El poder absoluto en México

AutorFrancisco I. Madero
Páginas145-151
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Para apreciar debidamente la nefasta labor del absolutismo, veamos cuál
es el ideal que debe persegui r todo gobernante que ama a la pat ria.
Desde luego podremos cita r como un bellísimo prog rama de gobierno,
el que tan elocuentemente encer raba en estas palabras el in mortal Morelos,
cuando convocó al Congreso de Chi lpancingo:
Soy el siervo de la nación, porque ésta asume la más grande, legítima e inviolable
de las soberanías; quiero que tenga un gobierno dimanado del pueblo y sostenido
por el pueblo. Quiero que hagamos la declaración de que no hay otra nobleza que
la de la virtud, el saber, el patriotismo y la caridad; que todos somos iguales, pues
del mismo origen procedemos, que no hay abolengos ni privilegios, que no
es racional, ni humano, ni debido que haya esclavos; que se eduque a los hijos
del labrador y del barretero como a los del más rico hacendado y dueño de minas;
que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare
y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario; que tengamos una fe, una causa y una
bandera bajo la cual juremos morir antes que ver a nuestra patria oprimida como
lo está, y que cuando ya sea libre, estemos siempre listos para defender con toda
nuestra sangre esa libertad preciosa.
En estas sencillas palabras están pintados, con elocuencia conmove-
dora, los grandiosos idea les con que soñaban quienes no vacilaron en
derrama r toda su sangre para lega rnos la preciosísima conquista de nuest ra
independencia.
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