Prólogo

AutorRudolf Huber
Páginas21-27
21
Rudolf Huber
DESDE LA CREACIÓN del Sistema Interamericano de Derechos Huma-
nos, el Estado mexicano ha participado activamente en su desarro-
llo, como impulsor de su fortalecimiento y a través de destacados
juristas como miembros de sus órganos de tutela: la Comisión In-
teramericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. Sin embargo, en el momento de la ratif‌icación
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en 1981,
México no se sometió plenamente al escrutinio de estos órganos.
No fue sino hasta f‌inales de 1998 que reconoció la competencia
contenciosa de la Corte.
La discrepancia entre el discurso político y el verdadero compromi-
so con la protección de los derechos humanos mediante el escrutinio de
órganos internacionales especializados, es un fenómeno muy común en
las políticas públicas de muchos países. Al momento de hacer efectivo
este compromiso ante la comunidad internacional, se suele invocar la
“soberanía nacional” para justif‌icar las reservas y límites con respecto
a las obligaciones contraídas con la suscripción y ratif‌icación de los
tratados internacionales, intentando que esta práctica sea entendida
como un voto de conf‌ianza para los propios instrumentos nacionales
encargados de la protección de los derechos humanos. Esta anticuada
política de autosuf‌iciencia y de no-intervención en asuntos internos de
otros países, en realidad es una muestra de debilidad porque da lugar
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