Proclama de Juárez al volver a la Ciudad de México. México, 10 de enero de 1861

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¡Mexicanos!1
Al restablecer el Gobierno legítimo en la antigua
capital de la nación, os saludo por la restauración
de la paz y por los óptimos frutos de las victorias
que lograron vuestras huestes valerosas. En des-
ahogo de mis sentimientos, debo mostrar a la faz
del mundo, el orgullo que me cabe de tener por
Patria un pueblo tan grande en el primer siglo de
los pueblos.
¡Mexicanos! Cuarenta años hace que el jefe
de las tres garantías dijo a nuestros padres que
les había enseñado el modo de ser libres. Mas
vosotros, de nadie sino de vosotros mismos, apren-
disteis a acometer y rematar la empresa gigan-
tesca de la democracia en México. Vosotros do-
masteis una facción audaz y poderosa y arrojasteis
a los cientos sus títulos. Gracias a vosotros, gra-
cias a vuestras legiones inmortales, no existe ya
en la tierra de Hidalgo y Morelos la oligarquía
armada, ni la otra más temible del clero que pa-
recía incontrastable por la influencia del tiempo,
de los intereses y de los prestigios.
¡Honor y gloria a los guerreros del pueblo y a
sus insignes jefes, por haber peleado hasta con-
seguir que la Patria no sea más el objeto de cruel
ansiedad para sus hijos, de compasión para sus
amigos, de menosprecio y de asechanzas para los
especuladores de sus desaciertos! En adelante no
será posible mirar con desdén a la República
Mexicana, porque tampoco será posible que haya
muchos pueblos superiores a ella, ni en amor y de-
1*Fuente: Informes y manifiestos de los Poderes Ejecutivo y Legislativo de 1821 a 1904. Publicación hecha por J.A. Castillón, Imprenta
del Gobierno Federal, México, 1905, t. III, pp. 434-435.
Benito Juárez, documentos, discursos y correspondencia. Selección y notas de B.J. Tamayo, México, 1965, t. IV, p. 136.
cisión por la libertad, ni en el desenvolvimiento
de sus hermosos principios, ni en la realización de
la confraternidad con los hombres de todos los
pueblos y de todos los cultos.
¡Mexicanos! En el estruendo de las batallas
proclamasteis los principios de libertad y Reforma,
y mejorasteis con ellas vuestro Código fundamen-
tal. Fue la Reforma el paladín de la democracia y
el pueblo ha derramado profusamente su sangre
por hacerla triunfar de todos sus enemigos. Ni la
libertad, ni el orden constitucional ni el progreso,
ni la paz, ni la independencia de la nación, hubie-
ran sido posibles fuera de la Reforma y, es evidente,
que ninguna institución mexicana ha recibido una
sanción popular más solemne ni reunido más tí-
tulos para ser considerada como base de nuestro
derecho público. Por eso mi Gobierno la ha soste-
nido con vigor y ha desarrollado con franqueza
sus principios saludables.
Durante la terrible lucha del pueblo contra la
aristocracia trasplantada de la colonia española a
México independiente, nada ha tenido que hacer,
sino apoyar el espontáneo y vigoroso impulso de
la opinión. La buena senda era clara y segura, por-
que un pueblo denodado marchaba por ella. Mil
veces más difícil hubiera sido realizar el crimi-
noso empeño de una defección y, por otra parte,
el mundo entero no hubiera podido ofrecerme un
galardón que igualase a la conciencia de haberme
identificado con las leyes y con la suerte de mi
Patria en los días tormentosos de que ha salido
con tanta gloria.
Proclama de Juárez al volver
a la Ciudad de México*
México, 10 de enero de 1861
1861
TEXT O ORI GINA L

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