Poesía de José Blas Santaella

AutorAndrés Henestrosa
Páginas482-483
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ANDRÉS HEN ESTROS A
cargo en un punto lejano, tuvimos una nueva muestra de su apego a una tarea
que en él revistió desde siempre con los caracteres de una misión. Ni porque
era día de fiesta dedicado a los maestros, ni porque se trataba de recibir un
premio, Sergio Martínez abandonó su pueblo ni a la niñez de su pueblo.
Recordando las lecciones de bondad y de amor que le oí, quise ahora dedicarle
este recuerdo. Su persistencia en el magisterio, el nunca desmentido entusias-
mo que ilumina sus tareas, son dignos de un canto sonoro y justifican que su nom-
bre quede grabado en letras de oro en la memoria de los buenos oaxaqueños.
26 de mayo de 1957
Poesía de José Blas Santaella
Volvemos ahora a un tema que nos es particularmente predilecto: el de la poe-
sía en Oaxaca. En Alacena s anteriores tratamos de dos poetas, José Blas Sán-
chez y Patricio Oliveros, como los únicos que hasta hoy se pueden considerar
como dignos de la antología. La insistencia en el tema ha permitido descubrir
algunas circunstancias que enriquecen el parentesco entre ellos. A la ya seña-
lada de ser los nombres más destacados de la lírica oaxaqueña, se agrega esta
otra, por demás curiosa; y es que algo de lo mejor de su escasa producción es-
tuvo a punto de perderse, atribuida a otros poetas. En efecto, el soneto “A León
XIII” de Oliveros, apareció entre los poemas de Alfonso Gutiérrez Hermosillo,
publicados por sus amigos después de su temprana muerte. Sucedió que el autor
de “Itinerario”, por vía de ejercicio, retocó el soneto de Oliveros, en verdad con
algunos ripios que lo afeaban, aunque sin tocar su esencia, como ya lo señaló
Federico Escobedo. Del libro de este último autor, Flores del huerto clásico, lo
rescató Alfonso Méndez Plancarte y lo devolvió a su verdadero autor.
Por un desconocido mecanismo, el soneto de José Blas Santaella, “A la
muerte”, aparece como obra de José Rosas Moreno, su casi contemporáneo.
Sin embargo, no ha sido di fícil reivindic ar para Santaella la paternidad
disputada; la favorecen dos cosas por igual elocuentes: el soneto se encuentra
grabado a la entrada del panteón de Oa xaca desde las postrimerías del siglo
pasado, y aparece en las poesías de Santaella, publicadas en 1880, año de su
muerte, con un material preparado por el autor. Allí, en la página 212, del
tomo II puede encontrarlo el curioso lector que así lo quisiere.

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