Prólogo

AutorConsejo Editorial
Páginas15-17

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Nuestra Constitución de 1917 trazó el perfil de una Nación y plasmó el talante de los hombres de su época. De raigambre liberal, convicción republicana y profundo compromiso social, podría decirse, semejante al texto constitucional, uno de sus más destacados redactores, Francisco J. Múgica fue un personaje cuya personalidad, tan apegada al espíritu de su tiempo, explica en buena medida la solidez de nuestra Carta Magna, en tanto documento fundacional del México moderno que, a prácticamente 100 años, habiéndose adaptado en sucesivas ocasiones, no sólo permanece vigente en lo formal, sino suficientemente vigorosa para encauzar el presente y afrontar el porvenir.

Los constituyentes de 1916-17, como él, no nada más deben reconocerse por su labor legislativa, sino por la pasión y el compromiso que pusieron a lo largo de su vida en la tarea de construir un mejor país. Hombre de letras que asumió las armas para defender sus ideales, y sólo las depuso para plasmar sus ideas, Múgica fue uno de esos personajes fuera de lo ordinario, por su deslumbrante inteligencia y pasión por la reflexión, tan grandes como su eficacia en la acción.

En la presente obra, Abel Camacho Guerrero, quien fuera secretario particular del General Múgica, describe la infancia, adolescencia, juventud y madurez de su jefe y muestra, especialmente, su trayectoria militar, política y de servicio público.

De esa suerte, documenta cómo fue que, desde temprana edad, Francisco J. Múgica transitó de la indignación al activismo para transformar la realidad; es decir, pasó de pensar, a hacer política. Comenzó como periodista de "espíritu contestatario, de hombre rebelde, acérrimo enemigo del sistema político" porfirista, como asegura Héctor Ceballos Garibay, autor de Crónica Política de un Rebelde.

Tuvo claro que la palabra era su mejor instrumento para analizar y criticar el ejercicio de gobierno. A los 25 años de edad, fundó el periódico El Demócrata Zamorano, en el que expresaba sus ideas revolucionarias que pronto lo pusieron en contacto con los planteamientos del Partido Liberal Mexicano, dirigido por

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los hermanos Flores Magón, con quienes colaboró en el diario Regeneración para luchar por una causa justa, convencido como estaba de que "Los pueblos aman el bien por instinto, porque así gozan de bienestar y caminan prestos al progreso y a la perfectibilidad", escribió.

Para 1910 estaba en contacto con la Junta Revolucionaria en San Antonio, Texas, y estuvo...

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