Pobreza y bienestar

AutorHilario Barcelata Chávez
Páginas251-302
La Economía Veracruzana. Retrovisión y realidades Hilario Barcelata Chávez
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CAPÍTULO 7
POBREZA Y BIENESTAR
La Economía Veracruzana. Retrovisión y realidades Hilario Barcelata Chávez
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29 de marzo de 2004
En Veracruz, hay un rezago social que se evidencia al menos en tres aspectos centrales:
a) una profunda pobreza,
b) una excesiva concentración del ingreso y la riqueza y
c) bajísimos niveles de consumo.
Todo ello es resultado del subdesarrollo productivo existente tanto en el ámbito agropecuario como en el industrial y
de servicios.
En la agricultura, los productores carecen de conocimientos y apoyo técnico para mejorar la prod ucción. En la industria
la mayoría de las unidades productivas son micro o pequeñas empresas y no cuentan con la tecnología y la organización
para ser competitivas. Y el sector servicios se convirtió en el receptáculo de aquellos que no encuentran una ocupación
en ninguno de los otros sectores, conformando un ámbito de de muy baja productividad, al borde la de informalidad,
sin recursos económicos propios y sin apoyos financieros por parte de las instituciones públicas o privadas.
En una palabra, la pobreza es consecuencia de las precarias condiciones en las que se realiza la producción, lo cual
explica también por qué la mayoría de los productores veracruzanos, no se encuentran integrados a los circuitos
comerciales regionales o nacionales, lo cual los mantiene desvinculados de la lógica de funcionamiento de la economía
capitalista y particularmente en el sector agropecuario donde incluso están inmersos en u na lógica de producción
doméstica, mas comercial. Las llamadas economías de subsistencia. Esta situación, trae como resultado que los
productores queden al margen del mercado, tanto como proveedores como demandantes
Lo anterior significa que el mercado interno estatal es pequeño, porque hay pocos demandantes, muchos de los cuales
tienen una baja capacidad adquisitiva. Esto propicia escasos incentivos para que surjan nuevas empresas y para que
crezcan o se reproduzcan las ya existentes. En otras palabras, existe un escaso desarrollo capitalista en Veracruz, lo que
constituye el principal obstáculo al desarrollo económico generalizado. Esta conclusión es crucial para entender por qué
la apertura comercial agrava la pobreza en el estado y por qué los productores veracruzanos no pueden aprovechar las
bondades de los tratados comerciales.
La globalización requiere economías plenamente capitalistas, con una base mínima de desarrollo y un conjunto de
problemas estructurales resueltos. Cualquier país y cualquier entidad federativa, que pr etenda integrarse sin cumplir
esos mínimos, requisitos, en lugar de sacar provecho, reproduce las condiciones de atraso, y convierte el tránsito al
capitalismo, un proceso doloroso por el dramático saldo social que implica, ya que agudiza las diferencias y
contradicciones entre un sector moderno que se globaliza y un sector atrasado que se pauperiza.
Las entidades federativas como Veracruz, que no están preparadas, para acceder a la "economía mundo", también
carecen de mecanismos para contrarrestar los efectos que genera, en el ámbito interno, la globalización y no tienen ni
recursos, ni habilidades gerenciales, tanto en el ámbito público como en el privado, para implementar una estrategia de
quiebre estructural que les permita salir de la pobreza y aprovechar ventajosamente la globalización.
Sin duda es necesario replantear el concepto de globalización, toda vez que en la actualidad, obedece a un proyecto
político alentado y sustentado por los gobiernos de los países desarrollados, financiado y capitalizado económicamente
por las grandes empresas transnacionales. No es de extrañar, entonces, que la globalización sea un proceso que muestra
una marcada tendencia a la monopolización de la economía y a la concentración del ingreso. No es de extrañar que la
pobreza de muchos y el progreso de pocos, sea el resultado final de e ste proceso. Este nuevo concepto debe exigir
entender la globalización como un instrumento para el desarrollo, en donde la desigualdad entre países sea reconocida
y haya un trato preferencial y con reciprocidades limitadas, para los países subdesarrollados. Es decir, hay que darle
contenido social a la globalización. Pero también las economías subdesarrolladas y los gobiernos de sus estados y
municipios deben establecer planes de cambio estructural, que en todo caso es lo más urgente, pues el cambio
conceptual e instrumental de la globalización podría no lograrse.
La pobreza que ha desatado la globalización representa una gran crisis de la c ivilización moderna, porque implica el
avance a una nueva forma de civilización, en la que algunos sólo alcanzan un lugar como “subproductos sociales” que
tienden a la extinción. Y aunque quisiéramos ser optimistas, parece que el futuro nos depara peores cosas.
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Veracruz es un estado de grandes contrastes, donde conviven riqueza y pobreza, desarrollo y atraso, en un escenario de
profunda desigualdad e injusticia. Los datos estadísticos p ermiten corroborar con exactitud las consecuencias de un
débil e inequitativo proceso de desarrollo económico.
De acuerdo con la información publicada por Inegi en el Censo de Población y Vivienda de 2000, referida a los ingresos
que recibe la población ocupada se puede observar que durante la década de los noventa no hubo mejoramiento en la
distribución del ingreso en el estado, manteniéndose durante estos años, el mismo reparto desigual del ingreso que
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representa una agudísima concentración del mismo en muy pocas manos. Situación que es mucho más grave cuando se
analiza a nivel municipal.
En el estado, la mayoría de la población sobrevive con bajísimos ingresos, ya que existe un total de un millón 613 mil
personas que ganan mensualmente una cantidad no mayor a dos salarios mínimos. Es decir el 69% de la población que
tiene una actividad productiva (no necesariamente asalariadas) recibe, cuando más, un ingreso no mayor a 2,160 pesos
al mes. Esto significa q ue estas personas reciben, en promedio, un ingreso de 1,013 pesos. Si además, consideramos las
230 mil personas que ganan menos de tres salarios mínimos, (que todavía es un ingreso muy bajo) tenemos un total de
un millón 843 mil personas, esto es, el 78% de la población ocupada, recibiendo ingresos, cuya insuficiencia coloca a esa
población en una situación de aguda pobreza y muy alta marginación. Sobre todo, hay que considerar que ese ingreso
sirve, en la mayoría de los casos, para la sobrevivencia de una familia, que en promedio es de cinco miembros.
Lo más grave es que e sta situación no se ha podido revertir a lo largo de los últimos diez años, pues si bien existen
pequeños cambios, en general permanece el esquema de muy bajos ingresos y agudísima concentración del ingreso.
Esta situación es mucho más grave cuando se analiza a nivel municipal, ya que la proporción de personas que ganan
menos de dos salarios mínimos es mucho mayor. De acuerdo con la misma fuente citada, en un total de 167 municipios
en el estado, más del 70% de la población ocupada recibe un ingreso menor a 2,160 p esos. Es decir, en el 80% de los
municipios veracruzanos, al menos el 70% de las personas que tienen un empleo reciben una raquítica remuneración
por su trabajo. Pero aún la situación es peor que esto para algunos municipios, pues en 46 de ellos, (22% del total) más
del 90% de la población ocupada recibe menos de la remuneración mencionada, lo cual implica una pobreza
generalizada. Esto es así porque existen muchos municipios en los que la proporción de personas que no reciben
ingresos resulta ser muy elevada. De hecho cerca de 60 municipios (29% del total) concentran el 20% de su población
ocupada en el ran go de los que no reciben ingreso por su trabajo. Y es importante destacar, que existe una proporción
amplia de municipios cuya población que no declaró ingresos es muy baja, pero ello no evita, de cualquier forma, que la
concentración del ingreso ahí, siga siendo elevada. Y esto es así porque co nforme los municipios van teniendo menos
población ocupada sin ingresos, tienen más PO en los rangos de menor ingreso. En otras palabras, dentro de los grupos
de población sin ingreso, al comenzar a percibir un ingreso, las personas transitan hacia los rangos de ingreso más bajo,
lo que deja las cosas sin cambios considerables en materia de distribución del ingreso.
Esta situación es muy similar a la que guardaba el estado en 1990, año en que el 72% de la población ocupada, recibía
menos de salarios mínimos como ingreso, es decir, apenas tres puntos porcentuales más que el año 2000. De igual modo
a nivel municipal, en el 86% del total de municipios la población ocupada recibía un ingreso menor al ya mencionado.
Así es posible observar que el grado de avance en materia de mejoramiento del ingreso de l as personas ha sido
prácticamente nulo en una década completa.
La concentración del ingreso está relacionada con el tipo de actividades productivas que se practican en el estado y con
los niveles de desarrollo alcanzado por ellas, aunque dicha concentración se presenta tanto en municipios con un
relativamente elevado nivel de industrialización, como en aquellos predominantemente agrícolas y con grandes
problemas para producir y tiene su origen en dos factores primordialmente.
Un factor que es fundamental para entender la desigualdad es el tamaño del salario que perciben los trabajadores del
sector propiamente capitalista de la economía veracruzana.
Las actividades industriales y comerciales constituyen el sector propiamente capitalista de la economía veracruzana,
donde la producción se organiza sobre la base del trabajo asalariado Los munic ipios en que estas actividades
predominan, son los de mayor desarrollo relativo. Ahí, los salarios con los que son remunerados los trabajadores son
excesivamente bajos y la proporción de la PO que no recibe ingresos es muy reducida. En estos casos la concentración
del ingreso se deriva de lo reducido del salario y se evidencia qu e el mayor desarrollo relativo municipal, no ha tenido
efectos sobre la concentración del ingreso. En decir, que el creci miento económico no ha ido acompañado de una mejor
distribución del ingreso. Y en muchos casos, al mantenerse el mismo esquema de distribución, variando el tipo de

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