la necesidad de “nuevos” conceptos que expliquen, desde
los procesos que ocurren en la realidad, la estrategia y, por tanto, el carácter
de la expropiación que se verifica en el actual patrón de acumulación del
capital. El capital persigue desde su nacimiento con el proceso voraz de
apropiación, además del poder y dominio, incesantemente la acumulación
por la acumulación, como señala Wallerstein,2 y con ello la obtención de la
máxima ganancia posible. Ésta se ha logrado a partir de la producción por
parte de los trabajadores de un plusvalor que es apropiado por el capital
sin retribución alguna a la fuerza de trabajo. Es decir, una parte del valor
de la producción, generada por el trabajador mediante su fuerza de trabajo,
no es retribuida de ninguna forma, simplemente el capital se lo apropia,
cometiendo un acto de injusticia y un robo. Pero no es el momento ni
el espacio para abundar sobre la condición de la explotación, lo que que-
remos resaltar es que el capital busca la generación del mayor plusvalor
posible, debido a que así, una vez realizado en el proceso de circulación,
incrementará la acumulación de capital y con esto sus ganancias.
Pero el capital no sólo busca la obtención de un plusvalor “común” y
generalizado, sino que de manera persistente procura la obtención de un
plusvalor extraordinario, el cual es conseguido mediante la innovación o de-
sarrollo tecnológico o por medio de la apropiación de una condición especial
de producción (un bien escaso, recursos naturales no renovables, tierras de
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distintas calidades y ubicaciones, etcétera), de allí la búsqueda incesante de
innovar y de apropiarse de condiciones territorialmente referidas para producir
en el mundo capitalista. El plusvalor extraordinario lo obtiene de inicio un
único capitalista (quien realiza la innovación o se apropia de cierta condición
especial para producir), aunque tiempo después, con la generalización de la
innovación, éste se transforma en plusvalor relativo, no así la condiciones
específicas, únicas de producir.
El proceso de apropiación o expropiación que realiza el capital permite
desplegar este proceso de innovación o desarrollo tecnológico, así como
el acaparamiento de condiciones especiales para obtener un plusvalor
extraordinario y, con esto, un acrecentamiento mayor del capital y sus ganancias.
Éste es entonces uno de los principales objetivos por los que el capital busca
hoy de manera incesante, bajo el neoliberalismo, la apropiación de territorios
de donde pueda asegurar recursos naturales (y todos los elementos de vida
contenidos en él), pero también apropiarse de diversos elementos que le
permitan conseguir una ganancia extraordinaria, la cual, recordemos, podrá
ser realizada en el proceso de circulación, es decir, en la compra-venta llevada
a cabo en el mercado.
Esto explica por qué ha sido prioritario para el capital la privatización
y la liberalización comercial de las tierras y los territorios que, conteniendo
diferentes manifestaciones de vida y condiciones particulares para la produc-
ción, se han convertido en posibles fuentes de ganancia extraordinaria. Así,
puede entenderse que en la máxima expresión política del neoliberalismo,
el llamado “Consenso de Washington”, se hayan extendido los derechos de
propiedad, asegurando la exclusividad del uso de determinados “recursos”.
Cabe indicar que para muchos de los pueblos dueños o poseedores de las
tierras o que habitan esos territorios, los “recursos” son parte esencial de su
vida, o simplemente representan su vida misma.
Para poder entender los cambios actuales esbozaremos brevemente algunas
ideas sobre la concepción básica de la propiedad.3 Parte de ellas, aunque
elaboradas desde antaño, como veremos, perviven en el pensamiento domi-
nante del capitalismo actual.
3 Sabemos que existen diversas y muy distintas visiones sobre el concepto de propiedad,
sin embargo, aquí sólo retomaremos algunas de ellas.

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