Pensamientos de primer orden.

AutorAguilera, Mariela

RESUMEN: Uno de los argumentos en favor de la dependencia entre lenguaje y conceptos descansa en la premisa de que la posesión de conceptos involucra pensamientos de segundo orden y éstos, a su vez, requieren lenguaje. Este trabajo se centra en una variante de este argumento formulada por José Luis Bermúdez. Sostendré que aun cuando el pensamiento de segundo orden suponga competencia lingüística, no es necesario aceptar esa premisa. Propondré, en cambio, dos condiciones alternativas para la posesión de conceptos, la identificación y la generalidad. Si bien ninguna de ellas conlleva el pensamiento de segundo orden, en forma conjunta reflejan importantes aspectos del pensamiento conceptual.

PALABRAS CLAVE: conceptos, pensamiento de segundo orden, inferencias, requisito de generalidad, identificación

SUMMARY: One argument for the interdependence of language and concepts relies on the assumption that concept possession involves second order thoughts, which in turn are language dependent. This paper focuses on a recent version of this argument formulated by José Luis Bermúdez. It claims that even though second order thought involvcs linguistic competence, the above assumption is not compelling. Instead, two different conditions for concept possession are proposed, identification and generality. Although none of them involves second order thought, together they highlight important features of conceptual thinking.

KEY WORDS: concepts, second order thought, inferences, generality constraint, identification

Knowing that I am thinking of Alice is surely posterior rather than prior to thinking of Alice. I cannot know that I am thinking of Alice unless I first think of Alice, any more than I can know that I am hungry unless I am first hungry. Nor is knowing that I am thinking of Alice necessitated by my thinking of Alice. Knowing that requires judging that, and judging that I am thinking of Alice requires the capacity to think about thoughts. But this is a capacity there is no reason to suppose every thinker must have.

(Millikan 2000, p. 179)

  1. Introducción

    Muchos filósofos han defendido la existencia de una dependencia entre lenguaje y conceptos a lo largo de la historia. (1) En su favor se han formulado diversos tipos de argumentos. En este trabajo, me centraré en una de las tesis en las cuales se ha apoyado un subgrupo de esos argumentos, a saber, la tesis de que (i) para tener pensamiento conceptual, una criatura debe ser capaz de pensar en sus propios pensamientos, por lo cual debe tener pensamientos de segundo orden. (2) En particular, me enfocaré en una versión reciente de esta tesis, que Bermúdez propone en diversos lugares. Según él, (T) el pensamiento de segundo orden (o ascenso intencional) requiere pensar acerca de nuestras palabras (o ascenso semántico). En su favor, Bermúdez sostiene que (ii) los conceptos se individúan por su papel inferencial y (iii) sólo a través del lenguaje natural una criatura puede comprender las condiciones de individuación de los conceptos, pues (ii.i) el papel inferencial del pensamiento depende de sus rasgos estructurales y (ii.ii) sólo un lenguaje posee una estructura canónica capaz de reflejar las propiedades estructurales del pensamiento.

    Contra ese argumento podrían citarse numerosas investigaciones en psicología comparada que sugieren que algunos primates no humanos, carentes de lenguaje, son capaces de realizar lo que los filósofos han llamado lectura de mente; esto es, pueden atribuir estados mentales a otros individuos (Call y Tomasello 2008, Call et al. 2004, Hare et al. 2000). Si la lectura de mente requiere la capacidad de representar otros pensamientos, estas investigaciones cuestionarían la tesis de que el pensamiento de segundo orden requiere competencia lingüística. Pero el argumento de Bermúdez parece impermeable a este tipo de crítica, pues parece rechazar a priori que sin lenguaje se pueda pensar acerca de otros pensamientos. En consecuencia, quien quiera defender que los animales tienen la capacidad de leer otras mentes tendrá que dirigirse a este último argumento pues la presentación de evidencia empírica no parece suficiente para mostrar que los animales pueden tener pensamientos de segundo orden. (3) No me detendré, sin embargo, en la estructura completa de este argumento, ya que resulta mucho menos claro que debamos aceptar la premisa, sobre la cual se asienta, de que el pensamiento de segundo orden es un requisito para poseer conceptos. En otras palabras, aun cuando aceptemos que el ascenso intencional involucra ascenso semántico, no creo que debamos aceptar el mismo punto de partida que adopta Bermúdez (la premisa i). De hecho, el mismo Bermúdez parece admitir que el pensamiento de segundo orden no es inherente a todo tipo de pensamiento conceptual y sugiere restringir el requisito a sus manifestaciones más elevadas. Pero, como sostendré aquí, esta interpretación no es viable para Bermúdez.

    Este trabajo tiene dos objetivos: uno de ellos interpretativo, el otro crítico. En la sección 2, mostraré que entre las motivaciones para aceptar el requisito de ascenso intencional se encuentra el compromiso de Bermúdez con una concepción internista del papel inferencial, que lleva implícita la exigencia de que la posesión de conceptos se asienta en capacidades reflexivas. A continuación, sostendré contra Bermúdez que la capacidad de hacer inferencias no involucra necesariamente la capacidad de representar explícitamente las cadenas inferenciales, tal como supone el internismo. Para concluir la sección 2, sostendré que aun cuando admitamos que por medio del requisito de ascenso intencional se obtiene una distinción tajante entre las criaturas que tienen conceptos y aquellas que no, la apelación a este requisito no ilumina de manera significativa para qué sirven los conceptos y excluye buena parte de lo que podría considerarse pensamiento conceptual.

    En contraposición, en la sección 3, sostendré que lo que distingue a las criaturas que poseen conceptos de las que no los tienen es la satisfacción de dos condiciones diferentes a la condición que propone Bermúdez: por un lado, la identificación y, por el otro, la generalidad. Ninguna de estas dos condiciones, por su parte, involucra ascenso intencional. De mi argumento se sigue que el requisito de ascenso intencional excluye precisamente los pensamientos conceptuales que, sin ser reflexivos, permiten identificar y hacer inferencias, y satisfacen el requisito de generalidad. Y, lo que es más importante, ambas condiciones en forma conjunta expresan de un modo iluminador importantes aspectos del pensamiento conceptual y, en particular, ponen de manifiesto el papel cognitivo que comporta la realización de inferencias para una criatura pensante.

  2. El carácter reflexivo del pensamiento conceptual

    "Two Arguments for the Language-Dependence of Conceptual Thought" (2010) se suma a los diversos intentos de Bermúdez por defender la dependencia entre los conceptos y el lenguaje natural (Bermúdez 1998, 1995). En ese artículo Bermúdez apela a una línea argumentativa hasta entonces inconexa, y defiende que un tipo especial de pensamiento, el pensamiento de segundo orden, requiere competencia lingüística. (4) El autor explícitamente ha propuesto desvincular esta línea argumentativa de su propuesta general sobre el pensamiento conceptual (Bermúdez 2003), ya que resulta mucho menos convincente que toda forma de pensamiento conceptual requiera lenguaje. Sin embargo, en su reciente artículo (2010) convergen el argumento, más general, sobre el carácter lingüístico del pensamiento conceptual y el argumento, más específico, sobre la naturaleza lingüística del pensamiento de segundo orden. El nexo para esta vinculación radica en el supuesto, defendido en The Paradox of Self Consciousness (1998), acerca del carácter reflexivo del pensamiento conceptual. Es posible decir que de esta manera se ve reforzado el vínculo entre conceptos y lenguaje natural, puesto que se clarifica por qué el carácter reflexivo del pensamiento conceptual requeriría competencia lingüística.

    De esta manera, la propuesta de Bermúdez se sitúa junto a la de autores como Davidson (1982), Brandom (2010) y McDowell (1994), entre los más destacados, que consideran que la reflexividad es el rasgo esencial del pensamiento conceptual. (5) Las razones para defender esta tesis están fundadas--a mi entender--en la concepción general sobre los conceptos que presupone cada uno de estos autores. Para McDowell, el carácter reflexivo del pensamiento conceptual da cuenta de la actividad cognitiva que involucra el uso de conceptos. En el caso de Davidson y Brandom podría decirse que el carácter reflexivo del pensamiento conceptual se encuentra estrechamente vinculado con su caracterización del carácter normativo de los conceptos. De este modo, Davidson (1982) sostiene que, para tener conceptos, una criatura debe ser capaz de reconocer sus errores; sólo así se puede dar cuenta del contraste entre lo objetivo y lo subjetivo, entre la verdad y la falsedad inherentes al pensamiento. De manera similar, Brandom (2010) sostiene que sin llevar la cuenta discursiva, es decir, sin volverse reflexivamente sobre tales prácticas, los contenidos proposicionales no podrían tener condiciones de verdad objetivas.

    Ahora bien, ¿qué motivaciones han llevado a Bermúdez a adoptar este requisito? No resulta fácil responder esta pregunta, pues él mismo parece no estar preocupado por responderla. En el caso de la lectura de mente resulta más claro por qué se vería involucrado el ascenso intencional, ya que esta práctica se define como la capacidad que tiene una criatura de pensar en el pensamiento de sus congéneres (Bermúdez 2009). Pero la relación entre tener conceptos y tener pensamientos de segundo orden, en cambio, no resulta tan evidente. En su artículo de 2010 (p. 44), Bermúdez incluso sugiere que quienes no estén convencidos de que el pensamiento de segundo orden sea la marca distintiva del...

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