Principales problemas estructurales en el campo mexicano

AutorHéctor Manuel Robles Berlanga
Páginas115-177
CAPÍTULO IV.
PRINCIPALES PROBLEMAS ESTRUCTURALES
EN EL CAMPO MEXICANO
4.1. LA POBREZA: CARACTERÍSTICA DISTINTIVA
DEL CAMPO MEXICANO
De acuerdo con el Consejo Nacional de Población, los procesos que modelan
la marginación conforman una precaria estructura de oportunidades
sociales para los ciudadanos, sus familias y comunidades, y las exponen a
privaciones, riesgos y vulnerabilidad social que a menudo escapan al control
personal, familiar y comunitario. Un ejemplo de lo anterior es la vivienda.
La población que habita viviendas que carecen de energía eléctrica agua
entubada, drenaje, sanitario exclusivo o de tamaño inadecuado, está expuesta
a mayores impedimentos para gozar de una vida larga y saludable y dificulta
el aprendizaje de los menores de edad, entre otras privaciones cruciales en la
vida de las familias y sus integrantes (CONAPO, 2000).
El Consejo Nacional de Población (CONAPO) señala que el contar
con una vivienda digna y decorosa, derecho sancionado en el artículo cuarto
constitucional, favorece al proceso de integración familiar en un marco de
respeto a las individualidades, evitando el hacinamiento, contribuyendo a la
creación de un clima educacional favorable para la población en edad escolar,
reduciendo los riesgos que afectan la salud y facilitando el acceso a los sistemas
de información y entretenimiento modernos.
Sin duda el problema estructural más significativo en el campo mexicano
es la pobreza. Es evidente que en el país existen grandes desigualdades regionales
en el crecimiento, la dotación de servicios básicos y las oportunidades de
empleo y desarrollo de los habitantes. Sin embargo, es en las zonas rurales
donde existen las mayores carencias. Lo rural, desde luego, es también otra
forma de inequidad.
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De la población total que vive en los municipios considerados de muy
alta y alta marginación, el 92.9 y 76.5% respectivamente, es población
rural. Asimismo, de los 29 millones de personas que habitan en localidades
menores a cinco mil habitantes, la mitad vive en municipios de alta y muy alta
marginación, mientras que sólo 5% de las personas de localidades mayores
a cinco mil habitantes se encuentra en esa condición. Es decir, existe una
relación directa entre marginación y ruralidad (ver cuadro 42).
Lo anterior lo confirma el Consejo Nacional de Evaluación al decir que
en el año 2005, 23.8 millones de habitantes del sector rural se encontraban en
condiciones de pobreza. De ellos, el 64.2%, es decir 15.3 millones de personas,
obtenían ingresos insuficientes para acceder a los mínimos requerimientos
de alimentación, salud y educación, aun utilizando todos sus ingresos para
adquirir esos bienes y servicios (CONEVAL, 2005).
Otro método para observar el impacto de la pobreza en las zonas rurales
es calcular cuántos de los propietarios tienen sus tierras en municipios con
los mayores índices de marginación. Siete de cada diez comuneros viven
en municipios de alta y muy alta marginación. En esta misma situación se
encuentran cinco de cada diez propietarios privados y tres de cada 10 ejidatarios.
Los dueños de la tierra que viven en los municipios más pobres tienen predios
muy pequeños, en su gran mayoría son minifundistas (ver cuadro 43).
Los datos anteriores contrastan con la idea que se tiene sobre los
propietarios privados al suponer que se encuentran en mejores condiciones
económicas que los ejidatarios y comuneros, lo cual es falso. Contrario a lo
que se piensa, para dar mayor atención al “sector social”, en los municipios más
pobres del país, se tendría que poner igual o mayor énfasis en los propietarios
privados, por las condiciones de fragilidad en las que se encuentran.
También consideramos oportuno comparar usos del suelo con marginación
(ver cuadro 44). Seis de cada diez hectáreas de bosques y selvas se localizan en
municipios de alta o muy alta marginación. En contraste, sólo 27.4% de las
superficies de pastos naturales, de agostadero o enmontadas y 41.8% de las
tierras de labor se ubican en esos municipios. Es decir, la preservación de los
bosques y selvas se encuentra en manos de la población más pobre de este país,
lo que obliga a considerar esta situación en las políticas medioambientales. Por
lo tanto, el cuidado de los recursos debe de ir acompañado de programas de
combate a la pobreza.
Al realizar el mismo ejercicio, pero ahora con la superficie sembrada de
los principales cultivos, se encontró que poco más de la mitad de la superficie
ESRSXXIU 
sembrada de maíz se ubica en los municipios más pobres (ver cuadro 45).
Le siguen el café, caña, frijol y arroz. Estamos hablando al menos de dos
grandes grupos de productores, los que viven en los municipios más pobres,
en donde los ingresos y los niveles de educación son más bajos y que cuentan
con la mínima infraestructura básica y, por otro lado, los productores que
viven en municipios de marginación media o baja que tienen en todas las
esferas rezagos menores que los primeros. Estas diferencias obligan a construir
acciones de gobierno que atiendan las especificidades de cada grupo.
Otros de los indicadores que reflejan las condiciones de pobreza de la
población rural son los ingresos y el PIB per cápita. De los 5.3 millones de
personas ocupadas en actividades primarias, 51% vive en municipios de alta
y muy alta marginación, mientras que sólo 9.3% de los ocupados del sector
secundario y 7.3% del terciario viven en esas áreas geográficas (ver cuadro 46).
Prácticamente todos los que trabajan en el sector agropecuario y forestal en
los municipios de alta y muy alta marginación no reciben más de dos salarios
mínimos y su PIB per cápita es de apenas 1,522 dólares.
Todos los datos nos confirman que la pobreza es el principal problema
de las áreas rurales de nuestro país y, por lo tanto, debería de ser el eje
estructurador de las políticas rurales, sin aspirar a que las acciones para el
campo sean sólo asistencialistas. La pobreza no se resuelve sólo con subsidios,
sino con generación de oportunidades productivas.
4.2. LOS BAJOS INGRESOS RURALES
Uno de los problemas centrales del campo mexicano son los bajos ingresos
que se obtienen, sobre todo en las actividades primarias: las dificultades
económicas del campo se proyectan en el deterioro de los niveles de ingresos
de su población. Por ejemplo, la PEA total ocupada en los municipios
totalmente rurales que no recibe ingresos es 31.3% y hasta un salario mínimo
24.3%, mientras que para la PEA primaria los porcentajes son 47 y 27.3%
respectivamente, veinte puntos porcentuales más. Además, como se observa
en el cuadro 47, la proporción de población que no recibe ingresos o recibe
hasta un salario mínimo, tanto para la PEA total como para la PEA primaria,
aumenta en la medida que los municipios son cada vez más rurales. Lo rural
implica, independientemente de la actividad económica, bajos ingresos.

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