Pena de muerte y cadena perpetua, entre el populismo y la secuestrofobia

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AutorJosé Luis Mendoza Tablero
Páginas281-286

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la cultura política no avanza en sociedades que se proponen atacar a la delincuencia con un programa de enfoque social y no policiaco; eso no es lo que espera un ciudadano desesperado, ni es algo que pueda capitalizar un político. eso opina el autor del presente artículo, quien atinadamente no menciona la propuesta del pvem para

reinstaurar la pena de muerte en méxico y señala que nuestra sociedad está ávida de culpables y acusa a los delincuentes. pero ¿qué sucede con las deficiencias de los políticos y el sistema que sostienen...

Salas regresó a Cuba un año después. Posteriormente, y sobre todo en el siglo

xx, las compañías de teatro vernáculo eran frecuentes en México. Las rumberas cubanas —algunas de ellas llegadas

con estas agrupaciones— se convirtieron en rutilantes estrellas, en los años 40 y 50, y participaron en numerosas películas de la llamada “etapa de oro del cine mexicano”.10

Pena de muerte y cadena perpetua, entre el populismo y la secuestrofobia

José Luis Mendoza Tablero

La inseguridad pública tiene dos aspectos fundamentales: más o menos, lo que sucede y lo que se

percibe.

En ese contexto, pareciera que ahora se viven tiempos extraordinarios: se comenten delitos de mucha gravedad, la impunidad es inmensa y los aparatos de gobierno por acción u omisión son cómplices.

No se trata de un panorama halagador ni algo que se le parezca. Todo ciudadano se pregunta sobre lo que pasa y cómo se puede solucionar. Ahora sí se está ante un problema, porque en México no gozamos precisamente de una cultura política importante, lo cual hace que las salidas sean precipitadas y por tanto con muchos costos y pocos beneficios.

Vemos por ejemplo a un partido y varios personajes de la política proponiendo la pena de muerte como solución automática. El camino por el que vamos es peligroso porque, en la desesperación, siempre están los clásicos dirigentes que sin mayor propuesta se van por acciones fáciles de impacto mediático; por si sirviera de consuelo, hasta los pueblos más desarrollados han sido sometidos por los demagogos.1El punto es que el problema de la inseguridad pública tiene cierta complejidad, pero me parece que la desigualdad que vive este país es un perfecto caldo de cultivo; si no causa el problema lo magnifica; pero querer atacar a la delincuencia con un programa de enfoque social y no policiaco no es lo que espera un ciudadano desesperado, ni es algo que pueda capitalizar un político.

Por definición, a la mayoría de nosotros no nos gustan las explicaciones complejas, porque no las entendemos y sobre todo porque entonces se presupone que la solución nunca llegará. La

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10entre las “rumberas” se destacaron: maría antonieta pons, ninón sevilla, rosa carmina, entre otras. en el siglo xx fueron frecuentes las presentaciones

de compañías saineteras cubanas en las que figuraban los personajes tipos del “negrito”, el “gallego” y la “mulata”.

1incapacidad intelectual y material de la masa, diría michels.

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historia nos muestra a sociedades ávidas de culpables: los europeos encontraron a gitanos y judíos como explicación del periodo tan complicado y largo de posguerra en medio de la crisis del 29 del siglo xx; los estadunidenses han encontrado la explicación a sus problemas actuales...: los latinos.

No nos podíamos quedar atrás: los culpables de la inseguridad pública son los delincuentes. ¡Hasta parece lógico!, conclusión obvia: hay que matarlos, y asunto arreglado.

Pensado un poco

Me parece que la “solución” (pena de muerte o cadena perpetua) a la inseguridad pública representa una medida populista, por la cual la sociedad se considera atendida y el dirigente político hace algo consciente de que no resuelve el problema, pero le permite justificar su posición y le da condiciones para ampliar paradójicamente su poder cuando los resultados de su labor son deficientes.

Algo que todo gobernante sabe es que el amor del gobernado es voluble y es poco menos que imposible de apelar en momentos complicados; sólo hay un sentimiento comparable en intensidad y profundidad: el temor.2La sociedad más racional puede realizar las acciones más bárbaras en un contexto de miedo.

Así, el político pedirá mayores facultades para atender un asunto por demás

extraordinario; si esto falla, llegará otro personaje —quien dirá tener más decisión— que pedirá más facultades...

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