Prólogo

AutorJosé Luis Calva
Páginas13-18
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Prólogo
La visión apologética de la globalización según la cual los procesos de integración de los países en
desarrollo permiten que la economía mundial lograda a marchas forzadas mediante estrategias neo-
liberales (de apertura comercial a ultranza, liberalización de los mercados fi nancieros y achicamiento
de la participación del Estado en la promoción activa del desarrollo económico), aceleran el creci-
miento de las economías también en auge, multiplican las oportunidades de empleo y de ingreso
digno para sus poblaciones y, eo ipso, generan un proceso de convergencia internacional en los nive-
les de desarrollo y bienestar, no está validada por las evidencias empíricas universales y se revelan, de
manera cada vez más amplia, como una pista falsa o una trampa para los países en crecimiento.
Mientras los países desarrollados, como los Estados Unidos y la Unión Europea, pregonan e
imponen a numerosas naciones en desarrollo el libre cambio y la rectoría irrestricta del mercado en
los procesos económicos, en sus propios territorios aplican pragmáticamente estrategias de mercado
administrado, conservando amplios márgenes de intervención estatal en la promoción del desarrollo
económico, así como en el bienestar social. En contraste, los países en crecimiento son sometidos a
una reestructuración neoliberal, quedan supeditados a las señales inmediatas del mercado (un mer-
cado, por cierto, altamente distorsionado por las corporaciones transnacionales y por las políticas
comerciales e industriales de los países exitosos), sin horizonte estratégico de largo plazo, con cre-
ciente desigualdad y desarticulación de sus plantas productivas, creciente vulnerabilidad externa y
grave deterioro social y ecológico.
Como resultado, se profundiza la tendencia al reparto desigual de los benefi cios del desarrollo
económico mundial en favor de los países ricos; mientras el PIB per capita de los países de ingreso
alto —de acuerdo con cifras del Banco Mundial, a precios corrientes— pasó de 9 507 dólares en 1980
a 33 278 dólares en 2005; el PIB per capita de los países en desarrollo sólo pasó, durante el mismo
periodo de globalización, de 884 dólares a 1601.6 dólares. En consecuencia, contrariamente a la vi-
sión apologética de la globalización, las evidencias empíricas universales muestran, más bien, que el
accionar internacional de la mano invisible del mercado real tiende a profundizar la desigualdad en
la distribución del ingreso entre las naciones.
De hecho, las asimetrías existentes en las relaciones económicas globales, entre países industria-
lizados y naciones en desarrollo, constituyen un dato duro cada vez más reconocido. “Los principales
benefi ciarios de la liberalización del comercio —observó, por ejemplo, el documento preparatorio de
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