La política del aborto: de un nuevo derecho a la nueva derecha

AutorLaurence H. Tribe
Páginas309-341
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VII. LA POLÍTICA DEL ABORTO:
DE UN NUEVO DERECHO
A LA NUEVA DERECHA
EL CASO Roe vs. Wade se resolvió el mismo día en que murió
Lyndon Baines Johnson. Pero ni siquiera la muerte de un ex-
presidente pudo enterrar una historia que habría de afectar
de modo tan poderoso la política estadunidense. Los principa-
les periódicos, como el New York Times y el Washington Post,
de cualquier manera hicieron espacio para la historia en la
primera plana.1 No queda claro, sin embargo, si los medios
entendieron de inmediato todo el peso del fallo. El Washing-
ton Post, por ejemplo, no le dedicó la nota editorial sino hasta
ocho días después de la resolución.2
No obstante, la reacción de la Iglesia católica romana ante
la resolución fue inmediata y vehemente. El cardenal de Nue-
va York, Terence Cooke, calificó la resolución de “horrorosa”,
mientras que el cardenal de Filadelfia, John Krol, la descri-
bió como una “tragedia indescriptible”.3 La Sociedad para el
Commonwealth Cristiano exigió la excomunión del juez Bren-
nan, el único católico de la Suprema Corte y miembro de la
mayoría en Roe, como un “gesto simbólico”, mientras que el
juez Blackmun, el autor de la resolución, se volvió blanco de
protestas y de cartas de repudio.4
La reacción entre los líderes religiosos no católicos se dividió
y, en general, fue menos extrema. El reverendo doctor Howard
1 Véase, por ejemplo, “High Court Rules Abortions Legal the First Three
Months”, New York Times (23 de enero de1973), p. 1; MacKenzie, “Supreme Court
Allows Early-Stage Abortions”, Washington Post (23 de enero de 1973), p. A1.
2 “Abortion: Out of the 19th Century”, Washington Post (31 de enero de
1973), p. A18.
3 “Statement by 2 Cardinals”, New York Times (23 de enero de 1973), p. 20.
4 “Catholic Group Hits Justice Brennan”, Washington Post (26 de enero de
1973), p. A12; “Blackmun Defends Abortion Decision”, Washington Post (26 de ene-
ro de 1973), p. A2.
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Spragg, vicepresidente ejecutivo de Ministerios Nacionales de la
Iglesia Unida de Cristo, llamó al dictamen “histórico, no sólo en
cuanto a los derechos individuales de las mujeres, sino también
en cuanto a las relaciones de la Iglesia y el Estado”.5 Por otra
parte, el obispo William Cannon de la Iglesia metodista unida,
afirmó que “Si esto lleva a la promiscuidad y a tomar la crea-
ción de la vida a la ligera, entonces es un retroceso”.6
EL EFECTO DE ROE
El efecto real del fallo para las mujeres que buscaban inte-
rrumpir su embarazo fue profundo. Aunque cuatro estados
habían derogado las restricciones al aborto, al menos para el
primer trimestre del embarazo, y muchos otros habían avan-
zado hacia la liberalización, el estado de Nueva York era el
único que parecía no verse afectado por el fallo. Los requisitos
de residencia, como los que estaban en vigor en los otros tres
estados que efectuaron la “abrogación” (Hawai, Washington,
y Alaska), se declararon inconstitucionales en el caso menos
célebre, relacionado con el de Roe, Doe vs. Bolton,7 que expli-
có algunas de las implicaciones del fallo de la Corte en Roe,
al considerar que los estados no podían proscribir abortos
porque las mujeres que los pidieran no fueran residentes, y
tampoco podían exigir que los abortos se realizaran en hospi-
tales especialmente acreditados u ordenar que los aprobaran
los comités de los hospitales u otros médicos cuestionando
a posteriori el juicio del médico tratante.
Lo que fuera un mercado negro caro, y a menudo brutal, de
servicios para abortar solicitados por hasta un millón de mu-
jeres cada año, se transformaría con Roe en un procedimiento
médico sencillo y básicamente seguro, legal y disponible con
amplitud. Aunque el acceso generalizado al aborto no se ha lo-
5 Van Gelder, “Cardinals Shocked-Reaction Mixed”, New York Times (23 de
enero de 1973), p. 1.
6 “A Stunning Approval for Abortion”, Time (5 de febrero de 1973), p. 50;
véase también Wright, “Protestants Split on Abortion Edict”, Washington Post
(26 de enero de 1973), p. B7.
7 410 US, p. 179 (1973).
LA POLÍTICA DEL ABORTO 311
grado de manera uniforme, en parte por el éxito de los activis-
tas antiaborto al promulgar restricciones menos severas que las
invalidadas expresamente en Roe y Doe, la legalización ha au-
mentado la seguridad de manera sustancial. En apenas algunos
años desde la resolución sobre Roe, la tasa de mortalidad para
las mujeres que se sometieron a abortos legales fue 10 veces
más baja que para las que lo hicieron en la ilegalidad, y cinco
veces menor que para quienes decidieron parir.8
Antes de Roe, tanto el movimiento pro derecho a la vida
como el pro derecho al aborto habían cobrado un ímpetu con-
siderable al expresar filosofías congruentes y organizar sus
respectivas fuerzas para lograr un impacto político. Aunque
el fallo alimentaba el avance de cada bando para desarrollar
un mensaje público, tuvo un efecto sumamente distinto en sus
respectivos esfuerzos políticos y organizativos.
A pesar de que, como ya hemos visto, el impulso ini-
cial para el movimiento por la derogación de las leyes sobre
el aborto provino, en buena parte, de médicos, sacerdotes y
defensores de la salud pública que veían que las leyes refor-
madas no surtían efecto, las iniciativas para abrogarlas apro-
vecharon una fuerza mucho más poderosa y más amplia: el
feminismo. Las feministas no basaron su apoyo en ningún ha-
llazgo particular sobre la manera en que estaban funcionando
las leyes reformadas del aborto. El acceso a éste era un corola-
rio de la filosofía subyacente en el movimiento. Las leyes que
penalizaban dicha práctica resultaban aberrantes para quie-
nes pensaban que las mujeres, al igual que los hombres, de-
berían tener control sobre sus propios cuerpos y sus vidas.
Aunque la derogación de la ley de Nueva York en 1970 pare-
ce haber sido la primera ocasión en que el tema del aborto
ganó importancia en el debate político como un asunto sobre
los derechos de las mujeres (de hecho, el gobernador Nelson
Rockefeller dio crédito a los grupos femeninos por el éxito del
proyecto para anular la ley),9 a principios de los setenta este
8 Schultz, “Though Legal, Abortions Are Not Always Available”, New York
Times (2 de enero de 1977), pp. 4, 8.
9 Kovach, “Rockefeller, Signing Abortion Bill, Credits Women’s Groups”,
New York Times (12 de abril de 1970), p. A47.

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