El proceso de Cristo (Ecce-Homo)

AutorJavier Oroz Coppel
Páginas14

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Cuando nos vemos involucrados en un proceso litigioso, ya sea ante un tribunal o ante el Ministerio Público lo primero que sentimos es que hemos entrado a un mundo oscuro, siniestro y sumido en las tinieblas, al que deseamos nunca haber entrado y ahora no podemos salir. Al ciudadano común y ocupado en su vida diaria, lo impacta el hecho de entrar en una dinámica en donde jueces, abogados, emplazamiento, demanda, sentencia y un sin fin de términos jurídicos comienzan a ser parte de su vocabulario. Es entonces cuando nos damos cuenta de que hemos pasado a formar parte de nuestra realidad jurídica social.

A usted lector, si se siente aludido con estas palabras, o bien si se siente ahora atemorizado por el riesgo que corremos día con día de conocer el oscuro mundo litigioso de nuestro país, propongo un antiguo juicio que nos sirve para reflexionar y apreciar que la justicia siempre alcanza al inocente:

Cristo nació en un período de la humanidad en el que el Imperio Romano había avasallado con su hegemonía a una gran parte de los pueblos "civilizados". El sistema imperialista seguido por los romanos consistía en mantener una dualidad que, aunque autónoma, era escalonada de competencias, en donde al pueblo conquistado le permitían continuar con sus estructuras e instituciones jurídicas y gubernamentales, siempre bajo la supervisión de un gobernador pretor romano. Por tanto, quien fuere sometido a juicio, podría enfrentarse a dos tipos de jurisdicciones diferentes, en caso de Cristo, del Derecho Penal Hebreo y del Derecho Penal Romano. Posterior a su detención, Cristo fue trasladado en calidad de detenido para ser objeto de un interrogatorio en la casa propiedad de Anás, suegro de Caifás, miembro del Sanhedrín, máximo tribunal supremo del pueblo judío (Tribunal de Jehová). Este tribunal data de la época de Moisés, y se enconaba formado por doctos en la ley a cuyas resoluciones se les llegó a conocer como "fallos de Dios". Contrario a derecho (hebreo por supuesto), el Nazareno fue trasladado de noche a la casa de Caifás, en donde ya se encontraba reunido en pleno el Sanhedrín, integrado por diversos doctores en ley. Ya iniciado el procedimiento, el acusado tuvo como abogado defensor a Nicodemus, quien acorde con el jurista Ignacio Burgoa Orihuela en su obra "El Proceso de Cristo", dio uno de los alegatos más celebres que se tengan registrados en la historia de la oratoria forense. En su intervención, el abogado defensor, con gran...

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