Las políticas de población en el poblamiento del sur de Quintana Roo, 1900-1935: ¿una política sin conclusiones?

AutorAllan Ortega Muñoz
Páginas215-266
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Introducción
En las ciencias sociales cada uno de los especialistas, llámesele politólogos,
sociólogos, economistas, demógrafos y/o geógrafos, están divididos –y mal
divididos– entre el pasado y el presente, en palabras de Braudel. Él mismo
sugiere que la prudencia exigiría que se mantuvieran igualados los “dos
platillos de la balanza” del tiempo, pues al aceptar esta restricción de la di-
visión, los científicos sociales, “se privan a sí mismos de un extraordinario
campo de observación, del que prescinden por su propia voluntad sin por
ello negar su valor” (Braudel, 1974: 77, 78). Así, rematando su comentario,
Braudel dice que el presente y el pasado se aclaran mutuamente, con luz
recíproca (Ibid.: 80).
A partir de esta reflexión, y parafraseando al autor citado, considero que el
estudio social sobre el poblamiento de Quintana Roo, visto a través de su cre-
cimiento natural y social, no debe escapar “al tiempo de su historia”. Por tanto,
para estudiar el poblamiento de Quintana Roo, como variable dependiente de
aquellos factores que intervinieron alrededor de él, es necesario analizar a és-
tos desde el punto de vista historiográfico con lo cual se permitirá el obtener
un contexto preciso de cómo se generaron los datos demográficos (tasas de
crecimiento, fecundidad, natalidad, mortalidad, migración, entre otros) así
como una guía diacrónica de la dinámica demográfica de Quintana Roo.
En las siguientes páginas mostraré algunos de los diferentes factores que
impulsaron, demográficamente hablando, el desarrollo de Quintana Roo.
Las políticas de población en el poblamiento
del sur de Quintana Roo, 1900-1935:
¿una política sin conclusiones?*
Allan Ortega Muñoz
* La información presentada en este capítulo es parte de la tesis de Doctorado en Estudios
de Población propuesta al Ce ntro de Estudios Demográficos, Ur banos y Ambien tales de El
Colegio de México.
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ALLAN ORTEGA MUÑOZ
Dos ideas saltan al hablar de factores. Una de ellas se encuentra encaminada
hacia el proceso migratorio que ha sufrido el estado, y la segunda, nos lleva
hacia la estructura y puesta en marcha de diversas políticas gubernamentales
gestadas, preponderantemente, “de fuera hacia dentro” del estado, es decir,
del poder central de la presidencia de la República durante y después del
porfiriato hasta que en 1974 el territorio deja de ser federal y comienza una
nueva vida “como estado, libre y soberano” regido por leyes propias.
Como mencioné, es necesario recurrir a la historia para contextualizar
el entendimiento de lo que vivimos hoy en día. Quintana Roo tiene actual-
mente, por un lado, una tasa de crecimiento natural promedio mayor en
comparación con la nacional tanto como con la región fronteriza del sureste
mexicano (5.9 por ciento para Quintana Roo versus 1.84 por ciento la Repú-
blica, 2.58 por ciento Campeche, 2.02 por ciento Chiapas, 2.34 por ciento
Tabasco [Castillo, Toussaint y Vázquez, 2006: 28]), y por el otro, una inmi-
gración interna relativamente alta (100 680 inmigrantes internos, séptimo
lugar a nivel nacional, emigrantes internos 28 374, lugar 24 a nivel nacio-
nal, con un saldo neto migratorio positivo de 72 306 personas, y una tasa
neta de migración de 63.7 personas por cada mil habitantes para el año
2005 (cálculos propios)).
Antaño no eran tan diferentes estas condiciones, a pesar de que se tenga
otra idea. Si bien es cierto que el estado, otrora territorio federal de Quin-
tana Roo (1904-1974), presentaba una población escasa y dispersa, con la
percepción por parte de los dirigentes del país de que era un espacio vacío
susceptible de colonizar, con problemas en comunicación terrestre y maríti-
ma, y con baja inversión de infraestructura (Castillo, Toussaint y Vázquez,
2006; César y Arnaiz, 1989, 1998; Macías Richard, 1997; Macías Zapata,
2002), también es cierto que la alta inmigración interna e internacional (como
lo es hoy) fue fundamental para revitalizar a inicios del siglo XX la diná-
mica demográfica, dada la depresión social, demográfica, económica y
política causada por la guerra de castas (1847-1901).
Siguiendo el mismo orden de ideas, en el pasado el territorio se confor-
mó por gente que poseía tres características intrínsecas: a) gente de diversas
latitudes, así como cargas culturales y sociales; b) gente que busca fuentes de
empleo que en su lugar de origen no tenía [cabe hacer mención que en el
Quintana Roo de principios de siglo XX hubo igualmente una inmigración
forzada, como lo fueron los presidiarios, y opositores a regímenes políticos
(Vallarta, 2001), y por último, en relación con la anterior; c) gente motivada
por la apertura del mercado laboral nacional e internacional que se instala
en Quintana Roo y abre nuevas fuentes de empleo, verbigracia, el turismo
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LAS POLÍTICAS DE POBLACIÓN EN EL SUR DE QUINTANA ROO
hoy; antaño, compañías cuya actividad económica era lo forestal (chicleras y
madereras) y lo agrícola (azucareras).
Por lo mismo historiar la dinámica demográfica y entender como hicie-
ron frente a los problemas la población asentada (alimentación, salud, edu-
cación, trabajo, relaciones interétnicas, coyunturas político-económicas na-
cionales e internacionales), nos puede dar una luz de cómo enfrentar y dar
solución a los problemas sociales, económicos, políticos, entre otros, que se
avecinan o que ya están en la actualidad.
Sin embargo, analizar el poblamiento de Quintana Roo es un tema am-
plio y con aristas diversas, ya que está conformado por zonas en las cuales se
han presentado ritmos y dinámicas demográficas propias a lo largo de su
historia. De tal manera, y dada la envergadura del tema, he decido centrar-
me sólo en el análisis del proceso de poblamiento que aconteció durante los
tres primeros decenios del siglo XX en la zona sur de Quintana Roo. Esto
conlleva inconvenientes y fortalezas. El mayor inconveniente es que centrar-
se a esta área específica, podría sesgar el conocimiento del poblamiento,
tanto por causas de subregistro o deficiencias intrínsecas de las fuentes de
datos utilizadas, como de ser tentado a generalizar, a partir de los descubri-
mientos que se hagan de esta zona, a todo el estado.
Como premisa se ha considerado que el estado se encontraba aislado y
“libre” para ser colonizado; un análisis más agudo de los hechos nos puede
llevar a una situación totalmente contraria. Quintana Roo no se encontró
nunca totalmente deshabitado. Ha habido una ocupación continua desde
tiempos precolombinos (Shaw y Mathews, 2005) hasta nuestros días, sobre
todo en el centro del estado, por parte del grupo maya yucateco. De igual
manera, la zona norte se repobló por refugiados que huían de la guerra de
castas, así como por gente nacional y extranjera que encontraba nuevos ni-
chos laborales impulsados por las compañías colonizadoras, a las cuales se
les concesionó en el porfiriato grandes extensiones de tierra para lotificar y
colonizar la zona (Macías Richard, 1997; Ramos, 1999).
No obstante, la zona sur, área limítrofe con Belice, si bien no se puede
decir que ha sido descuidada en relación con la investigación histórica y/o
demográfica (véanse los trabajos como Castillo, Toussaint y Vázquez, 2006;
César y Arnaiz, 1998; Higuera, 1986, 1992, 2002; Macías Richard, 1997b;
Macías Zapata, 2002; Vallarta, 1986, 2001) si merece una especial atención.
Esta atención, y es la fortaleza a la que me refiero al escoger a esta zona
del estado para analizar el poblamiento de una fracción del territorio de
Quintana Roo, se debe a que considero que ésta ejemplifica un laboratorio
social y demográfico sobre todo por la intensa comunicación de diferentes

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