La propia imagen en la era digital

AutorMtra. Brenda Rangel González
Páginas14-15
14 | Foro Jurídico
FORO DE
PROPIEDAD INTELECTUAL
La era digital
representa
desafíos para la
protección a la
propia imagen por
su amplia difusión
y celeridad
en compartir
material gráfico.
Su protección no
es incompatible
con la tecnología.
Mtra. Brenda Rangel González
brendarangelgonzalez@gmail.com
@rangel_brenda
@brendarangelg
LA PROPIA IMAGEN
EN LA ERA DIGITAL
En la actualidad, la
facilidad que nos brindan
los dispositivos móviles
y las redes sociales para captar,
reproducir y difundir material
gráfico ha generado constantes
cuestionamientos respecto a
la protección de la imagen. La
falta de regulación es evidencia
de que estamos ante una
situación nunca antes vivida
y que los avances tecnológicos
superaron cualquier previsión
normativa al respecto.
La propia imagen es un atributo
intrínseco a la persona: nuestro
rostro y rasgos físicos nos
hacen únicos, identificables
y diferentes a otros. Este
atributo puede ser cedido
para determinados fines, sin
embargo no es renunciable.
El valor comercial y moral
de la imagen –para fines
publicitarios, electorales o el
escarmiento público– puede
vulnerar al individuo en
distintos ámbitos de su vida.
Por tanto, existen diversos
mecanismos para hacer valer
su protección, sin que esto
modifique su naturaleza
como una manifestación de la
personalidad.
En este sentido, el derecho a
la propia imagen es def‌inido
como la capacidad que tiene
toda persona para disponer
de la representación gráf‌ica
de su físico, nombre, voz o
silueta. Asimismo, se ref‌iere a la
posibilidad de impedir que un
tercero no autorizado obtenga,
reproduzca o publique su
imagen, salvaguardando con ello
un ámbito personal y reservado
ante injerencias ajenas.
Ahora bien, el derecho a la propia
imagen no debe ser confundido
o equiparado con el derecho a la
imagen. El primero corresponde a
la representación de un individuo
a través de material gráf‌ico que
no requiere de la mediación
intelectual. El segundo tiene
una cobertura más amplia como
el retrato literario o la imagen
de animales para evitar su
explotación comercial.
En la era digital, la propia
imagen está sujeta a mayores
riesgos a los que en su momento
representaron los medios de
comunicación convencionales,
debido a la celeridad y
amplitud de su difusión. Las
redes sociales nos empoderan,
pero también nos permiten
guardar anonimato. La
transgresión a la propia imagen
puede realizarse de manera
silenciosa y aparentemente sin
consecuencias, pues quienes
interactúan en redes son vistos
como “usuarios” y no como
verdaderos titulares de derechos
dentro de la comunidad digital.
Esta noción de lo artificial ha
creado la falsa percepción de

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