¿Los periodistas no son escritores?

AutorAndrés Henestrosa
Páginas684-686
684
ANDRÉS HEN ESTROS A
De algunos de esos autores sólo se ha puesto atención en este o aquel
seudónimo, sin cuidarse de aquellos que, menos conocidos, amparan otros
escritos, que no por reducidos en su número –cuando son reducidos– repre-
sentan menos al autor. Así ocurre con los asteriscos de Ignacio Ramírez, con el
“Leoporelo” de Vicente Riva Palacio, con el “Juan Ramón Vargas” de Agustín
F. Cuenca o el “Esteban Marcel” de Ramón López Velarde.
Otros hay que usaron a la vez varios escritores, pero que habitualmente
se atribuyen a uno solo. “Facundo”, por ejemplo, se usó simultáneamente por
José Tomás de Cuéllar, Vicente García Torres y Francisco Zarco, en el siglo
pasado y en nuestros días por José F. Elizondo; “Junius” por Francisco Bulnes
–en El Domingo (1871-1872) en unos artículos que en nada anunciaban al pan-
fletario–; por Francisco G. Cosmes, por Manuel Gutiérrez Nájera, a veces
como Senior, entre los más conocidos. La X que usó Francisco Pascual García
y José María Antonio González y la XX de Hilarión Frías y Soto y de Gutiérrez
Nájera, y otras particularidades que no alcanzo a recordar sobre la marcha,
digo sobre la máquina.
De diez diversas maneras escribió Carlos María de Bustamante sus artícu-
los. Parece imposible que no exista mucho sin identificar y sin reunir, oculto
bajo aquellas firmas. ¿Y qué decir de fray Servando Teresa de Mier Noriega y
Guerra, sino que su nombre, su largo nombre y genio travieso, y por demás ale-
gre, le permitió componer anagramas y seudónimos a su gusto? José Guerra,
seudónimo, y estos dos perfectos anagramas: “Andrés Voimer” y “Ramiro de
Vendrés”. ¿Habrá todavía por allí algo perdido bajo alguno de esos nombres?
Lo dicho. Hay que dedicarle algunas horas a esta entretenida tarea de identi-
ficar a nuestros autores que por esta o aquella razón ocultaron su nombre propio.
20 de marzo de 1960
¿Los periodistas no son escritores?
A menudo nos reclaman a quienes escribimos en la prensa con asiduidad pro-
fesional, por qué no publicamos libros. Tal parece que nos consideran autores
frustrados, perezosos, fuentes de buenas aguas desperdiciadas.
Este asedio no es justo ni cristiano. La prensa incita por su velocidad circu-
latoria, por su poder de penetración entre los más vastos sectores. Y en cuanto a

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR