El pluralismo moral de David Hume.

AutorArrieta, Agust

En este trabajo proponemos una interpretación creemos que original del pensamiento moral de David Hume, en particular en lo que toca a su carácter relativista, pluralista u objetivista. Vamos a defender que Hume, más que un relativista moral, es un pluralista. Además, por razones que se expondrán más adelante, calificaremos dicho pluralismo como pluralismo objetivista.

Aunque Hume, en sus grandes obras, no aborda explícitamente el problema del relativismo moral, en Un diálogo se ocupa de la cuestión con cierto detalle. Por lo general, el supuesto relativismo o no relativismo moral de Hume se ha derivado a partir del pensamiento moral desarrollado en sus grandes obras, y Un diálogo se ha utilizado, casi meramente, como apoyo. (1) Nosotros defendemos que Un diálogo y las grandes obras del filósofo escocés (especialmente, la segunda Investigación) conforman en su conjunto una visión de la moral que no es relativista, sino pluralista y objetivista.

Es verdad que el pensamiento moral de Hume ha sido interpretado de muchas maneras: subjetivista, expresivista, proyeccionista, disposicionalista, sentimentalista, o como partidario de alguna versión de la teoría del error masivo o de alguna versión del observador general y estable. (2) Algunas de estas interpretaciones alimentan claramente la atribución de cierto relativismo a su pensamiento moral. Por ejemplo, si se concede la interpretación subjetivista o algunas versiones del sentimentalismo, el relativismo se obtiene prácticamente como una conclusión inmediata. Sin embargo, parece difícil interpretar a Hume como un relativista si tenemos en cuenta las ideas más explícitamente expresadas en Un diálogo. La consecuencia que se sigue de tomar seriamente en cuenta Un diálogo es que las interpretaciones que hacen de Hume un relativista moral (p.ej., la subjetivista) van mal encaminadas.

En este trabajo no vamos a defender una interpretación específica de las ideas de Hume acerca de la moral. Hay varias interpretaciones de sus ideas compatibles con el pluralismo objetivista que, a nuestro entender, defendió. Como decimos, resolver la cuestión del carácter relativista o no de las propuestas de Hume tan sólo excluye algunas interpretaciones: las que lo convierten en relativista.

  1. Relativismo y pluralismos

    Gowans (2008) distingue entre el relativismo moral descriptivo y el relativismo moral metaético. El relativismo moral descriptivo se limita a aceptar la existencia de facto de desacuerdos morales entre distintos grupos (culturas, naciones, etnias, estados, comunidades, ...): hay de facto una pluralidad de códigos morales. El relativismo moral metaético da un paso más y afirma que además de haber desacuerdos morales entre distintos grupos, esos desacuerdos morales son racionalmente irresolubles. Entendemos que son desacuerdos en los que no cabe atribuir ningún tipo de error o de fallo a ninguno de los contendientes; es decir, son faultless disagreements (Kölbel 2005). Según Gowans, es el relativismo metaético el que ha generado los debates más sustanciales. En cierta medida, y chocando un tanto con el vínculo que habitualmente se establece entre tolerancia y relativismo, el relativista moral hace una llamada al pesimismo con respecto a la posibilidad de un diálogo fructífero entre grupos o individuos moralmente discrepantes. El relativismo moral llama o apela, digámoslo gráficamente, al atrincheramiento.

    Basándonos en las ideas de Gowans, proponemos las siguientes distinciones:

  2. Pluralismo descriptivo o pluralismo de facto: hay pluralidad de códigos morales.

  3. Pluralismo normativo: es explicable (desde el punto de vista moral) que haya tal pluralidad o, si se prefiere, cabe dar un tipo de explicación de dicha pluralidad en virtud de diferentes criterios o principios, todos ellos aceptables desde una reflexión de carácter moral. Es decir, la pluralidad de facto no es eliminable.

    Distinguimos estas dos tesis ya que se podría aceptar el pluralismo descriptivo, sin comprometerse con el pluralismo normativo. Alguien podría argumentar que, aun habiendo una pluralidad de facto, dicha pluralidad se iría (o debería irse) reduciendo y eliminando progresivamente en virtud de un único principio (por ejemplo, utilitarista). El pluralista normativo se opone a esta visión absolutista o monista. El fenómeno moral es constitutivamente plural: el fenómeno moral está constituido por una pluralidad irreducible de principios morales. Tanto el relativismo como el pluralismo objetivista emanan de la aceptación del pluralismo de facto y del pluralismo normativo.

  4. Relativismo: el relativista, además de aceptar el pluralismo descriptivo y normativo, proclama que en algunos casos no cabe resolver de manera racional los desacuerdos existentes, esto es, en dichos casos no es posible reconocer que alguna de las partes haya cometido un error o algún tipo de fallo: en ocasiones, no hay forma racional ni de explicar el fenómeno plural ni de resolver desacuerdos genuinos. En el mejor de los casos, sería posible dar una explicación de carácter genealógico de cada uno de los códigos morales discrepantes.

    Se tiende a pensar que el pluralismo normativo implica el relativismo. Sin embargo, el pluralismo normativo es compatible con otra postura: el pluralismo objetivista.

  5. Pluralismo objetivista: el defensor de esta posición, además de aceptar los pluralismos de facto y normativo, considera que no hay casos como los que el relativista sugiere: no hay casos de desacuerdo sin error. No los hay por dos razones: en ocasiones los desacuerdos son más bien aparentes, no son genuinos, y se resuelven en una suerte de ambivalencia moral que sanciona que hay más de una forma de actuar correcta. (3) En el resto de los casos, es decir, cuando realmente hay desacuerdos genuinos, una de las partes ha cometido algún tipo de error o fallo. En estos casos donde se produce algún tipo de error, especialmente en los casos en los que el error es más bien moral que factual, sólo cabe algún tipo de explicación psicosociológica del fenómeno (una genealogía del error). En definitiva, según el pluralista objetivista, y a diferencia del relativista, no hay casos de desacuerdo sin error o faultless disagreement.

    Nuestro objetivo en este trabajo es mostrar que Hume es un pluralista objetivista. Hume acepta el hecho de que haya una pluralidad de códigos morales, y además recurre a una pluralidad de principios que explican dicha pluralidad, sin verse abocado a aceptar el relativismo.

    En la siguiente sección nos ocuparemos de este debate entre relativismo y pluralismo objetivista, pero centrándonos en el ámbito estético. Nuestro objetivo es mostrar que ya en dicho ámbito el pluralismo objetivista nos brinda una interpretación verosímil de las ideas de David Hume.

  6. David Hume y el relativismo estético

    Es más que probable que Hume, aun no habiendo desarrollado la cuestión en detalle, aceptara un relativismo con respecto a determinadas áreas. Hume no desdeñaría una posición que proclamara que los juicios acerca de la belleza de los colores tienen una naturaleza relativa. Asimismo podría ser relativista en cuanto a juicios que conciernan a qué es divertido y qué no lo es. En esos ámbitos son posibles los desacuerdos sin error. (4) Sin embargo, las dudas comienzan ya dentro del ámbito estético. Al respecto, Hume escribió una obra con un título significativo The Standard of Taste (La norma del gusto). En dicha obra, Hume subraya el pluralismo descriptivo estético imperante (Norma, [sección][sección] 1, 2). (5) A pesar de ello, toda esa obra contiene un esfuerzo para justificar la existencia de reglas en las evaluaciones estéticas. Hume habla en ocasiones de reglas generales del arte, en otras se refiere a las reglas generales de composición, y también utiliza las expresiones reglas de la crítica o reglas de lo bello (Norma, [sección][sección] 9, 10, 16).

    Creemos que, fundamentalmente, hay dos interpretaciones posibles de las ideas metaestéticas de Hume. La primera es compatible con cierto relativismo, mientras que la segunda es pluralista objetivista. Empezaremos por la primera. Como se ha dicho, Hume rechaza el relativismo subjetivista: la valoración de las obras de arte no depende del sujeto que efectúa la evaluación. Lo anterior significa que la verdad o falsedad de un juicio estético no se relativiza a sujetos. Hume es muy explícito en este punto: si alguien pretende decir que la obra de Ogilby es igual de buena que la de Milton, según él, está cometiendo un error del mismo orden que si alguien compara la altura del Teide con el de una topera. Hume no niega el hecho de que, para algunas personas, Ogilby sea mejor autor que Milton. Sin embargo, Hume lo considera un error.

    Ahora bien, por otra parte, Hume parece sostener que existe cierto relativismo en la evaluación estética. Esta idea puede fundamentarse apelando al controvertido comentario sobre Ovidio, Horacio y Tácito (Norma, [sección] 29). Hume considera que es inútil lanzarse a discutir sobre cuál de los tres autores es el mejor (estéticamente hablando). Considera que los tres autores son excelentes, si bien responden a principios e intereses distintos. Ovidio es el preferido de los más jóvenes, Tácito es autor de madurez, y entre ambos se encuentra Horacio. La explicación es que, dependiendo de la edad, se valoran más unos rasgos que otros: "Una persona joven, cuyas pasiones son más intensas, se verá mucho más afectada por imágenes de amor y ternura que una persona de edad avanzada, que disfruta con las reflexiones prudentes y filosóficas respecto a la conducta y a la moderación de las pasiones" (Norma, [sección] 29).

    A partir de este comentario, cabe pensar que Hume defiende que la verdad de los juicios estéticos es irremediablemente dependiente de una perspectiva, o de un punto de evaluación: en particular, es dependiente del grupo de edad. Una vez que los juicios están parametrizados en relación con grupos de edad, entonces hay objetividad: unos autores son buenos y...

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