Periferias urbanas y reconfiguración de las políticas urbanas en España.

AutorDíaz Orueta, Fernando

Urban Peripheries and the Restructuring of Spanish Urban Policies

INTRODUCCIÓN

Desde los años noventa del siglo xx la investigación urbana ha puesto una atención preferente al análisis de las transformaciones experimentadas por las ciudades en el marco del despliegue de la globalización capitalista. Existe hoy una abundante bibliografía centrada en la identificación e interpretación de las nuevas divisiones socioespaciales urbanas en este periodo histórico. Ya desde la década de 1970, diversos autores (Harvey, 1977) habían planteado el estrecho vínculo existente entre los procesos sociales y las estructuras espaciales, y enfatizaban la necesidad de desarrollar una perspectiva de investigación socioespacial. Para Marcuse y Van Kempen (2000, 250), las divisiones espaciales no son sólo el producto de las divisiones sociales, sino que también ayudan a crear esas divisiones. Desde esta perspectiva, el análisis reciente de las ciudades muestra cómo, a pesar del impacto de las tendencias estructurales muy poderosas, la diversidad de realidades urbanas persiste. Las opciones para desarrollar proyectos diferenciados se mantienen abiertas y algunas ciudades así lo demuestran al ser capaces de aprovechar los espacios de autonomía existentes.

Por ello, tampoco existe una periferia urbana, cuyas características se repitan miméticamente, sin mayores matices, en unas y otras ciudades. Al contrario, como se desprende del concepto de periferia urbana sugerido por los coordinadores de este número y que confirman las diferentes investigaciones presentadas en el seminario de Barcelona, las periferias urbanas se resisten a una categorización simple y definitiva. Las periferias son aquí abordadas como una categoría socioespacial en constante proceso de redefinición, dotada de un fuerte componente simbólico y en la que las dimensiones políticas y económicas cumplen un papel muy relevante.

Su evolución debe ser entendida en el contexto de las transformaciones vividas por las ciudades. Las periferias no son piezas aisladas del resto del territorio en el que se inscriben y, por lo tanto, su devenir se ha visto muy condicionado por las transformaciones generales (sociales, económicas, políticas, culturales, etc.) experimentadas por las ciudades. En ese camino las antiguas periferias han evolucionado en un sentido o en otro (incluso algunas dejando atrás su condición de periféricas), a la vez que surgen otras nuevas. Como se verá más adelante, su situación ha estado muy condicionada por la puesta en práctica de las nuevas políticas urbanas, materializadas en acciones que han influido directa o indirectamente sobre las periferias urbanas.

El objetivo fundamental de este artículo es analizar la evolución de las periferias urbanas españolas y de su morfología socioespacial, contextualizándolas en el marco de las transformaciones vividas en las tres últimas décadas, un periodo que coincide en el plano económico con la expansión y la crisis del capitalismo globalizado (Fernández Durán, 2011), y en el plano político, con el proceso de transición a la democracia, posterior asentamiento y, por último, deriva hacia la actual crisis de legitimidad democrática.

En primer lugar, el texto plantea el debate sobre las periferias y la segregación urbana, y establece los pilares fundamentales sobre los que se sostiene el estudio de las periferias. Las nuevas políticas urbanas han cumplido un papel esencial en estos años, contribuyendo a dar forma a un nuevo modelo de ciudad. Más adelante, se aborda el análisis de la realidad española en dos etapas. Primero, se señala la distinta consideración y tratamiento otorgado a las periferias, desde los primeros años de democracia local tras la dictadura franquista, hasta nuestros días. A continuación, se plantea un retrato de la plural morfología socioespacial de las ciudades españolas y, en particular, de sus periferias. En las conclusiones se subraya la necesidad de profundizar en el estudio de las periferias urbanas en el marco de la crisis, remarcando la necesidad de redoblar la intervención pública en unas áreas afectadas de forma muy especial por las medidas de recorte social impulsadas en los sucesivos programas de ajuste.

PERIFERIAS Y SEGREGACIÓN URBANA

Las políticas que han acompañado el proceso de globalización económica han favorecido los procesos de fragmentación de la estructura social, a la vez que han reforzado la polarización entre las rentas más altas y las más bajas (Mingione, 1996). De hecho, desde los años noventa se observa un crecimiento de la nueva pobreza, sustentado no sólo por los cambios en la relación salarial, sino también por cuatro grandes dinámicas (Wacquant, 2007, 301-312):

  1. La dinámica macrosocial, ligada al resurgimiento de la desigualdad social que se ha intensificado incluso en momentos de crecimiento económico.

  2. La dinámica económica, que ha conducido a la fragmentación de la población asalariada. Si en otros tiempos el crecimiento económico y la expansión del trabajo asalariado podían entenderse como una alternativa posible a la pobreza, desde hace unos años han pasado a ser una parte integrante del problema.

  3. La dinámica política, relacionada con la reconstrucción del Estado de bienestar. Los Estados, además de impulsar políticas orientadas a la lucha contra la pobreza, contribuyen a determinar quién queda relegado, cómo, dónde y por cuánto tiempo (Wacquant, 2001, 175-176):

    Los Estados son grandes motores de estratificación por propio derecho y en ningún lado lo son tanto como en la base del orden socioespacial: proporcionan o impiden el acceso a una escolarización y una formación laboral adecuadas; fijan las condiciones para ingresar en el mercado laboral y salir de él a través de las normas administrativas atinentes a las contrataciones, los despidos y las jubilaciones; distribuyen (u omiten distribuir) bienes básicos de subsistencia, como la vivienda e ingresos complementarios; apoyan u obstaculizan activamente ciertos ordenamientos familiares y hogareños, y codeterminan tanto la intensidad material como la exclusividad y densidad geográfica de la miseria mediante una multitud de programas administrativos y fiscales.

  4. La dinámica espacial, que explica los procesos de concentración y estigmatización. (1) Durante la etapa fordista la pobreza tendía a distribuirse en las metrópolis a través de los distritos obreros, afectando sobre todo a una sección transversal de los trabajadores manuales y no cualificados.

    En este artículo la atención se dirige de forma primordial a los territorios en los que se concentran los procesos de empobrecimiento y de abandono urbanístico, áreas insuficientemente atendidas por los poderes públicos y sobre las que el capital privado muestra generalmente un reducido interés; (2) es decir, los espacios de concentración y estigmatización de la pobreza y la exclusión. (3) Como señala Kesteloot (2004, 123), dicha concentración espacial está relacionada fundamentalmente con tres tipos de problemas:

  5. La ausencia de una integración estable en el mercado de trabajo.

  6. La participación insuficiente en los beneficios del Estado redistributivo.

  7. El debilitamiento de las redes y los vínculos sociales tradicionales, como consecuencia de los procesos de individualización y cambio en las estructuras familiares.

    Ahora bien, al ser decisiva la identificación de los factores que generan y reproducen las periferias, es preciso ir un paso más allá, puesto que una pluralidad de factores condiciona cada caso concreto, dando lugar a situaciones muy variadas. Por ejemplo, la realidad de un barrio en declive habitado por sectores de la clase obrera afectados por el proceso de reestructuración económica es muy diferente a la de otro barrio en el que se concentran sectores de población que provienen de una experiencia dilatada de empobrecimiento. Pero no sólo la composición de clase es un factor relevante: la heterogeneidad social (por ejemplo, la presencia mayor o menor de población inmigrante y su diversidad de procedencias); la existencia de un fuerte tejido social (incluida la acción de los movimientos sociales); las modalidades de actuación de la administración (desde las sectoriales hasta los planes de intervención integral); el estado del parque de viviendas y las modalidades de tenencia; la accesibilidad (localización, transporte colectivo, etc.); el funcionamiento de los equipamientos básicos (educación, sanidad, etc.), condicionan el devenir de cada barrio, influyendo sobre las posibles estrategias de intervención.

    Tal y como ha mostrado la investigación urbana al enfrentarse al análisis de la segregación, dicho fenómeno sólo puede ser aprehendido en toda su complejidad tomando en consideración el conjunto de las variables mencionadas. Así lo demuestran, por ejemplo, los análisis realizados en las tres últimas décadas sobre el gueto negro en las ciudades norteamericanas (Orfield, 1985; Massey y Denton, 1993; Marcuse, 1996; Wacquant, 2001) y sobre su evolución desde el llamado "gueto comunitario" al "hipergueto". O también los estudios sobre otras formaciones socioespaciales como las banlieues (Dubet y Lapeyronnie, 1992), la favela (Valladares, 2005) o la reflexión más general Davis (2006) sobre los slums. (4) El gueto entendido como la forma más extrema de relegación socioespacial puede ser definido como (Wacquant, 2001, 40):

    [...] una formación socioespacial restringida racial y/o culturalmente uniforme, fundada en la relegación forzada de una población negativamente tipificada [...] en un territorio reservado en el cual esa población desarrolla un conjunto de instituciones específicas que actúan como sustituto funcional y escudo protector de las instituciones dominantes de la sociedad general. Resulta muy importante señalar que hay una distinción clara entre los guetos y otras formaciones socioespaciales como, por ejemplo, los enclaves de inmigrantes. Como señala Marcuse (1996), el término enclave es utilizado para referirse a las áreas en...

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