Prólogo

AutorQuentin Skinner
Páginas7-13
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PRÓLOGO
En este libro me he propuesto tres objetivos importantes. El primero es, sim-
plemente, ofrecer un esbozo de los principales textos del pensamiento políti-
co de la Baja Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna. Analizo, por
turnos, los principales escritos políticos de Dante, Marsilio de Padua, Ma-
quiavelo, Guicciardini, Erasmo y Tomás Moro, Lutero, Calvino y sus discí-
pulos, Vitoria y Suárez, y los teóricos constitucionalistas franceses, incluyen-
do a Beza, Hotman, Mornay y especialmente Bodino. Creo yo que semejante
estudio de la transición de la teoría política medieval a la moderna no se ha
intentado desde la publicación de L’essor de la philosophie politique au XVIe
siècle, del profesor Pierre Mesnard. Desde luego, el estudio del profesor Mes-
nard es ya clásico, y no tengo esperanzas de emular ni su gama ni la profun-
didad de su pensamiento. Sin embargo, han transcurrido más de cuarenta
años desde que apareció su libro, y desde entonces se ha realizado cierto
número de importantes avances en la materia. Han aparecido muchas edi-
ciones nuevas, que a menudo muestran importantes descubrimientos. Y ha
crecido una gran bibliografía secundaria, añadiendo mucha información
nueva así como desafi ando muchas opiniones recibidas acerca de los textos
fundamentales. Por estas razones, me ha parecido digna de emprenderse la
tarea de aportar un estudio más actualizado del mismo periodo, tomando en
cuenta —hasta donde fue posible— los descubrimientos más signifi cativos
de la investigación reciente.
Mi segundo objetivo ha sido emplear los textos de la teoría política de la
Baja Edad Media y principios de la Época Moderna, con el objeto de ilumi-
nar un tema histórico más general. Espero indicar parte del proceso por el
cual llegó a formarse el concepto moderno del Estado. Mencionar esta vasta
ambición es, al mismo tiempo, explicar los límites cronológicos de este libro.
Empiezo a fi nales del siglo XIII, y llevo la historia hasta el fi nal del XVI, por-
que fue durante este periodo —como espero mostrarlo— cuando gradual-
mente fueron adquiriéndose los elementos principales de un reconocible
concepto moderno del Estado.1 El cambio decisivo fue de la idea de que el
gobernante “conservaba su estado” —donde esto simplemente signifi caba
sostener su propia posición— a la idea de que existe un orden separado y
1 Como espero poner en claro en mi Conclusión, esto no es decir precisamente que se adqui-
rió nuestro concepto de Estado. Los teóricos que analizo no llegaron a una conclusión clara
acerca de la relación entre el pueblo, el gobernante y el Estado. Y desde luego, les faltaba el
concepto, posterior a la Ilustración, de la relación entre la nación y el Estado.

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