La posibilidad del Estado ideal de Platon en la Republica y en las Leyes. Una alternativa a la interpretacion de Andre Laks de la filosofia politica de Platon.

AutorBruchm

Resumen: La posibilidad del Estado ideal de la República se funda dialécticamente en la Idea del Bien como causa de todo ser. El Estado como hipótesis ([TEXTO IRREPRODUCIBLE EN ASCII]) de la unidad corporal se remite, a través de la unidad anímica, a la unidad de las Ideas, garantizada por la Idea del Bien. Por otro lado, el Estado en las Leyes no se reduce a la unidad de las Ideas, sino sólo a la unidad del alma. Es el segundo mejor de los Estados, pero el primero, contra la tesis fundamental de Laks, también es posible para los hombres. Palabras clave: filosofía de la historia, método hipotético, dialéctica, doctrina del alma

Abstract: The possibility of the ideal state in the Republic is grounded dialectically on the Idea of the Good as the cause of all being. The state as hypothesis ([TEXT NOT REPRODUCIBLE IN ASCII]) of the Idea of corporal unity is reduced, through the unity of soul, to the unity of Ideas, guaranteed by the first principle. The state of the Laws, on the other hand, is not reduced to the unity of Ideas, but only to the unity of soul. It is the second-best state after the ideal state which is--in contrast to the thesis of Laks--also possible for men.

Key words: philosophy of history, hypothetical method, dialectic, doctrine of the soul

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En su libro La filosofía política de Platón a la luz de las Leyes, André Laks intenta reconstruir a partir de las Leyes una historia del desarrollo de la filosofía política de Platón. Puesto que este enfoque parte de la premisa de que Platón no pudo haber alcanzado más que en su última obra la solución más elevada para su modelo del Estado ideal, desatiende el hecho de que los escritos de Platón no son autárquicos, pues, por el contrario, según Fedro 278b7-d7, el filósofo debe ser capaz de ayudar a su discurso; y, según el Político, ningún diálogo puede entenderse sin los demás; (1) antes bien, el contenido de los diálogos, según Fedro 269d2-272a3, está consensuado en todo momento en relación con las exigencias psíquicas de uno o varios receptores determinados. (2) Ahora bien, los interlocutores en las Leyes, Clinias y Megilo, se caracterizan por su procedencia espartana (esto es, timocrática) y, por su decidido interés práctico, como extremadamente no filosóficos. Si Platón quería exponer aqui sus últimos puntos de vista, ¿no habría podido elegir interlocutores más apropiados? (3) A continuación comentaré las tesis más importantes del libro de Laks que parecen apoyar una interpretación histórico-evolutiva.

1

En el primer capítulo, Laks defiende el punto de vista de que en el Estado platónico positivamente ordenado, sea el de la República, el del Político o el de las Leyes, no habría habido lugar para un personaje como Sócrates, puesto que él tenía meramente el cometido de combatir las falsas opiniones mediante la mayéutica y la refutación. La idea de que el Sócrates de los diálogos tempranos se diferencia sustancialmente de la elaborada figura del dialéctico platónico perfeccionado es un prejuicio común, pero lo ha contradicho la investigación. (4) Antes bien, a los bosquejos constructivos del Estado en la República y en el Político los precede un diálogo aporético. En el libro primero de la República, el diálogo aporético elimina ejemplarmente las falsas opiniones de la multitud sobre la justicia,s De manera semejante, a los diálogos constructivos sobre la [TEXTO IRREPRODUCIBLE EN ASCII] del Sofista y del Político y, teóricamente, después en el Filósofo, se ha antepuesto el diálogo aporético Teeteto, que trata acerca del mismo concepto. También en los diálogos tardíos la purificación es una condición esencial de la dialéctica platónica (Sofista 226b1-231b2). Su importancia en el mejor de los Estados depende del grado de impureza en el que se encuentren las almas de los cuidadanos. Dado que las Leyes bosquejan sólo el segundo mejor de los Estados, la purificación necesariamente desempeña aquí un papel más importante que en el Estado ideal de la República. Así, también se recomienda ahí la lectura de los diálogos platónicos en la enseñanza escolar (Leyes 811b8-e5). Por el contrario, en la República sólo en unos pocos habita una mala naturaleza (500a5-7). A éstos, incluso antes de llegar a ser integrados en el Estado ideal, debe llevárseles a que, por vergüenza, confiesen que se han apaciguado y han quedado convencidos (501c4-502a3). Apenas puede pasarse por alto la alusión al diálogo aporético con Trasímaco, en especial porque su persona dio lugar a esta discusión (498c5-d4). (6)

II

Además, Platón exige que en una buena constitución haya sabiduría en los gobernantes y consentimiento en los gobernados. Esta "doble normatividad" habría de ser, según Laks (p. 38), "el problema fundamental de la politeia platónica", que Platón pudo haber percibido por primera vez en las Leyes.

La República, por el contrario, encubriría el problema a través de una doble definición de templanza (tanto en el sentido de la armonía como en el de la obediencia). Además, la unidad del Estado (7) sólo concerniría a las dos clases superiores (465b8-10), pues los productores por naturaleza habrían de tener apetitos insaciables. De igual forma, el mito fenicio indicaría el empleo de la violencia contra los productores. En la República faltaría, entonces, casi por completo una mediación pedagógica entre los estamentos. Al sustituir en el Político el binomio entre gobernantes y productores con una diferenciación universal de caracteres valientes y templados, entre quienes se armonizarán las opiniones verdaderas sobre lo Bello, lo Justo y lo Bueno mediadas por la ley, se habría preparado el camino a la función pedagógica del preámbulo en las Leyes. No obstante, el empleo diverso de la metáfora del médico (Político 293a9-b8, Leyes 720a6-e4) muestra, según Laks, que no es sino en las Leyes donde se manifiesta un afán por alcanzar un verdadero consentimiento.

Efectivamente, la antinomia entre el saber filosófico y la naturaleza humana determina la construcción de la República. Los estudios de filosofía de la historia de Konrad Gaiser han mostrado que, en el desarrollo de la historia, Platón supuso dos tendencias en direcciones contrarias. El despliegue continuo y creciente de los deseos se compensa aquí mediante conquistas científicas cada vez mayores hasta la contemplación de la Idea del Bien como principio último. Mientras los hombres de la polis sana vivían según principios justos, en el transcurso del desarrollo se multiplicaban sus deseos. Esta tendencia negativa se subsana en los libros II y III mediante una educación organizada por el Estado (Gaiser 1998, pp. 226 s.). En el Estado purificado se alcanza el consentimiento mediante mentiras curativas, como es el caso, por ejemplo, del mito fenicio. (8) En el libro V se pone de manifiesto que Sócrates no quería en absoluto introducir el verdadero Estado, pues temía la incredulidad de la multitud ([TEXTO IRREPRODUCIBLE EN ASCII], 450c6-7). Pero, precisamente de parte de ella, representada aquí por los otros interlocutores, recibe la petición insistente de hacerlo (449al-451b8). El empleo de la metáfora de las olas indica, entonces, la dificultad de persuadir a la multitud de aceptar el Estado ideal, pero al mismo tiempo muestra que esto es el propósito principal de los libros intermedios. Una y otra vez se destaca la naturaleza humana corrompida por los sofistas, la cual, no obstante, es vencida por un saber filosófico de rango cada vez más alto. Lo que en un principio parecía difícil es al final posible. Tal como la educación en los libros II y III ha superado la codicia (pleonexia) del Estado opulento, así la perfecta educación dialéctica supera la sofística: no mediante la violencia, sino con los medios de la retórica dialéctica. El enorme forcejeo de estas dos tendencias con la muy tardía, escasa, pero finalmente definitiva victoria de la filosofía --forcejeo que Laks percibe como una falta de conciencia de los problemas-- se muestra, entonces, como un medio expresivo consciente del autor. La naturaleza humana tan fuertemente corrompida es purificada lentamente, pero con seguridad, mediante la educación filosófica y se la reconduce a su naturaleza verdadera. (9)

Además, en la República tampoco se opera con una doble definición de templanza, sino que, mediante la obediencia frente al mejor (al final frente al principio de unidad), se produce la armonía como imagen del Uno. La misma definición subyace también, por ejemplo, en Leyes 644b6-645cl.

Por lo demás, es necesario que la unidad de las clases superiores garantice la unidad del Estado entero (465b8-10), pues la clase social superior tiene en sus manos la educación de la clase inferior. Y a la inversa, también atrae al pueblo por su propia virtud. Según el mismo principio, el consentimiento de la multitud al gobierno de los filósofos se sigue casi automáticamente de la descripción de la naturaleza filosófica (498c5-502a4). Además, basta simplemente con comentar la educación del gobernante filósofo, puesto que de allí resulta la educación intelectual de la multitud. Por lo demás, de igual forma se pierde la unidad del Estado si la clase superior se divide (545c8-d4). (10) Al contrario de lo que piensa Laks, no hay en ello una contradicción.

La misma teoría de la historia se halla también en el Político, a saber, aquella según la cual, mediante su conocimiento perfecto de las Ideas hasta la fundamentación en los principios, (11) el verdadero hombre de Estado imita adecuadamente el antiguo gobierno del dios (303b3-5) ejercido en tiempos prehistóricos (268d5-274e3) y, por lo tanto, subsana completamente la corrupción de la sociedad introducida durante la ausencia del dios (cfr. Gaiser 1998, pp. 210 s.; Bruchmüller 2008, pp. 18-53, 65-73, 176-181). Puesto que en el Político, al contrario de como se hace en la República, el hombre de Estado es colocado incluso por encima de toda ley, ese diálogo no representa un paso intermedio hacia las Leyes, sino que procede de...

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